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Crítica:VII FESTIVAL 'ROCK' DE LA VILLA DE MADRID
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Premiados y dañados

La Frontera y Alcaudón obtuvieron el primer premio del VII Festíval de Rock de la Villa de Madrid, en los estilos de pop y rock duro, respectivamente. Seis grupos de los 350 participantes iniciales actuaron en la gran final, en el Estadio Román Valero, ante un público heterogéneo que asistió, poco a poco, para presenciar realmente el concierto del grupo británico invitado, The Damned.Grupos o solistas habrá que creen una música para nada clasificable en los estilos definidos en el festival. De los finalistas, cuatro grupos ofrecieron un pop-rock más o menos fuerte, entendido de distintas formas: desde el rock insulso y quizá potente de Criba a la pseudopsicodelia de Ciudad Jardín o el punk pistolero de La Frontera. Los otros dos, Alcaudón y Ático, se amoldan al heavy más manido. Sería sorprendente, poco notable y muy pobre que seres humanos de 13 a veintitantos años no hicieran música -fuera la que fuera- más que con tres instrumentos: guitarra y bajo eléctricos y batería, únicos instrumentos de los grupos finalistas.

VII Festival de la Villa de Madrid, organizado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento

Finalistas de 'rock' duro: Alcaudón, Ático y Criba, de 'pop': Escándalos, Ciudad Jardín y La Frontera, por orden de actuación. Grupo invitado: The Damned (65 minutos). Estadio Román Valero, de Usera. 15 de junio de 1984.

Criba, que quedó en el tercer lugar de los duros, presentaba sus ternas bien arreglados, con lenguaje suave, un lenguaje poco acorde con el de la audiencia de esos instantes, heavy en su mayoría. Escándalos iniciaron la tanda pop con unas letras y un sonido ya conocidos en grupos como Elegantes o Nacha Pop. La fiesta comenzó o Un día tal como hoy fueron títulos de canciones de este cuarteto. Más animoso, bailable y actual fue el pop de Ciudad Jardín, un trío vistoso y relajado y a la vez ácido, que tocó y cantó letras irreconocibles en temas como Metamorfosis en Zappa, Mi chica en fuego u Odio a los auténticos: quiero ser falso, falso y falso. Quedaron los segundos y aumentaron los espectadores de POP.

La Frontera actuó con la ventaja de que la tarde caía. Tocaron con el ánimo del juego de luces. El quinteto, con Javier Andréu a la voz y con textos y ritmos de country-western, presentó las canciones más convincentes con títulos como Rodeo criminal, Muerte al sol (?) o Freddy Bang.

Parte del público abucheó las decisiones del jurado, preferentemente periodístico, que dio a los ganadores 300.000 pesetas y videoclip; a los segundos, 200.000, y a los terceros, 100.000, además de la grabación de un disco con temas de los seis finalistas.

Y ... los dañados

The Damned, que "se definen", reza la hoja promocional, "como la primera banda punk que lanzó un sencillo, la primera en publicar un elepé, la primera en ir a Estados Unidos, la primera en deshacerse y la primera en reagruparse", llegaron con lo puesto. Dave Vanian, a la voz; Rat Seabies, a la batería; Roman Jugg, el teórico teclista, a la guitarra, y el nuevo bajista Bryn Merrick.

Desangelados -me dijeron-, los Damned empezaron con un ritmo machacante con el tema Ignite y siguieron sin bajar de nivel durante 65 minutos. Algunos asistentes se pusieron nerviosos y bajo escupitajos de otros, también algo intranquilos, saltaron las vallas de separación del escenario. El punk trasnochado que no quiere morir.

Dave Vanian, teatral y de sonrisa irónica, mantuvo la razón de ser del grupo por su firmeza, por su voz. The Damned debieron encontrar un buen incentivo: un baño continuo de polvo levantado por los saltarines seguidores. Así, cuanto más animaban The Damned a sus primeros oyentes, más polvo tragaban, y, lo que es peor, tragábamos todos.

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