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Reportaje:La OTAN, ante su rearme atómico / 2

Los submarinos nucleares británicos patrullan continuamente el Atlántico Norte

La situación de Gran Bretaña dentro de la OTAN es peculiar: es el único país europeo del Comité Militar de la Organización Atlántica que posee una fuerza nuclear propia que, aunque pequeña, no por ello es despreciable. Los submarinos armados con cohetes nucleares Polaris, con cabeza atómica británica, navegan continuamente por las Aguas del Atlántico Norte y apuntan hacia la URSS, pudiendo alcanzar Moscú o las ciudades situadas al oeste de los Urales. Días atrás, la primera ministra, Margareth Thatcher, declaró en Luxemburgo que, si la URSS se decide a atacar Europa occidental, «sufrirá un holocausto superior al de la segunda guerra mundial».

La política británica de defensa se basa en una alianza político-militar, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y en un concepto, conocido ahora como «disuasión» o deterrence, pero que los romanos ya habían resumido magistralmente en la fórmula si vis pacem, para bellum (si quieres la paz, prepárate para la guerra).La alianza y el concepto son compartidos igualmente por los otros catorce miembros de la OTAN, pero, en el caso de Gran Bretaña, tiene connotaciones especiales. Porque este país es el único miembro de la organización, aparte de Estados Unidos, que cuenta con una fuerza nuclear propia.

¿En qué consiste, exactamente, esa disuasión? El almirante sir Peter Hill-Norton, ex presidente del Comité Militar de la OTAN, ofrece en su libro No soft options (Opciones fuertes) una respuesta convincente: «La disuasión no se puede medir ni tocar, no se la ve ni se la oye. Pero, ciertamente, se la siente. En términos sencillos se puede decir que la disuasión actúa positivamente cuando los que pretenden disuadir no son atacados. En este sentido, es un concepto negativo que produce resultados altamente positivos.»

Los resultados positivos a los que se refiere el almirante Hill-Norton son los que, con su sola presencia en la OTAN, y su capacidad de respuesta a una agresión, han mantenido la paz mundial en los últimos treinta años.

La fidelidad británica a la OTAN y las contribuciones prestadas a su mantenimiento han sido constantes e incondicionales desde la fundación de la alianza, el 4 de abril de 1949. El concepto OTAN es inseparable del concepto defensa en el Reino Unido. En estos momentos, Inglaterra es el único país europeo con fuerzas y armamento destinados en los tres elementos del «trípode» en el que se basa la estrategia disuasoria de la Alianza.

Estos tres elementos los forman las fuerzas convencionales, las fuerzas nucleares operacionales y las fuerzas nucleares estratégicas. Y son estos tres elementos los que permitirían a la Alianza, en caso de conflicto, desarrollar «una respuesta flexible y escalonada», ante una eventual agresión soviética. Si se produjera esa agresión, la Alianza respondería «peldaño a peldaño», ataque por ataque, empezando por el uso de las fuerzas convencionales hasta llegar a la total escalada nuclear.

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El Acuerdo de Nassau

Por el Acuerdo de Nassau, firmado entre el primer ministro Harold Mac Millan y el presidente Kennedy, y dentro del marco de las «relaciones especiales» entre Washington y Londres, el Reino Unido se convirtió en el único país europeo de la OTAN con una fuerza nuclear propia. (Francia también cuenta con su propia force de frappe, pero en 1966 se retiró del Comité Militar de la Organización.)

En virtud de ese acuerdo, Estados Unidos se comprometió a suministrar al Reino Unido los suficientes proyectiles Polaris para armar cuatro submarinos nucleares. Pero el Acuerdo sigue siendo hasta ahora único en su género. Las cabezas nucleares de esos proyectiles Polaris son británicas, y el control último de esa fuerza nuclear -pequeña, pero nada despreciable-, permanece en manos británicas. Cada uno de los cuatro submarinos está armado con dieciséis Polaris. Aunque su base está en Holy Loch, en Escocia, los submarinos sólo acuden a ella para aprovisionarse. El resto del tiempo permanecen sumergidos en continua patrulla por el Atlántico Norte. La lección de Pearl Harbour ha sido aprendida por todas las marinas del mundo. Hay que resaltar que cada uno de los proyectiles tiene el alcance suficiente para llegar a Moscú o a cualquier objetivo al oeste de los Urales.

Pero el armamento, como las personas, envejece, y los submarinos y los Polaris tendrán que ser sustituidos en la década de los noventa. Y en un campo como la defensa, de tecnología tan avanzada, las decisiones tienen que ser tomadas por lustros. El Gobierno británico tomará esa decisión en los próximos meses, y fuentes cercanas al Ministerio de Defensa británico han manifestado que, en estos momentos, todo parece indicar que la sustitución ideal de los Polaris la constituye el también submarino nuclear americano Trident II.

Aviación estratégica

Gran Bretaña deberá sustituir, igualmente en un plazo de tres a seis años, sus actuales bombarde ros y cazas estratégicos con capacidad nuclear: Vulcan y F-III. Ya la situación de su aviación estratégica está fuertemente vincu lada a la trascendental decisión a tomar por los jefes de Gobierno de los países de la Alianza Atlántica en su próxima reunión de diciembre: el establecimiento de proyectiles atómicos norteamericanos en territorio europeo para hacer frente a los misiles soviéticos de alcance medio no cubiertos por el Tratado de Limitación de Armas Estratégicas (SALT II).

Del compromiso de este país con la OTAN habla mejor que nada la cifra destinada a los gastos de defensa, que ascendieron, en 1978, a la cifra de 8.500 millones de libras esterlinas (un billón, 275.000 millones de pesetas), y que, proporcionalmente, representa la mayar contribución por país individual. La cifra representó el 4,7% del producto bruto interno del Reino Unido. Y para este año, el Gobierno británico, de acuerdo con la petición hecha por la Alianza a los países miembros, se ha comprometido a aumentar su contribución en un 3% anual acumulativo.

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