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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En busca del tiempo perdido

Es una curiosa sensación asistir a la representación de una obra que se estrenó hace cuarenta años, casi, en España (1946), con dos actrices que estaban entonces en el esplendor de sus carreras, y pasear la vista por la platea y ver los mismos rostros de entonces, algunos ya retirados del trabajo teatral, otros aún activos. Se pierde uno en el tiempo. Quizá pueda llamarse a esto tradición o continuidad.Contra este tipo de teatro ha caído el calificativo de burgués, en tono naturalmente peyorativo; amable, de diversión o entretenimiento.

Han trabajado en contra toda clase de vanguardias (aunque algunas vanguardias, ahora, den la misma sensación de pérdida en el tiempo) y toda clase de corrientes sociales que buscan en el teatro algo más. Tampoco existe ya en España la clase social que podía sentirse aludida por la dulce broma. Toda esta destrucción, la demolición de un sentido de la vida, no ha sido aún sustituida por otro teatro, por el teatro de nuestro tiempo. Todavía las estructuras teatrales y los supervivientes de entonces no se han dejado ganar.

Noel Coward: Un espíritu burlón

Adaptación de José María Pou. Intérpretes: Yolanda Cembreros, María Silva, Pedro Civera, Alfredo Cembreros, Pepa Ferrer, Lili Murati, Conchita Montes. Escenografía de Javier Artiñano. Dirección de Ángel García Moreno. Estreno: Teatro Fígaro. 21 de enero.

Puede tener este sentido la resurrección de Un espíritu burlón, de Noel Coward. Puede tener -como otras reposiciones, otro teatro del pasado que reaparece- la intención de buscar la receta perdida, de volver a un cero y tratar de empezar otra vez: encontrar el hilo perdido en el laberinto. Si la revolución teatral no ha dado resultado, se buscaría la reforma. Todo es lo mismo: desorientación, falta de seguridad. Una cierta angustia.

Noel Coward vivió entre 1899 y 1937, y escribió teatro desde 1921 hasta su muerte. Era un hombre de teatro (hombre dulcificado por una tendencia hacia lo que entonces se llamaba femenino) capaz de reunir las condiciones de actor, cantante, compositor, autor: al ecimenzar los años veinte era considerado como un hombre de vanguardia, como un "portavoz de la joven generación" y, desde luego, como inmoral. Poco a poco, la moral fue cambiando; quedó dentro de ella y, finalmente, sobrepasado por ella. Tuvo mejor suerte en la vida que su predecesor, Oscar Wilde.

Un espíritu burlón ("Blithe spirit") es de 1941, Luis Escobar la estrenó en España en 1946, y aún entonces, en el medio español, aparecía como una obra audaz al mismo tiempo que brillante y espiritual. Tuvo aquí su pequeña historia: Jardiel Poncela acusó a Coward de plagio de su propia obra Un marido de ida y vuelta (1939); no sólo por la similaridad de situaciones, sino porque él había enviado a Londres su Marido..., para una posible traducción. En todo caso, una obra de teatro, como una obra literaria, no es sólo cuestión de argumento, sino de escritura, de estilo, y en este caso no hay parecido (es mejor, a nuestra óptica, la obra de Jardiel).

Quizá todo esto no sea una crítica, sino una crónica. Interesa, sobre todo, el hecho de la repetición, del regreso del pasado, de la congelación y descongelación de algo que fue vivo y ardiente. Podría decirse que el director Ángel García Moreno ha acentuado valores de comicidad sobre valores de humor -después de todo, no somos ingleses-; que Conchita Montes no ha perdido su encanto, su sentido de la réplica; que Lili Murati continúa siendo el personaje sorprendente e inesperado que fue siempre; que, al lado de ellas, sus companeros mas jovenes no se encuentran tan a gusto en este estilo de la alta comedia, cuya receta se ha perdido para siempre.

Y que la sensación general es la de que la busca del tiempo perdido parece inútil, a no ser para despertar este sentimiento de extrañeza de ver y oír lo de antes, tratando de convertirse en lo de ahora.

Quizá las carcajadas, los aplausos y las admiraciones del público del estreno venían también de ultratumba, como el principal personaje de la obra.

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