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Los golpistas bolivianos disuelven el Parlamento y proclaman el estado de sitio

El Gobierno norteamericano ha suprimido toda su ayuda, «militar, económica y humanitaria», a Bolivia en respuesta al golpe militar que derrocó el jueves al presidente Walter Guevara Arze. Mientras el Departamento de Estado hacia este anuncio, el coronel Alberto Natush, hombre fuerte de Bolivia, daba a conocer la composición de su Gobierno, del que forman parte cuatro militares y en el que queda vacante la cartera de Sanidad.

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El nuevo Gobierno boliviano, que juró sus cargos en la madrugada del viernes, ha disuelto el Parlamento y proclamado el estado de sitio en todo el país. Hasta ahora son cuatro los civiles muertos y veinte los heridos en enfrentamientos con las tropas en las ciudades de La Paz y Cochabamba.El coronel Alberto Natusch ha declarado que el plan de su Gobierno es hacer una «segunda revolución, para establecer una democracia genuina, especialmente cuidadosa con los derechos humanos». El disuelto Congreso, con excepción del partido de Hugo Bánzer, ha condenado el golpe de Estado y ha ratificado su decisión de que el presidente Guevara siga al frente del poder ejecutivo.

Walter Guevara, por su parte, ha pasado a la clandestinidad y dirige un gobierno paralelo, cuyos dos primeros decretos han sido la suspensión de actividades públicas en tanto los «usurpadores» sigan en el poder y el apoyo y legitimación de la huelga general decretada por la Central Obrera Boliviana (COB).

La COB, que cuenta con 200.000 afiliados, decidió ampliar a 48 horas la huelga de todos los obreros y empleados bolivianos, según Radio Altiplano.

La situación en Bolivia era anoche de tensa calma. El Ejército sigue ocupando los centros estratégicos de las ciudades y no hay noticias de nuevos enfrentamientos.

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En Washington, el portavoz norteamericano dijo que la ayuda cancelada asciende a 56 millones de dólares. El Departamento de Estado añadió que el presidente Carter está «revisando el conjunto de las relaciones con Bolivia, incluidas las diplomáticas». Washington, que el jueves advirtió contra una involución política, mantiene por el momento a su embajador en La Paz.

En su decreto disolviendo el Parlamento, el coronel Natusch acusa al legislativo, al que prometió inicialmente respetar, de «actuar en forma ajena a las verdaderas angustias nacionales». El estado de sitio, según la misma disposición gubernamental, tiene por objeto «resguardar la tranquilidad ciudadana». El ministro de Asuntos Exteriores del nuevo Gabinete boliviano es Guillermo Bedregal, uno de los diputados del partido de Paz Estenssoro, Movimiento Nacionalista Revolucionario, centro izquierda, que colaboraron en la gestación del golpe.

El MNR, contra el golpe

Tanto el MNR como su homónimo de izquierda, que dirige Hernán Siles Zuazo, han expulsado de sus filas a los afiliados comprometidos con el Gobierno militar y se han pronunciado contra la sublevación. El Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) ha pedido la resistencia popular contra los nuevos dirigentes.El apoyo tácito o expreso de las más importantes guarniciones militares a los sublevados y la virtual existencia de dos Gobiernos paralelos son las notas más destacadas de esta crisis boliviana, caracterizada desde los primeros momentos por su confusión. Noticias de última hora señalan que el sector más profesionalizado de las fuerzas armadas estaría buscando una solución de compromiso.

Aparte la contundente reacción norteamericana, Venezuela y Ecuador, dos de los países que integran el Grupo Andino, al que también pertenece Bolivia, siguen con gran atención el desarrollo de los acontecimientos. El presidente venezolano, Luis Herrera, ha suspendido el viaje a La Paz que debía efectuar este mes.

Las últimas delegaciones de la Organización de Estados Americanos (OEA), que fueron sorprendidas por el golpe el jueves, abandonaron ayer la capital boliviana. Su secretario general, Alejandro Orfila, se entrevistó con el coronel Natusch antes de partir hacia Argentina. Las comitivas automovilísticas de las delegaciones interamericanas fueron abucheadas y apedreadas por las calles de La Paz.

En medios políticos venezolanos se considera que el Pacto Andino y la OEA son dos de las víctimas de la sublevación militar, que ha puesto fin al breve paréntesis democrático boliviano. La prensa del propio país andino ha reaccionado con frustración. Para Hoy, «el golpe ha deteriorado hasta extremos inconcebibles la imagen del país en el exterior. Los delegados de la OEA podrán testificar ante sus respectivos Gobiernos que asistieron a la derrota de la democracia boliviana levantada con tantos esfuerzos y esperanzas». Presencia, matutino católico de La Paz, afirma que «nadie se siente orgullo en Bolivia», donde impera un «sentimiento de frustración y angustia».

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