_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'La fiesta del sainete', cien años atrás

Sale a escena un personaje cojo y el público lanza una carcajada. El actor exagera el efecto -según los cánones del antiguo oficio-, coge su pierna rígida con las manos y llena con ella el escenario. Cuando empieza a hablar, otra gran alegría para el público: es tartamudo. Una noche fresquita en La Vaguada, un cómico haciendo de cojo y tarta mudo al mismo tiempo.En El sueño dorado, de Vital Aza, obrita que tendrá ahora unos cien años más o menos, se dan los elementos de su tiempo: la clase media famélica, la niña casadera, la esperanza de un novio rico y la forma característica de la literatura de consolación: la gran riqueza no llega nunca, pero sí un sueldecillo en una administración de fincas rústicas. La comicidad está en el equívoco en torno al posible novio rico de la niña.

El sueño dorado, de Vital A za, y La real gana, de Antonio Ramos Martín

Intérpretes: Antonio Vega, Maribel Rivera, Mery Leyva, Marí Carmen Duque, Valentín Gascán, Francisco Grijalvo. Dirección: Manuel Gallardo. Estreno: La Vaguada. Madrid, 19 dejulio.

La fiesta del sainete es un título sin duda excesivo para este programa doble de la Compañía de Manuel Gallardo. La primera parte la llena el acto de Vital Aza; la segunda, La real gana, de Antonio Ramos Martín (algo más joven: fue hijo de Ramos Carrión, colaborador asiduo de Vital Aza), que es un sainete madrileño, un breve apunte costumbrista, con su carnicero y su verdulera de mal genio y las trampillas para casar a los chicos que han tenido un desliz. Parte de su posible gracia se ha perdido porque los actores no aciertan con el deje madrileño. Es un tonillo que se ha perdido, difícíl de reconstruir. Pero el texto está construido para él.

Teatro de hace cien años. Con decorados de cómo se hacía entonces el teatro, con una digna interpretación de cómo se supone que se hacía entonces, y que se mantuvo hasta hace algún tiempo. No se puede dudar de su eficacia, porque también el público es de hace cien años y se ríe sinceramente, y sinceramente aplaude.

Saca el valor de sus 350 pesetas. El profesional, los autores que quedan, los directores que abundan, podrán ver, si aún tienen capacidad de observación, algunos de los secretos de lo que se llamó carpintería teatral, oficio. Como el equívoco doble en Vital Aza.

Podrán ver a actores de la vieja escuela distorsionar personajes -según el texto- para arrancarles sus efectos, y como estos efectos, inverosímilmente, siguen funcionando en una sociedad donde la busca de novio tiene otro sentido -¿lo tiene?- y el hijo natural representa otra cosa (o no).

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_