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Entrevista:

Eva Forest: la cárcel como conocimiento y liberación

Agunta las charlas constantes y sucesivas gracias al café. Eva Forest acaba de salir de la cárcel, y es un símbolo de muchas cosas: de la lucha de la mujer de la lucha del escritor, de la solidaridad de las gentes. Ahora que ella está fuera, de algún modo empieza la amnistía. Entre tazas de café infatigables, pues, esta entrevista con EL PAIS, cortada por la visita de algunos amigos suyos, que tomaron el avión desde Londres, desde París, y vienen a redíbirla y abrazarla. A su hija Eva, que no se separa de ella, a veces, aunque e s una chica fuerte y valiente, se le ponen húmedos los ojos. Porque hay mucho dolor sufrido. Eva Forest, que habla con calma y asume todo este tiempo, estos tres años de prisión, como una experiencia enriquecedora -«es muy importante vivirse del otro lado, del de los marginados de verdad»- me parece tina mujer fuerte y lúcida, inteligente en extremo, sensible. Y otra cosa: no hay rencor en sus palabras. Hay comprension.-Para mí, la cárcel ha sido una liberación. Yo no tenía muchos esquemas, pero la cárcel los rom pe todos. Ha sido como tocar fondo, y sentir la necesidad im periosa de explicarse y explicar esta realidad. En la cárcel descubres que esta sociedad está muy injustamente ordenada, y que todos somos víctimas de este orden injusto. Que, por ejemplo, no hay diferencia entre políticos y comunes, y pasas a sentir solidaridad con todos, en la represión común. Sentir la represión con los que más. Vivirse como marginado,y desde allí, empezar a querer pro fundizar, no aceptar, expresar... Yo sabía que esto ocurría. Pero es distinto vivirlo. La cárcel da las condiciones para un conocimien to sensible de lo real, que rebasa con mucho lo imaginado.

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-Por qué se escriben unas cartas desde la cárcel?

- La carta es un momento de la vida de uno, y tiene unos destinatarios muy concretos, en este caso, mis hijos. Mis cartas no pretendían ser un libro, nunca las hubiera publicado de no ser que las mujeres de las Editions des femmes me lo pidieron como texto solidario y que podía ayudar a la solidaridad ante la represión. Yo sé cómo influye cualquier testimonio de dentro, a la hora de transmitir los problemas, de poner las bases para esas campanas solidarias que, a mí, me han ayudado tanto a vivir estos tiempos. Yo había trabajado siempre en solidaridad y lo sabía. Por eso permití que se publicaran.

«Pero, claro, como soncartas a mis hijos, que continuaban la conversación anterior, de siempre, y seguirían después, era como un paréntesis o un puente y, como siempre en una conversación, se dan muchas cosas por supuestas, porque entre mis hijos y yo lo estaban. Por eso, y porque precisamente en la cárcel, lo que te decía, se rompen todos los esquemas, hubiera querido escribir la anticarta, una autocrítica a los contenidos de algunas. Por ejemplo, las que se refieren a las drogas, hubieran ido en otros términos. Pero yo me encontraba por primera vez con heroinómanas, y en una situación muy mala... Trataba de explicarlo. Por eso, esas cartas, ese libro, debe ser leído desde su contexto y tener en cuenta también que yo fui presentada a la gente como un monstruo...

-Usted estuvo muy cerca de la pena de muerte. Yo he leído esos terrores, pero, ¿qué se siente cuando se está tan cerca?

-Da más miedo pensar en el precipicio que estar en él. Para mí fue una sorpresa, pero me crecí mucho frente al enemigo, cuando percibí la enorme solidaridad. Sin ella me hubiera derrumbado cuando más posible era la muerte. Yo puedo decir que lo viví sin angustia, y creo que sufrieron más Alfonso, mi compañero y Remedios, por Antonio Durán, que nosotros...

-Supongo que para el intelectual, para la escritora que es usted, la estancia en la cárcel debe suponer rupturas, cambios. La pregunta sería: ¿En qué ha cambiado la cárcel sus preocupaciones literarias?

-De siempre me ha interesado profundamente el tema de la información. Para mí, la información pasa por mil medios, no es sólo artículos en prensa, también es una novela o una pieza de teatro. Y también me han interesado siempre los nuevos lenguajes, y con ellos, todos los problemas actuales de la expresión literaria. De la comunicación. Ahora bien, en la cárcel se vive cómo la realidad supera la imaginación más poderosa: el tema del realismo

-entendiéndolo como la transmisión de unas experiencias reales en toda la verosimilitud- me preocupa mucho. Aplicar todo esto al testimonio lo he

inténtado ya en mi segundo libro, que no sé si se permite en España o no: los Testimonios de lucha y resistencia. Y entre los problemas, vencer ese que tienen todas las chicas en la cárcel: la gente no habla. Tiene miedo a no ser creída, porque es otro mundo. Hay detalles infernales, que sólo, tras muchas horas de conversa ción pueden salir a la luz, porque se olvidan, o se intentan olvidar... Por ejemplo, en una parte del libro, en la titulada Diez días que estremecieron un mundo, cuento testimonios de chicas. Presas. No sé: hay detalles, como la chica que recuerda que, mientras le es taban haciendo la bañera, sonaba música flamenca a todo trapo, y ellos jaleaban con palmas... Son los detalles increíbles de la tortu ra. Y es que no se pueden creer. Encontrar un lenguaje que sacuda, que transmita, sea desde el género que sea, todo esto que yo he vivido, es lo que me propongo. Y esta obsesión no sé si se va a convertir en textos-documentos, en ensayo, en poesía o teatro.

-La cárcel puede resultar enriquecedora, como para usted, aunque sea a costa de sufrimiento. Pero, ¿cuáles han sido los, inomentos más terribles,en estos años

-Lo más frustante ha sido la impotencia. Estábamos encerradas cuando en España empezaban a pasar cosas distintas, cuando este país empezaba a cambiar. El no poder participar fue terrible.

«Y especialmente terrible, el día que mataron a los compañeros. La impotencia de ese día se convirtió en un espantoso dolor de cabeza. Era andar una y otra vez el patio estrecho, hasta donde está el guardia, verle y volver otra vez. Y no poder hacer nada. Toda la energía, todo el deseo de salvarles, todo el dolor, se volvía dolor de cabeza, de impotencia.

En general, creo, que en la cárcel, la represión se manifiesta en la difícil convivencia, que si fuera también es difícil, dentro se agudiza, como todas las contra dicciones de la sociedad. Allí nos encontramos gentes con distinto origen, distintas concepciones del mundo, y se siente que las eti quetas no sirven. A veces me en tendí mejor con presas comunes que con políticas. A veces, son infinitamente más interesantes los primeros. Yo estoy absoluta mente en contra del estatuto del preso político. Creo que los pro blemas son para todos, totales, y hay que partir de vivirlo desde la, situación complejísima, y aunque cueste sufrimientos. Y claro que tengo críticas que hacer, y diferencias con mucha gente, pero prefiero no hablar de eso ahora. »

-¿Como se siente después de estos tres largos años?,

-Curiosamente, el tiempo es distinto en la cárcel. Parecería que se tenía que hacer larguísimo. Pues no. A mí se me han pasado volando. Me pregunto cómo es posible que hayan pasado ya tres años.... es que el tiempo también cambia desde dentro.

Y Eva Forest, que vuelve de ese otro mundo que está en éste, trata con los ojos y las manos y la palabra, que nos asomemos. Aunque el abismo entre leer, oír y vivir sea insalvable. O difícil. Eva Forest ya está aquí: «Voy a investigar en la expresión de lo que he visto.

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