La fiesta estalló.
Al mediodía, con el disparo del cohete anunciador de los sanfermines de 1984, comenzó en medio de un ambiente inmejorable, buen tiempo y, sobre todo, con ganas de juerga, la fiesta que Ernest Hemingway inmortalizara en sus libros. Precisamente una nieta del escritor norteamericano, Margaux Hemingway, que se encuentra en Pamplona para realizar un reportaje sobre los sanfermines para una cadena de televisión estadounidense, presenció ayer, en directo, y desde uno de los balcones de la casa consistorial, el inicio de estas fiestas al igual que el director general de RTVE, José María Calviño. Miles de personas, con un calor sofocante, calmado con duchas de champán y de agua arrojada desde ventanas y balcones, sólo tenían una consigna, un único grito: "¡San Fermín, san Fermín".