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TRIBUNALES

El Tribunal Supremo ratifica, la condena contra un guardia civil por la muerte de una ecologista

El Tribunal Supremo ha ratificado la sentencia de la Audiencia de Pamplona en la que se condenaba al guardia civil José Martínez Salas a la pena de 18 meses de prisión, como autor responsable de un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte en la persona de Gladys del Estal, hecho que ocurrió durante una concentración ecologista en Tudela (Navarra), el 3 de junio de 1979. El procesado, o subsidiariamente el Estado, deberá abonar a los padres de la joven ecologista una indemnización esde dos millones de pesetas.

La resolución del Supremo ha confirmado la calificación de imprudencia temeraria que la Audiencia de Pamplona, en su fallo de 17 de diciembre de 1981, daba a la actuación del guardia civil José Martínez Salas, y ha ratificado, asimismo, la condena. No obstante, el Tribunal Supremo ha establecido una modificación en la cuantía de la indemnización a los familiares de la víctima.Según se recoge en el dictamen del Supremo, éste ha desestimado la calificación de asesinato que esgrimia la acusación particular, al considerar que al procesado se le disparó el arma cuando procedía, en el cumplimiento de su función, a compeler a la víctima para que dejase libre la calzada, "obligándola a levantarse, empujándola o golpeándola con el fusil que porta ba. Estos supuestos no permiten imputar la conducta del recurrente a título de dolo, tanto directo como eventual, y mucho menos engendran los eleinentos que la alevosía requiere para su apreciación", afirma esta sentencia.

Asimismo, añade que el procesado cometió su acción "cuando se encontraba en el ejercicio de la función que se le había encomendado y no existe negligencia profesional, ya que la causa determinante del resultado lesivo fue la falta de cuidado en el uso del arma".

Gladys del Estal, de 23 años, cayó mortalmente herida el domingo 3 de junio de 1979 cuando, junto con un grupo de personas, protestaba por la actuación de las fuerzas del orden público que habían disuelto una concentración antinuclear convocada para ese día en Tudela. La bala que hirió mortalmente a Gladys le penetró por la nuca y le salió junto al orificio izquierdo de la nariz. Su muerte fue instantánea.

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