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Descentralizar para defender el patrimonio común

La principal preocupación de los hombres de la cultura española, en todas las regiones, reside en la necesidad de descentralizar la creación cultural para que los dos focos tradicionales, Madrid y Barcelona, dejen de ser los únicos y los prioritarios. Aunque en los últimos tiempos este objetivo se ha empezado a cumplir queda aún mucho camino por recorrer. En ese camino, las competencias que tengan, en materia cultural, las comunidades autónomas, son esenciales para que el esfuerzo descentralizador no resulte vacío. En esta página se refleja la situación en algunas de esas comunidades.La Generalitat de Cataluña cuenta con unas competencias en Cultura mayores que en cualquier otro ámbito de actuación. La intervención directa y la aplicación de una política cultural desde el Gobierno del Estado viene, en consecuencia, limitada por las competencias estatutarias. Algo similar sucede en el País Vasco. Existen, sin embargo, algunos terrenos en los que el Ministerio de Cultura puede realizar acciones que incidan directamente en la vida cultural de las autonomías catalana y vasca, principalmente si se toma en consideración que todas las lenguas y culturas de España son patrimonio cultural común, a preservar, potenciar y enriquecer, de todos los españoles, aunque no sea necesariamente la lengua y la cultura propia de cada región o nacionalidad.

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Desde un punto de vista teórico, personalidades del mundo de la cultura próximas al partido en el poder, señalan asimismo que no debería descartarse una subvención desde el Gobierno central a las culturas periféricas que cuentan con traspasos en este terreno, y más cuando en muchos casos, que no se limitan a la cuestión lingüística, ha habido un secular olvido de las manifestaciones culturales que requiere una mayor prima en la etapa actual. En el caso catalán estas cuestiones podrían afectar a temas como la edición en lengua catalana, la restauración, conservación y organización del patrimonio artístico, monumental y museístico que en muchos casos no podrá ser asumida económicamente por las arcas autónomas o municipales solas, la protección a la enseñanza y a la difusión de la música, las artes plásticas, la protección también a la cinematografía y al teatro en catalán..., entre muchos otros terrenos de actuación.

Las líneas de la política cultural del Gobierno español, vistas desde Cataluña, pasarían precisamente por un concepto nuevo de cultura, que no se basaría en la tradición centralista. En vez de intentar resolver los problemas de la música española con una gran orquesta nacional o los museísticos con el cuidado sólo del Museo del Prado, se considera imprescindible una concepción global y descentralizada que permita a cualquier ciudadano español el acceso a la cultura universal y a la cultura específica, con suficientes medios en todas las regiones y nacionalidades.

En cuanto a Euskadi, no es precisamente la cultura el punto fuerte de la actual Administración autónoma vasca, a la que han sido transferidas la casi totalidad de competencias en la materia. Así, la antigua falta de competencias ha dejado paso, según algunos, a la simple y pura incompetencia. Porque, ciertamente, no puede decirse que sea dinero lo que falta -puesto que lo hay para determinadas actuaciones públicas en materias como la promoción del eusquera-, sino más bien imaginación.

La unilateralidad con que la Consejería de Cultura viene abordando su teórico papel de animador cultural podría ilustrarse con el siguiente juicio de un alto cargo de dicho departamento: "Afirmo que hoy en día toda expresión cultural, a excepción del eusquera, puede permitirse el lujo de carecer de actuaciones. Podemos pasar diez años sin canto, música o teatro vascos, pero si pasamos diez años sin hablar eusquera y sin dar una solución real al problema de nuestra lengua, ésta se perderá".

Desde luego, faltan bibliotecas, especialmente en los barrios, faltan locales para los numerosos grupos de teatro que subsisten mal que bien por toda la geografía de Euskadi, y sería preciso ampliar los conservatorios para dar cabida a la enorme demanda en materia musical existente. Pero falta, sobre todo, inteligencia e imaginación. Ahí está el principal déficit en Euskadi.

Para la región valenciana, explotar el descubrimiento del Mediterráneo es uno de los aspectos más relevantes para el futuro cultural. Desde la Consejería de Cultura, comisión provincial de Cultura de la Diputación y concej alías municipales se ha proyectado descubrir el Mediterráneo en todas sus vertientes. Sobre todo el Ayuntamiento de Valencia, con su alcalde, Ricard Perez Casado, y su portavoz, Vicent Garcés, ha reunido a escritores, músicos, jóvenes, cineastas mediterráneos en diversas muestras cuya continuación parece fuera de duda por la acogida alcanzada.

Por otro lado, se ha incrementado enormemente desde estas instituciones la oferta cultural en todos los campos, en especial el teatro. Si no fuera por el apoyo oficial, determinadas producciones teatrales no habrían tenido lugar. Pero la necesidad cultural de futuro procede de compaginar esta iniciativa con el apoyo a las empresas privadas que antes, en momento de indigencia oficial, trabajaron por elevar la oferta cultural y que hoy, por falta de medios, se encuentran en inferioridad para competir con las instituciones.

Prehistoria de Asturias

Las investigaciones en torno al territorio prehistórico del río Nalón (Asturias), en el que aparece, por primera vez, la herencia cultural del magdaleniense medio, período al que pertenecen las Cuevas de Altamira y Tito Bustillo, se ha convertido en una de las principales preocupaciones de las autoridades culturales de la región asturiana. Paralelamente se iniciarán estudios de conservación del patrimonio artístico, singularmente de los monumentos prerrománicos situados en el monte Naranco, de Oviedo; de la catedral de la capital asturiana, el palacio de Revillagigedo y la capilla de San Lorenzo. Por otra parte, las mismas autoridades consideran absolutamente imprescindible dotar a Oviedo de un nuevo conservatorio de Música -el edificio actual se encuentra en ruinas- y descentralizar, mediante escuelas municipales como la de Avilés, las enseñanzas musicales.

En Galicia, una muy insuficiente política de conservación y restauración por parte de los responsables de la Administración central ha conducido, en los últimos años, a la rápida degradación del patrimonio histórico-artístico y monumental, propiciada tanto por la especulación urbanística en las ciudades como por el casi absoluto abandono en que se encuentran la mayoría de las iglesias, monasterios y pazos del área rural.

Prácticamente, con la sola excepción de Santiago de Compostela -protegida por la declaración de conjunto histórico- artístico en la totalidad de su casco viejo-, las ciudades gallegas han sufrido con diferente intensidad los efectos de la especulación sobre su patrimonio arquitectónico. La destrucción ha sido especialmente sistemática en el caso de Vigo.

La infraestructura andaluza

Como en otras comunidades españolas, el primer problema cultural de Andalucía es la carencia de infraestructura básica. Son muchos los pueblos que carecen aún de bibliotecas y casas de la cultura, como vehículos elementales para la transmisión cultural, siempre difícil en una sociedad mal comunicada internamente y que parte de los índice de analfabetismo más elevados del país.

A los problemas de infraestructura hay que unir los derivados de la inexistencia práctica de canales de difusión cultural que funcionen de manera estable. No existe una orquesta de música andaluza, un teatro andaluz permanente ni, menos aún, una cinematografía que cuente con una base industrial mínima. Y ello a pesar de que la creatividad de esta región en las diversas áreas culturales está demostrada y en cualquier aspecto de la creación pueden encontrarse nombres andaluces de relieve nacional. También es notable la demanda cultural de la región andaluza y son ya centenares los pueblos que, con mayor o menor acierto, organizan semanas culturales una vez al año y otras actividades más dispersas, pero demostrativas de la inquietud existente.

La situación de dificultad cultural es similar en Canarias, agravada por la distancia y por la limitada capacidad económica de las instituciones, que impide una adecuada potenciación de las manifestaciones artísticas para lograr la definición de una identidad cultural que exigiría una política coherente. Han desaparecido grupos teatrales por falta de ayuda y el proyecto de crear una compañía estable parece difícil de llevar a cabo. Los artistas plásticos reclaman una mayor facilidad aduanera para el traslado de sus obras entre Canarias y la Península. Entre tanto, el escultor Martín Chirino lanza la iniciativa de un gran museo de arte contemporáneo y Eduardo Westerdahl director de la Asociación de Artistas Contemporáneos de Canarias, pide una sede definitiva para esta entidad.

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