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XVI CONGRESO DE FILOSOFOS JOVENES

Análisis antropológico de las fiestas populares

El domingo se inauguró bajo la presidencia de Celia Amorós y Fernando Quesada el XVI Congreso de Filósofos Jóvenes. Los profesores José Nieto y Aurora Marquina, del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Madrid, se ocuparon de la Antropología de las fiestas populares.

El profesor Nieto comenzó su disertación estudiando la fiesta como carnaval, que se celebra en Losar de la Vera, pueblo de la provincia de Cáceres. El método del que se valió fue el de la investigación casi policíaca. La fiesta tiene un lugar y un tiempo, lo que nos lleva a su definición para comprender lo que era en su origen y lo que es actualmente en su decadencia. Dice Durkhleim que la fiesta primitiva era como una efervescencia colectiva, una de las formas elementales de la vida colectiva y la expresión de una solidaridad mecánica. Otros autores afirman el concepto del maná, término melanésico, como Mauss y Boas. Para ellos, la fiesta sería el espíritu de un grupo humano, pero por esta definición el fenómeno social engloba al conjunto, soslayando al individuo. El uno totalitario predomina sobre el átomo individual. Para Mauss, la fiesta es una suprarrealidad, como una trascendencia en que nos refugiamos. También es una forma de huida de las grandes congojas: el hambre, la muerte y la sexualidad. El profesor Nieto, a continuación, estudió el lugar de la fiesta como elemento distintivo para comprenderla. Así, para él hay tres modelos: la fiesta de la sociedad rural, la urbana y la industrial o supraurbana. La oposición urbano-rural ya no existe debido a la interpenetración de elementos de las dos comunidades. Luego expresó que «necesitamos considerar el tiempo como componente esencial de la fiesta», pues una fiesta es una ruptura del hábito, la negación de lo cotidiano y la violación de las normas establecidas. El tiempo festivo es universal y cósmico, se produce y reproduce constantemente, hay un nacimiento, un desarrollo y una muerte de la fiesta lo que sirve para generar y regenerar la cultura de un grupo social.La obra de Julio Caro Baroja El carnaval define a la fiesta como el hundimiento del individuo en el subconsciente colectivo; la fiesta es, pues, dionisiaca. Pero este viejo y antiquísimo ritual no significa para Caro Baroja que el carnaval sea la mera supervivencia de los ritos de la fertilidad y señala otros elementos simbólicos: las comidas, las representaciones de personajes, la escenificación teatral, etcétera. Por otra parte, en la sociedad industrial moderna se observa que lo rural y lo urbano se ha superado por lo supraurbano, es decir, que el Estado, símbolo del poder constituido, organiza directa o indirectamente la fiesta. De esta forma, debido a la estructura de la sociedad industrial que dirige lo supraurbano, la fiesta se fosiliza, deja de ser vivida para ser consumida. Así, se convierte en un espectáculo, pero pierde su naturaleza. Si es mayor el número de los que festejan, la participación es más pasiva y el afán de protagonismo individualizante destruye el poder vital de la fiesta. Así, pues, concluyó el profesor Nieto, la fiesta, al repetirse a sí misma en el tiempo cósmico, es conservadora de la estructura social del grupo dominante. Sólo si se produce una ruptura, la fiesta puede hacerse dinámica y revolucionaria. Así, en mayo de 1968, en París, se produjo una fiesta revolucionaria, «esa verbena de la Sorbona», que dijo Bergamín. Fiesta que se representó y revolución que no cuajó, pero que sobrevive como un fantasma por toda Europa.

El falo creador

La profesora Aurora Marquina disertó a continuación sobre los orígenes del carnaval en Losar de la Vera (Cáceres). La fiesta se remonta al siglo XVI. Se cuenta el regreso al pueblo de un indiano que se hizo rico y se dedicó a la conquista de todas las mujeres del pueblo. Era bebedor, quemaba las tierras ajenas, hasta que un día se enamoró de una dama distinguida, cuyo padre lo denunció a la justicia y lo ahorcaron, tal es la leyenda. En la fiesta que se celebra se asiste, en primer lugar, a la detención de Manolo, el héroe, a la mutilación del pene y, finalmente, a su entierro. Todas estas fiestas populares son para la profesora Marquina imágenes representativas cuyo complejo texto debemos descifrar para descubrir las aspiraciones del «yo» colectivo. En realidad, todas las fiestas son descargas de una tensión colectiva, y es a través de la catarsis y de la transferencia que se realizan las fiestas. A través de la catarsis se restablece el equilibrio del orden social de un grupo humano. Así, en las imágenes significantes se suavizan las tensiones internas y se ayuda a conservar la estructura homogénea del grupo. Por la transferencia, que Lacan denomina «Metonimia», se pueden desviar los atascos psicológicos, los nudos interiores, trasladándolos a fiestas, a imágenes del carnaval. En consecuencia, una fiesta es un lenguaje simbológico, el símbolo de un proceso interno. Debemos descubrir, pues, el significante de esta cadena de imágenes del carnaval de Losar de la Vera.Tenemos tres temas alegóricos fundamentales: la detención de Manolo, la amputación del miembro viril y el entierro. Al participar en la fiesta y oír lo que se dice -nos cuenta la profesora Marquina- descubrimos la admiración y la envidia de los hombres por la potencia viril de Manolo y se oye narrar las proezas de su falo extraordinario y omnipotente, y al mismo tiempo se condena la ruina que apareja el uso y abuso del falo para él mismo. Ya tenemos el símbolo expresado, el falo, encarnación de la libertad sexual y de la potencia viril. Pero hay otros símbolos anexos. Mediante esta fiesta el pueblo expresa su ansia de desposesión sexual. Manolo no desea retener a las mujeres, las posee a todas y de esta forma prefigura el fin de la familia tradicional. A su vez, el pueblo satisface a través de esta alegoría una carencia, la de las libertades sexuales, realizando todos los deseos secretos del alma colectiva.

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