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Iñigo Cavero: "La significación más profunda de Calderón fue su respeto a los poderes establecidos"

Inauguración del congreso sobre la obra del dramaturgo español

«A los trescientos años de la muerte de Calderón de la Barca intentamos acercar su obra al público. Para lograr de una vez por todas que lleguemos a sentirnos orgullosos de nuestros clásicos». Con estas palabras, Luciano García Lorenzo, secretario general del Congreso Internacional sobre Calderón y el Teatro Español del Siglo de Oro, lo inauguró ayer oficialmente en el salón de actos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Por su parte, el ministro de Cultura, Iñigo Cavero, que presidió la inauguración, dijo, entre otras cosas, que «la significación más profunda del dramaturgo estriba en su reconocimiento del deber hacia los poderes establecidos». A lo largo del congreso, que durará hasta el viernes próximo, más de doscientos especialista de doce países de Europa y América estudiarán en profundidad la obra de nuestro dramaturgo, y hablarán de la historia, la cultura y la sociedad del siglo XVII, así como de cuantos aspectos se relacionan con la vida y obra de Calderón.

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Dio la bienvenida a los hispanistas oyentes el ministro de Cultura, Iñigo Cavero.En los mármoles solemnes del salón de actos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el ministro de Cultura, Iñigo Cavero, presidió, por ausencia justificada del titular de Educación y Ciencia, la inauguración oficial del congreso. En la sala, un público de estudiosos más que de estudiantes, de expertos y conocedores, de profesores e hispanistas, en su mayor parte extranjeros, toman notas o ponen en marcha sus magnetófonos.

El ministro, consciente de que entre sus oyentes hay pocos foráneos, da a todos la bienvenida a Madrid, «la ciudad donde Calderón nació y murió, y, sobre todo, donde llevó a cabo su tarea de un auténtico hombre de teatro, preocupado por la visualización de sus textos, por el movimiento de los personajes y los efectos escenográficos. Dice después que si bien el Madrid de hoy es muy distinto del que conoció el clásico del Siglo de Oro, es también «abierto y receptivo como entonces».

Dos clases de cultura

Se dirige a sus atentos oyentes como «ustedes, los expertos, la base fundamental y decisiva de la cultura» y dice que su tarea es hoy más que nunca «una necesidad ante una cultura masificada y estandarizada». Habla después de que hay dos clases de cultura y que mientras la primera, mayoritaria, «es una cultura de apariencia de títulos, fortalecida por el despliegue de imágenes en grandes y pequeñas pantallas», la segunda, minoritaria, «está fundada en el conocimiento real de las obras».

«Profundizar y acercar los clásicos a todos», dijo también, «es una forma de reconocimiento de la universalidad de la cultura» y justificó el sentido de este congreso sobre Calderón como demostración de que dos autores clásicos se comparten en todas las universidades, y las edades doradas de un país se estudian sin límites de fronteras».

Habló después sobre el Siglo de Oro español, del que dijo «fue una época de esplendor para el orbe de la cultura en lengua española, en un primer momento, y para el patrimonio de la civilización universal después».

Un autor moderno

En cuanto a la figura de Calderón, aseguró que algo queda de él en todos los españoles de ahora, «y no precisamente los tópicos o estereotipos que hayan podido hacerse de su obra». Explicó que «la significación más profunda del dramaturgo estriba en su reconocimiento del deber hacia los poderes establecidos, la discusión del poder y sus límites, de su justicia y su injusticia, la reivindicación de la mujer, la denuncia de situaciones y errores ante caducos códigos del honor y las confusiones sociales», y terminó refiriéndose a que «los nuevos estudios sobre Calderón apuntan hacia su extraordinaria modernidad. Para hoy», dijo, «en que la crisis del teatro parece ser una expresión acuñada, Calderón, como auténtico e íntegro hombre de teatro, ha de ser un estímulo de superación para todos».

"La España de Calderón no es una verdad histórica"

Al comienzo de su conferencia sobre La España de Calderón, con la que se abrió la sesión plenaria del congreso sobre el poeta y dramaturgo del siglo XVII español, el historiador Antonio Domínguez Ortiz dijo que «no podernos sustraernos a la tentación, mejor diríamos a la necesidad, de colocar a los grandes hombres del pasado dentro de la atmósfera de nuestras propias preocupaciones y trasladarles la cara de nuestras ideas y sentimientos actuales».Justificó la tentación porque « nos parece que bajo la máscara de una cultura muy distinta, de un ideario muy diverso, tenemos con ellos una comunidad de naturaleza, un fondo vital idéntico, gracias a lo cual podemos comprenderlos mejor a través de nuestras propias experiencias», y dijo también que aunque es lícito y acertado buscar los problemas de hoy en los hombres de ayer no hay que sobrepasar los límites del juego, porque hay que tener presente que, «si la historia es permanencia y continuidad, es también creación continua, libérrima e imprevisible».

Explicó después que parece evidente que hoy interesan menos los valores estéticos de las grandes figuras literarias que su contexto histórico, y advirtió de! peligro de la falta de rigor en que algunos historiadores han caído al tomar como fuentes fiables para la reconstrucción histórica los textos literarios «olvidando que, en Liso de la licencia poética, son imágenes voluntariamente deformadas lo que nos ofrecen». Después de estudiar la España de Calderón bajo los puntos de vista de nación católica, imperio en crisis y sociedad en cambio, terminó diciendo que «los dramas de Calderón son cerebrales y no pasionales, y que su exageración adquiere tal volumen que su utilización con fines históricos es especialmente arriesgada».

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