_
_
_
_
_
VIGÉSIMO CUARTA CORRIDA DE LA FERIA DE SAN ISIDRO

Un toro se suicida

Plaza de Las Ventas. 5 de junio. 24ª corrida de la feria de San Isidro.Toros de Alonso Moreno, discretos de presentación, flojos, encastados y nobles en general, bravo el segundo. Cuarto, inválido, sustituído por el sobrero, del mismo hiqrro. El sexto se mató de salida al estrellarse contra un burladero.

Julio Robles: bajonazo (oreja). Tres pinchazos, media atravesada y dos descabelos (silencio).

Morenito de Maracay: Estocada caída (pitos). Dos pinchazos, media tendida atravesada y tres descabellos (división y saluda).

Yiyo: Cuatro pinchazos bajos, estocada desprendida, tres descabellos lavisol, y dos descabellos más (silencio).

Morenito de Maracay sustituía a Espartaco, que se quitó del cartelpues habían cambiado los toros anunciados.

Más información
Curro 'reaparece' en Sevilla
La soberanía del palo

El último toro salió dispuesto a que no le dieran ni un pase y se mató, como lo oyes. Dijo "¡antes morir con honra que vivir con vilipendio!", arremetió contra un burladero y se dejó allí los cuernos. No es que seamos partidarios del sucidio, ni entre animales, pero hizo bien, qué caray.

¿Iba a permitir que le pegaran derechazos inicuos, como a sus hermanos?. Un toro bravo, con dignidad y lo que hay que tener, no lo consiente. Ese animal era bravo, o al menos lo parecía. Embistió codicioso al capote de Yiyo, que desmayó un lanze y de poco se, desmaya él mismo en otro. "Anda, que si lo coge, Antoñete runruneaba la afición. No quiso saber más el pupilo de Alonso Moreno, llamado Cigarrillo, y se tiró de cabeza contra el burladero: cataplum, zas, y se acabó.

Por el periscopio del toril (pues en el toril tienen instalados los toros un periscopio, subrepticiamente, desde que debutó Curro Romero, para pasarlo chachi), había visto el comportamiento de los ejemplares anteriores y cómo los trataba el personal. Había visto a Galloso (el burel, no el coletudo) embestir con bravura a caballos e infantería, y a Escandallero casi igual, y las cosas que les hacía Morenito de Maracay.

Morenito es torero espectacular, bullicioso, banderillero ágil y valiente, bueno para encandilar al público dominguero que se encontraba el sábado en Las Ventas, pero no para hacer el toreo a un toro encastado y bravo. El toro encastado y bravo que sigue los engaños con viveza, es para toreros en plenitud, conocedores de su ofi cio y del repertorio de suertes que andan por ahí desperdigadas. Por eso Morenito se hacía un barullo con esos alonsomorenos de clase excepcional, pasaba fatigas, pegaba tirones, rectificaba en los rema tes, correteaba para buscar sitio y aire, y muy de tarde en tarde le salía algún muletazo limpio. A la afición le ponía enferma esta desaliñada forma de torerar y musitaba rencores. Espartaco seguramente enfermó también cuando le contaron cómo embestían los toros. No es que haya indicios razonables para pensar que los fuera a torear mejor, pero hizo un ridículo clamoroso al caerse del cartel.

En fin, Morenito no era culpable, pues hizo lo que pudo. Más culpas carga sobre sus nerviosas espaldas Julio Robles, a quien no debe equivocar la oreja que le regalaron de consuno la presidencia y el público que había el sábado en las Ventas, ambos domingueros. Muy noble fue su primer toro, al que lanceó bien a la veránica, por rogerinas y por chicuelinas; pero con la muleta toreó sin gusto y aliviándose con el pico de forma es candalosa. Robles dejó escapar in explicablemente un triunfo impor tante. Dio la sensación de que se encuentra en un bache artístico, producido no exactamente por falta de valor sino por amaneramiento. Torero dotado de condiciones para figurar en los primeros pues tos del escalafón, se está convirtiendo en la caricatura de sí mismo. Al cuarto, que era inválido, lo trasteó sin con vicción y lo mató con menos convicción aún.

Yiyo fue incapaz de acoplarse con otro inválido- de nobleza evidente, y no tuvo la oportunidad de desquite en el sexto. Claro que a saber lo que hubiera hecho en el sexto, si al pobre animal no le hubiera dado por pegarse contra el burladero.

Un inciso debemos hacer ahora, referido a Roberto Domínguez, por justicia, pues determinado accidente eliminó de la crónica de ayer el juicio sobre su faena al segundo toro de la corrida del viernes. Roberto estuvo torero con ese toro; valiente, sereno y lidiador. Su trayectoria sigue distinto cami-no que la de Robles (y que no se vuelvan a enfadar otra vez).

Con un diestro como el vallisoletano, y algunos otros, los toros no se suicidan; antes al contrario, advertidos por el pericospio de que se encuentran en la plaza, salen y les ruegan: "Cárgueme la suerte, maestro, tenga la bondad". Pero ayer, ya se ha dicho, no había toreros, o no estaban por la labor.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_