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Saint-John Perse: el exilio y la historia

El 20 de septiembre de 1975, no lejos del Mediterráneo que el poeta busca y presiente cerca de su espíritu («¡Oh presidios bajo el agua verde! »), falleció Alexis Saint Léger, más conocido en el mundo de las letras como Saint-John Perse.Saint-John Perse había nacido en una pequeña isla de las Antillas francesas en 1887. Estudiante de Derecho en París, y posteriormente miembro de la diplomacia francesa en diversos destinos, el Gobierno de Felipe Pétain le privó de su nacionalidad y el poeta antillano elige su lugar de exilio con la amargura de dejar tras de sí una parte muy importante de su obra convertida en cenizas por el avance internacional de los invasores alemanes. Se establece en Nueva York en 1940, y a partir de este momento decide desconectarse de la política y de la diplomacia activas para encerrarse en un mundo donde la poesía y la historia van a configurar una importante obra literaria pocas veces lograda. Para Saint-John Perse el hermetismo de su mundo se abre, se amplía, ante la magnitud de su poesía: poesía donde lo histórico no tiene fronteras, sino que pervive en el contexto general de aquéllo que tiene un único protagonista. Es el hombre, son los hombres, es la gran masa de un pueblo, son los pueblos como miembros ilimitados de un gran acontecimiento que transforma el universo en un avance incontenible del progreso humano. En tal avance el hombre se encuentra con frenazos, choca contra el inmovilismo de la reacción y la petulanca. Saint-John Perse alienta a los protagonistas de la Historia les pone en guardia contra la desesperanza y la opresión más indigna: todo ello como base para que la historia permanezca y vaya trasformando el mundo en una inequívoca carrera hacia el más importante futuro. La de Saint-John Perse es ante todo, una poesía incontenible, reflexiva, casi violenta, inquietante, testimonio de un tiempo apasionado y turbulento, opresivo aunque aparentemente liberal, tiempo don de todos los protagonismos son necesarios para el logro de las grandes acciones que propugna la poesía pérsica y que trascienden de las puras palabras para convertirse en obligada tarea de la humanidad.

La obra de Saint-John Perse es de una gran amplitud. Elogios data de 1911 y Pájaros de 1962. Entre ambas transcurre lo más importante de la vida del autor y también se suceden otros poemas, algunos de menor entidad que los citados y otros como Anábasis o Exilio de importancia vital para comprender la poesía del antillano-francés. Entre unos títulos y otros se aprecia una perfecta simbiosis entre los recuerdos pasados y esa leve amargura de contemplar un exilio de voces y felicidad en los hombres que hacen posibles los mencionados sucesos históricos, sucesos que, narrados con un auténtico lirismo y, una independencia de criterio raras veces igualado hacen del Premio Nobel de Literatura de 1960 un autor increíblemente honrado, aunque no suficientemente conocido o divulgado.

Su vida «civil», a partir de 1940, transcurre por destinos diferentes a los que parecía predestinado como miembro de la diplomacia francesa. Pese a haberle sido ofrecido por De Gaulle el Ministerio de Asuntos Exteriores, rechazó este cargo así como otros que le podían haber dado la efímera gloria de la política activa para dedicarse a configurar el mundo épico que ahora, ya, es parte de la propia historia por él descrita».

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