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Revelaciones sobre el encargo a Picasso para pintar el 'Guernica'

El artista Pablo Picasso pintó el Guernica después de que el muralista vasco Aurelio Arteta declinase la invitación del Gobierna vasco de ser él quien inmortalizase la destrucción de esta localidad por la aviación nazi y tras haber, e desestimado una autopropuesta de Salvador Dalí para realizar el mural.Tales datos están en el Iibro El pabellón español en la exposición universal de París de 1937, del profesor Fernando Martín, que acaba de ser editado por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla.

Según el autor, el profesor Fernando Martín, la idea de ocupar la pared destinada a mural en el pabellón español de la exposición de París con un motivo alusivo al bombardeo de la población vasca de Guernica y los horrores de la guerra surgió a raíz de una manifestación celebrada en la capital francesa en favor de los derechos humanos y de la República española.

Días más tarde, el comisario del País Vasco en el pabellón español, José María Ucelai, escribió a Aurelio Arteta, que se encontraba en Biarritz, proponiéndole que fuese el autor del mural en memoria de aquel atroz bombardeo.

Al mismo tiempo, el pintor Salvador Dalí recibía una negativa rotunda tras presentarse en la Embajada de España en Francia ofreciéndose para cubrir el encargo. Arteta rechazó la oferta alelgando, por un lado, que él no podía compararse a Picasso y, por otro, que tenía muy adelantadas sus gestiones para exiliarse a México.

Cambio de opinión del Gobierno de Euskadi

El Gobierno de Euskadi, que insistía en la propuesta de Arteta, tuvo que cambiar de opinión, aparte de las razones esgrimidas por el mismo, por un suceso extraartístico: la presencia de 150.000 exiliados vascos en tierra francesa y la necesidad urgente de atenderles.Así pudo llegarse a un acuerdo entre los Gobiernos central y vasco, a través de los respectivos ministros de Hacienda, Juan Negrín y Heliodoro de la Torre, mediante el cual el primero hacía frente a una deuda contraída por el Gobierno vasco en la aduana de Burdeos, y con esta cantidad pudo adquirirse un palacio en París y destinarlo a hospital.

A cambio, los vascos aceptaron que fuese Pablo Picasso quien, finalmente, pintase el Guernica, como quería el Ejecutivo de a República. Negrín lo había explicado claramente: "La presencia del mural pintado por Picasso equivale, en cuanto a propaganda para la República, a una victoria militar en el frente".

Una vez le fue adjudicado el trabajo, Picasso encontró la dificultad de no tener un estudio apropiado para realizarlo, ya que el divorcio de su segunda esposa le hizo desprenderse de algunos bienes y estaba instalado en un hotelito.

El Gobierno español adquirió entonces un antiguo palacio del siglo XVII en la calle de Grands Agustines, que se habilitó y entregó al genial pintor en propiedad. Fue una especie de pago indirecto por el Guernica, ya que Picasso no quiso cobrar nada por hacerlo.

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