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Política de ejes en el Magreb

Los intereses económicos y estratégicos de Francia en Chad inquietan al Gobierno socialista

Por razones geográficas, estratégicas, de influencia en la zona francófona y en el continente negro en general, Francia se interesa muy de cerca por Chad, país del centro de África, acordonado por más de 5.000 kilómetros de fronteras con seis naciones, una de las cuales, Libia, no sueña más que con exterminarlo. Por ello, el tratado de unión libio-marroquí ha reactivado la diplomacia francesa, aunque ayer mismo el ministro de Relaciones Exteriores francés, Claude Cheysson, declaró que "Francia no necesita intermediarios" con Chad, donde actualmente 3.500 soldados franceses frenan la incursión de las tropas del coronel Muamar el Gadafi, el presidente libio.En primer lugar, hay que recordar que, hoy por hoy, Chad no representa ningún interés económico para Francia, sino todo lo contrario, ya que le viene a costar alrededor de 2.000 millones de pesetas anuales. Se ha dicho que Chad puede convertirse en un país petrolífero, pero eso hasta ahora está por demostrar.

Algunos minerales pueden representar una esperanza para el futuro: uranio, bauxita y wolframio. Pero los recursos actuales de Chad son agrícolas sobre todo: el algodón representa el 80% de sus exportaciones.

El mayor interés de Francia en Chad hay que buscarlo en el plano geográfico-estratégico. Chad, que es el país más grande de todos los Estados interiores del continente negro (se aproxima a 1.300.000 kílómetros cuadrados y tiene sólo tres millones y medio de habitantes), es prácticamente el corazón de un grupo de países de África Central que equilibran el norte y el sur del continente. Chad tiene fronteras con Libia, Sudán, Centroáfrica, Niger, Nigeria y Camerún.

Como con otros países del mundo de la francofonía (dos docenas de Estados), Francia mantiene con Chad acuerdos militares, lo que la compromete a intervenir cada vez que el Gobierno legal se considera en peligro.

Desde hace algo más de un año, el Gobierno socialista de París desplegó en Chad la llamada operación manta (3.500 personas actualmente), destinada a frenar las tropas libias que apoyan a Gukuni Uedei, el ex presidente de Chad, enemigo de su sucesor, Hissène Habré. Nadie duda que el apoyo de Libia no es gratuito y apunta a la anexión de Chad, o de una franja importante del territorio.

Una paz precaria

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Francia, cuando el año último vio en peligro al presidente legal de turno, Habré, intervino contra Uedei (contra Gadafi podría decirse), tanto por mantener la integridad del territorio y establecer una paz más o menos precaria, como por afianzar la confianza con los demás países francófonos, con los que París desea mantener a toda costa relaciones amistosas para continuar influyendo en una zona del mundo importante y que, de hecho, es en la que Francia puede pesar, porque su cultura, su historia y su ayuda económica tienen raíces profundas.Los problemas e intereses franceses económico-estratégico-geográficos, se complican gravemente. cuando se echa una ojeada a la joven historia de Chad.

El país accedió a la independencia en 1960; la religión mulumata, la animista (en el mismo porcentaje) y la cristiana cohabitan como pueden; se hablan 169 lenguas y vanos dialectos; las etnias no se cuentan, como tampoco es ya fácil, en sólo 25 años de vida independiente contar los golpes de Estado, luchas tribales y peripecias de tan diverso orden, que han dado lugar a acreditar la idea, según la cual, "lo grave de Chad es que no tenía que existir".

Desde su primer jefe de Estado, François Tombalbaye, se han sucedido: Felix Mallum, Lol Mahamt (algunos meses en 1979), y después Uedei y Habré se turnan, a tiros el uno ocontra el otro, mientras Francia se ve obligada, por razones de estabilidad de la región, a apoyar al que momentáneamente ocupa el poder en Yamena.

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