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"La estética es una ciencia fronteriza"

José María Valverde, en el ciclo sobre filosofía española

El profesor y poeta José María Valverde disertó sobre las perspectivas de la estética, dentro del cielo sobre Filosofía en el Estado español que se celebra actualmente en Barcelona. Comenzó su conferencia con una breve introducción histórica sobre el concepto de la estética.

En este sentido afirmó que ni los griegos ni los escolásticos medievales habían descubierto una ciencia de la estética. Solamente hasta el siglo XVIII, y debido a la funesta manía de la clasificación germánica, se crea en las universidades alemanas una asignatura con él nombre de Estética, y un filósofo alemán, Baumgarten, la definió como el esbozo de una teoría de la sensibilidad. Para el mismo Kant, la estética es el clavo ardiendo al que se agarra para resolver el antagonismo de la experiencia sensible y del entendimiento lógico. Y llegamos a un romántico, como Schelling, para quien la intuición estética es la revelación sublime de lo absoluto. También para Hegel, el arte es una materialización o vulgarización de la idea. Esta generalización imprecisa de la esfera de lo estético llega a su culminación en Nietzsche, para quien la tierra entera es puro resplandor de belleza.Vemos, pues, dedujo el profesor Valverde, que la estética es una ciencia fronteriza, ya que es difícil aplicar reglas estéticas de validez universal a obras de arte individuales, de origen indecible. Sin embargo, ello no quiere decir que la estética, como ciencia, no exista. A finales del siglo pasado, como reacción contra la concepción romántica del arte, plantearon los teóricos de Viena el estudio de la autonomía de las formas artísticas que, curiosamente, aparecieron conectadas con la historia de las ideas en general. Así, el libro de Riegl, Industria artística tardo-romana, marcó una revolución en la estética. Al estudiar un estilo artístico en sus elementos formales, que relaciona con la crisis económica del imperio romano. En este sentido, asoma una unidad entre las formas materiales de los sistemas de producción con las formas ideales estéticas.

Más tarde, el historiador Dvorak reivindicó el arte como historia de las ideas, mediante una periodización espiritual: el espíritu del barroco se diferencia del espíritu del Renacimiento. Tanto el estudio de las técnicas como de las esencias ideales, concluyen y rematan en la tesis de Wollfin que la historia del arte es una historia de las formas estéticas. Pero al formalizarse la estética, corre el peligro de deshumanizarse. Así surge la reivindicación de los contenidos y se establece un nexo vivificante entre contenidos y formas.

Por último, llegamos a las grandes corrientes de la estética marxista contemporánea, dijo el profesor Valverde. La monumental obra de Arnold Hauser, Historia económica y social del arte, no explica, como han creído muchos, que las obras de arte nacen de la estructura socio-económica de una sociedad, sino que cada estilo artístico se expresa en una forma específica que corresponde a la estructura social que lo origina. Así como el paleolítico, arte de cazadores, lleva al naturalismo, el neolítico, arte de campesinos, impulsa a la abstracción.

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