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Andropov seguirá gobernando la Unión Soviética con el equipo heredado de Breznev

FÉLIX BAYÓN El líder comunista soviético, Yuri Andropov, seguirá gobernando su país con un Politburó que es el mismo -excepto las bajas por fallecimiento- que el que heredó de su antecesor, Leónidas Breznev. En contra de lo que se esperaba, el pleno del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), acabó ayer su sesión de dos días realizando sólo nombramientos menores.

Esta vez todos los pronósticos, que eran completamente contradictorios, tenían algo en común: estaban equivocados, según pudo comprobarse ayer. Andropov -se opinaba anoche en círculos occidentales de Moscú-, o no había podido o no había querido promocionar a sus propios hombres.Gregori Romanov, de 60 años, hasta hace poco responsable del PCUS en Leningrado, fue nombrado por el pleno nuevo secretario del Comité Central, cargo que seguirá desempeñando junto con el de miembro titular del Politburó, convirtiéndose así en uno de los cuatro hombres que simultanean ambas funciones. Esto, según los kremlinológos, es imprescindible si se aspira a la secretaría general del partido. Los otros tres personajes son Andropov, Constantín Chernienko -que pasa por ser su más directo rival- y el benjamín de las altas instancias de la URSS, Mijail Gorbachov, de 52 años.

La promoción de Romanov -escasamente relevante, por lo demás- era lo más llamativo del pleno de ayer, que eligió a Mijail Solomentsev, de 70 años, nuevo presidente de la Comisión de Control del PCUS, puesto éste que quedó vacante tras la muerte de Arvid Pelche, hace dos semanas. Vitali Vorotnikov, que fue embajador en Cuba, era designado miembro suplente del Politburó y, además, el Comité Central expulsaba a dos de sus miembros, aparentemente por corrupción.

Expulsión fulminante

Los dos expulsados son Serguei Medunov, primer secretario del partido en la región de Krasnodar (orillas del mar Negro), y Nikolai Shchelokov, que ocupó el Ministerio de Interior hasta el pasado mes de diciembre. Su cese obedecería al alto nivel de corrupción alcanzado por la milicia (policía de uniforme), cuerpo al que tradicionalmente se le atribuye una gran rivalidad con el KGB (Comité de Seguridad del Estado), que durante quince años presidió precisamente el actual secretario general del

PCUS, Yuri Andropov.

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Cerrando el pleno del Comité Central, Andropov pronunció ayer un discurso que puede calificarse de bastante ccinservador: el líder comunista abundó en algunas de las ideas avanzadas ya el día anterior por su supuesto rival, Constantín Chernienko, que había intervenido en la apertura de la sesión plenaria, la primera desde la muerte de Breznev.

Andropov -como ya hiciera Chernienko- subrayó la importancia de las cuestiones ideológicas y dejó bien claro que no piensa "abrir la mano" en la política cultural, que seguirá estando fuerte mente vigilada por el poder y subordinada a sus designios.

En lo que respecta a las relaciones Este-Oeste, Andropov insistió en que la URSS no estaba dispuesta a tolerar cambios en el equilibrio estratégico-militar obtenido entre "imperialismo y socialismo", que, a su entender, es uno de los más importantes logros de las ultimas décadas.

Para que siga existiendo este equilibrio, sugirió la necesidad de que "el pueblo soviético y otros pueblos de la comunidad socialista" tengan que realizar "considerables esfuerzos", lo que fue interpretado por observadores occidentales como una posible indicación de la necesidad de aumentar los gastos militares.

El líder comunista soviético -que celebraba ayer su 69 cumpleaños- afirmó también que se piensa hacer un nuevo programa del PCUS, cosa, por lo menos, que ya estaba prevista desde el último congreso del partido, celebrado en febrero de 1981. El todavía vigente programa del PCUS -concedió Andropov- está ya desfasado. Elaborado hace dos décadas, cuando aún estaba en el poder Nikita Jruschov, este programa promete, por ejemplo, que en los años ochenta se habría alcanzado ya la sociedad comunista, en la que reinaría la abundancia, asunto éste que más bien parece no haberse conseguido.

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