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Entrevista:

"Israel viola sistemáticamente los derechos humanos en Cisjordania", según el alcalde de Belén

ENVIADO ESPECIAL, Elías Freij, sesenta años, alcalde palestino de la ciudad cristiana de Belén, situada en territorio ocupado, se había caracterizado hasta, hace poco por su actitud de reserva ante las declaraciones incendiarias contra el Estado hebreo de sus colegas. Considerado como una voz moderada entre los árabes de la orilla occidental del río Jordán, Freij se ha ido radicalizando junto con sus administrados -40.000 belenitas- y la gran mayoría de los cisjordanos, al tiempo que la situación empeoraba. «Tendremos un verano volcánico» promete ahora. A Freij, como a todos los alcaldes palestinos, les ha sido prohibido hablara la prensa desde el atentado de Hebrón, el 2 de mayo, pero, como él mismo dice, «nadie me puede impedir pensar en voz alta».

Pregunta. ¿Cómo caracteriza usted la actual situación en los territorios ocupados?Respuesta. La situación es francamente mala. El Ejército, las fuerzas de seguridad llevan a cabo acciones violentas en Cisjordania y Gaza: encarcelan a la gente, cierran escuelas y comercios cuando nos imponen un toque de queda, y a mí, como a todos los alcaldes, me prohíben recibir a la prensa, hablar de política y asistir a reuniones políticas. También me prohiben salir de la ciudad. Aquí, en un cajón, tengo una invitación del consulado de España a la que no podré acudir. En definitiva, violan sistemáticamente los derechos del hombre.

Ahora bien, la represión nos es útil en la medida en que refuerza la determinación de nuestro pueblo a luchar contra el ocupante y pone de relieve el verdadero carácter autoritario de Israel. Lo que nos permite ganar puntos entre los países de Europa occidental, por los que acabo de efectuar una gira.

Lamento, sin embargo, que la acumulación de odio provocada por la política israelí rompa los últimos puentes que quedaban entre ambas comunidades y que hubiesen permitido dialogar.

P. ¿A qué se debe esta intensificación de la represión?

R. Es la manera israelí de demostrar a Carter y a Sadat que con o sin autonomía nadie podrá -ni siquiera Egipto o Estados Unidos- interferir en el despliegue del Ejército hebreo en los territorios ocupados. En definitiva, se llegue o no se llegue a un acuerdo sobre la autonomía palestina. Israel reafirma su pretendido derecho a controlar, administrar y ocupar Cisjordanía y Gaza.

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P. En todo caso, si se llega a un acuerdo será sin los palestinos. Pero ¿no es posible que, como ya lo hicieron en las elecciones municipales de 1976, los cisjordanos, y acaso también los habitantes de Gaza, decidán a última hora participar en los comicios para utilizar el futuro Consejo Administrativo Palestino como un trampolín en la batalla contra la ocupación israelí?

R. Participar en las elecciones sobre la autonomía -comicios más políticos que los municipales- significa claramente aceptar las reglas de juego, aprobar legalmente el plan de autonomía, y esto no estamos dispuestos a hacerlo.

La fórmula de la autonomía es válida para las minorías, como en España los vascos o en Irak los kurdos, pero aquí nosotros somos mayoritarios. La fórmula no nos puede ser aplicada. Nuestra solución pasa, desde luego, por un período de transición antes de acceder a la independencia, pero no bajo dominación israelí. Preconizamos la puesta de Cisjordania y Gaza, tras una retirada israelí, bajo mandato de la ONU hasta la convocatoria de elecciones y la formación de un Gobierno palestino. Durante este período de transición todos los asentamientos serían desmantelados.

P. Los israelíes aseguran que la creación de un Estado palestino pondría en peligro su seguridad ¿Qué garantías podrían dar ustedes en materia de seguridad al Estado hebreo y, concretamente, estaría dispuesto un futuro Estado palestino independiente a privarse de Ejército?

R. Frente al despliegue armamentístico de Israel me parece, más bien, que seríamos nosotros los que más necesitaríamos protección. Nuestro país tendría una superficie similar a la de Luxemburgo y su principal deseo sería vivir en paz con todos sus vecinos, incluido Israel, con el que tendría fronteras abiertas. No; de verdad, el argumento de la seguridad es pura mentira. En cuanto a saber si el futuro Estado palestino tendrá o no fuerzas armadas, todo es negociable. Estamos abiertos a todas las sugerencias.

P. Ha hablado usted de la aspiración del futuro Estado palestino a vivir en paz con todos sus vecinos. ¿Con uno de ellos, Jordania, podría vivir algo más que en paz?

R. Desde luego, creo que habrá que federarse con Jordania, donde residen muchos de nuestros hermanos. El 60% de la población de Jordania es palestina. Pero quiero dejar bien claro que si algún día llegamos a la confederación será una decisión nuestra, una decisión del Gobierno de un Estado palestino independiente y nunca una decisión impuesta por un acuerdo o un arreglo.

P. ¿Cómo ve el futuro a corto y a largo plazo de los territorios ocupados?

R. La situación seguirá deteriorándose mientras crezca la opresión. Hemos tenido un invierno tenso, una primavera conflictiva, y tendremos un verano volcánico. Pero ganaremos, estamos ganando ya la batalla diplomática. También ganaremos aquí, en el terreno de lucha.

P. Los palestinos se movilizan en Cisjordania y Gaza, Europa es un continente cada vez más receptivo a sus ideas, pero el mundo árabe, su principal aliado, se encuentra profundamente dividido. ¿En qué medida les perjudica esta situación?

R. El mundo árabe está dividido, pero no a propósito de la cuestión palestina. Desde luego, la utiliza de forma retórica, vacía de sentido, empleando buenas palabras que no se concretan, muchas veces, en ningún tipo dé ayuda. Incluso la ayuda económica escasea. La falta de empleos obliga a más de 70.000 árabes a desplazarse diariamente a Israel para poder trabajar.

Si los países árabes hermanos invirtiesen en Cisjordania y Gaza, estas migraciones no se producirían. Tampoco careceríamos de las mil aulas de escuelas que ahora nos faltan, de las 3.000 camas de hospitales que necesitamos, de carreteras, alojamientos y sistemas de irrigación. Hoy, por ejemplo, tendríamos agua en Belén.

P. ¿Cambiaría algo el acceso de los laboristas al poder en Israel?

R. Me imagino que sí. La política de asentamientos se haría, como mínimo, con menos arrogancia y las negociaciones sobre la autonomía palestina tendrían algo más de contenido, aunque esto no signifique que participaríamos en ellas.

P. Elías Freij: usted ha sido descrito como un moderado que se ha radicalizado siguiendo una evolución paralela a la de sus administrados. ¿Qué hay de cierto en eso?

R. Soy un moderado y lo seguiré siendo. Lo que pasa es que el ocupante israelí se está esforzando estos últimos tiempos en que deje de serio. Esto no quita para que sea partidario -como todos los alcaldes palestinos- de la OLP y condene y denuncie las violencias del Ejército israelí y una autonomía insípida. Pero soy y sigo siendo un decidido abogado de la coexistencia pacifica en Oriente Próximo, de dos Estados, uno israelí y otro palestino

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