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"Canutos" en el tendido de sol

Osasuna y los porros han llegado a los tendidos de sol de la plaza de toros de Pamplona. Durante los sanfermines de 1979 hubo intentos de estabilizar el canuto, pero el personal de sol, más acostumbrado al champaña y a la sangría, acabó por no aceptar del todo la innovación. Pero este año es distinto.Osasuna, ya en Primera División, está en todos los sitios. En sol, en donde proliferan unas curiosas pegatinas alusivas al tema FASA-Del Burgo, se ha hecho bandera de la cuestión futbolística, y cuando los maestros están intentando ligar la tanda de naturales, los mozos de las peñas ajenos por completo a lo que pueda pasar en el ruedo para desesperación de cualquier torero, cantan oé, oé, oé, Osasuna, bat bi, iru, lau, Osasuna gora (uno, dos, tres, cuatro, aúpa Osasuna), y ya somos tres, sólo nos falta el Alavés. Ya no cabe ninguna duda de que Osasuna es un fenómeno social éste año en toda Navarra.

El porro, superextendido por la capital navarra desde hace algunos años, también ha entrado en sol por méritos propios. Entre toro y toro, canuto para castigar el cuerpo, y entre canuto y canuto, trago de vino y ducha de champaña para el personal. Lo malo es que, según comentaba ayer un entendido en el tema, el chocolate que le fuma en sol es de lo malo, lo peor.

Pamplona tuvo ayer, para estar en consonancia con el resto del año, sus dos manifestaciones en sesión matinal. A las once, las personas de la «tercera edad» salieron a la calle con su peña Los Abuelos, tan castiza como las demás. La peña Los Abuelos sólo sale un día, el 8, y a una hora prudencial, porque sus socios son muy poco exhibicionistas, y prefieren dejarse notar una vez al año. A la una, la manifestación en memoria de Germán Rodríguez, la «espada de Damocles» del gobernador civil, recorrió el centro de Pamplona sin que hubiera incidentes de destacar. Para algunos, el día 8 es el ecuador de los sanfermines, del que depende el resto de las fiestas.

EI encierro de los toros de César Moreno, ganadería que pasta en Ostiz (Navarra), fue limpio, aunque con algún sobresalto. En la plaza, un toro colorao, que se quedó solo, y otros dos que venían detrás, optaron por darse una vuelta al ruedo en plan maestro. Total que, durante unos eternos segundos, los tres morlacos estuvieron en el redondel, mientras que las señoras no paraban de gritar cada vez quedaban un derrote al aire. Al final entraron en los corrales sin mayores apuros. Los que no pisarán la calle de la Estafeta son los toros de Benítez Cubero, que han sido rechazados en bloque por los veterinarios de la Casa de Misericordia, propietarios de la plaza. Serán sustituidos por unos Bohórquez, que ya han llegado a Pamplona.

Y un consejo: no vaya al Iruña ni a heredar. A pesar de que durante muchos años la terraza del café Iruña ha sido punto de cita de miles de personas al terminar el encierro, está claro que, de un tiempo a esta parte, es mejor no arrimarse a determinados lugares. Y del chocolate con churros, mejor no hablar. El chocolate del Iruña es impresentable, y los churros son, a buen seguro, de los que no pudieron vender en 1978. El precio, por supuesto, no tiene nombre.

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