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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

No comer: otro modo de malvivir más

En este fin de siécle que vivimos (¿morimos?) el descontento ante las condiciones en las que se desenvuelve nuestra existencia cotidiana adquiere caracteres dramáticos. Claro es que ya Freud, entre otros, nos había advertido hace años que esta vida resulta insoportable sin alguna distracción poderosa que haga parecer pequeña nuestra miseria, alguna satisfacción sustitutiva que la reduzca, o algún narcótico que nos haga insensibles ante ella. Desde entonces las cosas han ido empeorando, me parece, y por ello surgen constantemente métodos diversos que aseguran podernos ayudar a malvivir, a permitirnos ir tirando sea como sea. Así es, ante el fracaso tan difundido y sentido de las soluciones que se nos presentaban habitualmente, proliferan los gurunoides, los maestros y guías que con diversos métodos intentan hacernos vivir más plenamente, conseguir que participemos de esa moderna manía que consiste en conocerse a sí mismos, manía que, aseguran, nos librará de todo pesar. Uno de estos métodos acaba de ser importado recientemente a este país desde la cuna del Imperio (los EEUU, naturalmente) en forma de libro. El método en cuestión es el ayuno, definido como «no comer». Así de fácil.El doctor Cott y sus colaboradores nos presentan, traducido al castellano, un manual donde exponen que gracias al ayuno no sólo podremos soportar la existencia, sino la viviremos de modo mucho más satisfactorio. El texto es breve (134 páginas, incluida una extensísima biografía de 296 trabajos, que van desde Tennessee Williams a Ivan Illich) y viene a completar otro anterior de los mismos autores (El ayuno: la dieta máxima) del que ignoro si existe versión española.

El ayuno, una nueva forma de vivir

Dr. J. Cott, E. BoeyJ. AgelAtalena Editores. Madrid, 1978

Pues bien, en el texto se nos exponen detalladamente las múltiples ventajas que puede proporcionar el ayuno: conseguiremos adelgazar y hacernos más bellos, ahorraremos dinero y tiempo, dejaremos de beber alcohol, fumaremos muchísimo menos o nada, curaremos nuestros trastornos mentales, conseguiremos viajes maravillosos sin necesidad de recurrir a sustancias prohibidas.

Es algo muy sencillo, nos dicen. Coge y deja usted de comer, y ya está. En gran parte, aseguran, el hambre no es sino un reflejo condicionado. Basta con soportar unas leves molestias estomacales al principio, y en seguida empezará a encontrarse mucho mejor que antes, pudiendo hacer su vida normal sin ningún problema. Y todo sin probar alimento alguno, aunque eso sí, teniendo la precaución de beber un par de litros de agua diarios. Y así puede seguirse, sin comer, hasta cuatro semanas o más. Entonces reaparece el apetito y debe volverse a comer gradualmente. Y esto puede repetirse periódicamente. No hay peligro. En el libro se incluyen numerosos testimonios de personas que ayunan habitualmente, y se recurre también a citas de los clásicos (Hipócrates, Mahoma, Paracelso ... ). Todo escrito en un estilo genuinamente americano muy en plan de promocionar un nuevo producto comercial.

La cosa estaría más o menos bien, si conseguimos obviar algo que salta a la vista desde la misma contracubierta, donde dice claramente: «Pida a su médico consejo sobre el ayuno y cuando ayune sométase a su vigilancia. » Es decir, la potencial ruptura del ciclo producción-consumo que aparentemente podría desprenderse de la actividad del ayuno, se llena. Existe un cordón umbilical que nos une a ese ciclo: el médico. Pues el médico, se nos recalca constantemente a lo largo y ancho del libro, es imprescindible. Y esto, advirtiéndonos además los autores que la mayor parte de los médicos desaconsejan, debido a prejuicios o desconocimiento, la práctica del ayuno. Así que ya no sabemos a quién debemos recurrir si nos convencen de la bondad del no comer. ¿No será que el libro debe ser leído básicamente por los médicos? No se me ocurre respuesta, y me apresuro a añadir, además, que Foucault nos ha enseñado mucho acerca de las relaciones de poder que se establecen en la clínica, y que la autoridad burguesa de la medicina se ha convertido en el blanco de la contestación naciente en todas partes.

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