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Incertidumbre sobre el futuro del sha

El Gobierno militar de Irán realizó ayer un último llamamiento a la población para que evitara que la concentración religiosa prevista en Teherán para hoy finalice en un baño de sangre sin precedentes. Simultáneamente, los líderes religiosos y civiles de oposición al sha pidieron a sus seguidores que se mantengan silenciosos y en calma durante la manifestación, que pretende ser un test definitivo que demuestre al sha el rechazo que existe en el país de la monarquía persa.

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El llamamiento gubernamental, que sigue a la decisión del viernes, de autorizar todas las procesiones y manifestaciones que se realicen con motivo de las celebraciones religiosas de duelo del mes de Moharram, incluida la de hoy, se vio acompañada de la puesta en libertad de sus líderes, que habían sido detenidos el viernes. Estas medidas han relajado, al menos teóricamente, la tensa situación que se atraviesa en Irán desde el inicio, hace una semana, de las conmemoraciones del aniversario de la muerte del nieto, Hussein, del profeta Mahoma, y de los sufrimientos posteriores que experimentó la población persa.Presiones de Washington y Londres

Ayer, no obstante, continuaba una total incertidumbre en medios políticos y financieros de Teherán sobre el inmediato futuro del Gobierno militar del general Gholam Reza Azhari y del propio sha. Las presiones a las que éste está sometido por parte de Washington y Londres hacían temer que los argumentos, repetidos ayer, de que existe «una organizada subversión de inspiración soviética en los disturbios» no sean suficientes para tranquilizar a los intereses económicos y estratégicos en Irán de las potencias consumidoras occidentales. Ni siquiera las revelaciones en torno al descubrimiento por el Gobierno de un depósito de armas en Meshed, en las cercanías de la frontera con la URSS, pudo alejar el temor en medios oficiales iraníes a la existencia de negociaciones bajo cuerda entre las capitales europeas y Washington, para buscar una alternativa al sha.

Las presiones occidentales, junto a la política de neutralidad oficial anunciada por el Kremlin, contribuía ayer al clima de caos político que existe en la dirección administrativa de Irán. Diplomáticos occidentales aseguraban que las manifestaciones y huelgas de esta semana están a punto de originar un colapso financiero y económico en el país cuyo «punto de no retorno» podría alcanzarse la próxima semana en el caso de que el sha no, superase la prueba final a la que se ve sometido.

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Los "ayatollahs" piden calma

En Teherán, la jornada de ayer, sin embargo, se caracterizó, como la del viernes, por una normalidad casi absoluta en las calles debido sobre todo a la celebración de la principal semana de la festividad del Moharram y, también, a la serie de huelgas que paralizan la capital y el país. Mientras que las calles continúan casi desiertas, los líderes religiosos multiplicaron sus contactos con los dirigentes del frente de oposición, de carácter civil en un aparente intento de concentrar esfuerzos y buscar una salida política a la crisis.

Ayer, los dos principales ayatollahs chiitas presentes en la capital, insistieron en su llamamiento a la calma durante la manifestación dominical, cuyo comienzo está previsto para las 7.30 de la mañana y que se espera que se prolongue durante todo el día. El más moderado de los dos ayatollahs, Shariat Medari, incluso llegó a coincidir con el Gobierno militar a la hora de pedir sentido común a la población y al Ejército para evitar conjuntamente «un inútil derramamiento de sangre». El ayatollah dijo a los soldados que violaban las leyes islámicas al disparar contra la población. Pero la vida cotidiana no se espera que se restablezca hasta finalizadas las festividades religiosas. Los comercios seguían ayer cerrados, las embajadas han dado permiso a sus funcionarios para salir de la ciudad y los cortes de suministro eléctrico son constantes. Sólo las gasolineras y los comercios de artículos de primera necesidad permanecen abiertos.

Fuera de Teherán, la situación que se presentaba ayer algo peor a la de la capital, era la de Ispahan. Según noticias no confirmadas oficialmente, el Ejército habría vuelto a disparar en la noche del viernes contra algunos grupos y el número de víctimas superaría el de trece. La ciudad, situada al sur de Teherán, está tomada por tropas del Ejército, en cuyas filas se nota un desánimo generalizado.

En cuanto a la huelga petrolífera, que ayer entró en su sexto día, se calcula que la producción diaria de petróleo ha quedado reducida a 2,7 millones de barriles por día, cantidad que no llega a ser ni la mitad de los siete millones habituales que producía Irán hace dos meses. Las colas de barcos petroleros, cuyo número se eleva a cincuenta, que esperan ser cargados con crudos en los puertos iraníes, hace temer, por otra parte, que se produzca un desabastecimiento generalizado de petróleo en las refinerías de los países mediterráneos, principales clientes del crudo iraní.

En este sentido, el país más afectado es Israel, que depende en un 80 % del petróleo iraní, aunque tanto Italia como Francia y la RFA -también España- se han visto afectadas ya seriamente por la crisis iraní. En el caso de Israel se han producido rumores sobre su posible intervención directa en el conflicto, aunque en Teherán se descarta tal eventualidad, dada la inutilidad de una acción de ese tipo.

Colapso económico

Mucho más grave parece, en opinión de banqueros extranjeros, la crisis financiera que atraviesa el país. Aparte de las evasiones de capital que se han producido en los últimos días más de 3.000 millones de dólares, según algunas fuente, la huelga bancaria amenaza con originar un colapso en el intercambio monetario diario de Irán con el exterior. A este temor contribuye la reducción a más de la mitad del comercio con el extranjero, debido a la imposibilidad de entrada y salida por los puertos del país de las mercancías.

Respecto al futuro de Irán a corto y medio plazo, la crisis iraní ya ha comenzado a tener repercusiones económicas. Ayer, la compañía norteamericana Bell Industries anunció la renegociación con el Gobierno militar de sus planes inversionistas en el país. Así, la Rell renuncia prácticamente a su contrato de aumentar la red telefónica iraní, cuyo costo se elevaba a 14.000 millones de dólares, en los próximos diez años.

La compañía utilizó como argumento «la ola de xenofobia antiextranjera que crece en el país». Muchas empresas iraníes, incluso han alertado a sus centrales y filiales el éxodo de extranjeros iniciado a principios de semana. Ha provocado ya que los vuelos de salida del país estén repletos para la próxima semana. Por otra parte, las compañías aéreas se han negado a realizar vuelos nocturnos a Teherán.

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