El "naif" y otros cines
Una de las características de los actuales festivales es la presencia de cinematografías nuevas. En apretado aluvión y desde multitud de países llegan sus filmes a Cannes, San Sebastián o a esta Semana donde, paralelamente a los de competición, se les exhibe en ciclos monográficos como el dedicado este año a Suiza.Sin llegar a tanto, ni por supuesto a la calidad demostrada por Australia hace un año, Canadá envía a Valladolid un filme naif, ingenuo y simple, más inspirado en Francia que en su poderoso vecino americano. Una cierta puesta al día en lo formal y en los problemas ambientales y sentimentales no encubren lo endeble de la trama que, aun tratándose de una comedia intrascendente, navega sin rumbo muy definido; del humor a la parodia y del sexo al drama, sin llegar a interesarnos demasiado.
El relato, en el cual un leñador y un estudiante, huidos al bosque en pos de la naturaleza, tratan de buscar mujer y compartirla a su manera, esconde bajo su ingenuo proceso ecológico-amatorio, imitado del triángulo complaciente puesto de moda por la nouvelle vague, una vena de sentimiento puritano que da a las escenas de sexo una cierta frigidez amateur bien notoria en todo el resto de la historia.
Los dos actores protagonistas no están mal, no así el resto, que a veces intenta ciertos rasgos irónicos en torno a una sociedad tan sólo retratada a medias, pero que se adivina a través del filme y en la misma medida que éste, como una especie de América elemental, con ciertas vetas ingenuas, europeas.
Otros cines
En lo que se refiere a otros cines de auténtica tradición, incluso en la programación de festivales, cabe destacar entre las selecciones aquí presentadas la alemana, la más completa en lo que a diversidad de temas y tratamientos se refiere. Aparte de Werner Herzog, su corazón de cristal y sus artistas sonámbulos, ya conocido del público español, la representación de su país se halla en cierto modo dominada por Fassbinder, no sólo como realizador de La ruleta china o la Ley del más fuerte, sino como actor y guionista en La sombra de los ángeles, presentada a concurso. Su cine, entre el teatro y la paradoja; su ruptura, entre la imagen y la palabra, con los conceptos tradicionales de la narración cinematográfica, plantea y consigue unas respuestas no aptas para el público medio, más allá del tiempo y en donde la interpretación, escenarios y diálogos, no valen por lo que son o dicen, sino por lo que representan.Cine difícil, encerrado en sí mismo, realizado como se sabe con no excesivos medios y por un estrecho círculo de colaboradores en tomo a su inspirador y cabeza máxima, y cuyo riesgo mayor sigue siendo la tentación de un oscuro manierismo.
Junto a Alemania, y aparte de la aparición inesperada de Malraux o del cine polaco, no tan ampliamente representado como en otros años, Suiza ha aportado, junto a valores nuevos, nombres ya conocidos por los aficionados e incluso por los habituales de las salas comerciales, como Tourner o Goretta, en una selección que ya anuncia un nuevo visionado en Madrid y Barcelona. Francia ha aportado dos de los más sólidos filmes y dos nombres de prestigio: Resnais y Tavernier, aparte de Berlanga..., y en lo que a Italia se refiere, un nuevo Montaldo, que nos narra una toma de conciencia en el mundo algo pasado ya de la resistencia.
Bay Okan, como director, guionista e intérprete, representa al cine sueco independiente en este Festival que consagró en su día a Bergman, y Estados Unidos, que lo inauguró este año con Martín Ritt y su Caza de brujas, lo cerrará con el ya famoso Rocky. A medias entre el Oscar y la taquilla, no es difícil predecirle también aquí una nueva victoria moral a su actor y guionista, Silvestre F. Johne.