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Muere Mike Davis, un pensador esencial para comprender Los Ángeles

‘Ciudad de cuarzo’, publicado en 1991, se convirtió en un éxito de ventas a pesar de ser un oscuro retrato de la capital del oeste de EE UU

Luis Pablo Beauregard
Mike Davis
Mike DavisTAO RUSPOLI

Los Ángeles, una vasta ciudad inabarcable y por momentos impenetrable, ha tenido a lo largo del siglo XX cronistas que ayudan a comprenderla. Lo hizo Upton Sinclair con sus obras cargadas de política radical en los años 20, cuando llegó a California desde Nueva York, el estado donde nació. John McPhee, el veterano escritor que ha documentado palmo a palmo el oeste. También Joan Didion, quien integró la cultura pop en su elegante pluma o el influyente historiador del Estado, Kevin Starr. Entre decenas de escritores y académicos destaca Ciudad de cuarzo (1990), una obra que elevó a su autor, Mike Davis, a la lista de autores fundamentales para entender la rica y caótica capital del oeste de Estados Unidos. Davis ha fallecido este martes en su casa de San Diego, a los 76 años, a consecuencia de un cáncer de esófago.

Davis nació en Fontana, a unos 95 kilómetros al este de Los Ángeles. Durante su infancia, vio como los limoneros de su pueblo se marchitaron por la contaminación que producía una siderúrgica cercana. Su madre tenía raíces irlandesas y su padre orígenes galeses. Ambos abandonaron el este durante la Gran Depresión para poner rumbo al promisorio oeste. Su padre era un carnicero, fiel creyente en los sindicatos, pero al final de su vida el hombre vio cómo el poder industrial aplastó al movimiento obrero y su pensión le fue arrebatada. “Es muy duro ver a tus padres perder sus creencias”, dijo Davis a Los Angeles Times en 2004.

El pesimismo marcó la obra de este académico marxista, quien afirmaba que Los Ángeles juega un doble papel, el de utopía y distopía del capitalismo avanzado. Esa gran sombra negra se proyecta a lo largo de 40 años y una obra compuesta por más de una decena de libros de poderosa capacidad profética. En 2005, tras la gripe aviar, escribió El monstruo llama a la puerta, un ensayo que alertaba del peligro de una pandemia catastrófica para los humanos. “Vamos a ver un desencanto a nivel nacional que va a llegar a las calles”, dijo el autor a este periódico en medio de la crisis del coronavirus, cuando su texto volvió a editarse.

En 2020, Davis publicó junto al historiador Jon Wiener Set the night on fire (Prende fuego a la noche), un generoso volumen de 800 páginas sobre los movimientos sociales antirracistas que luchaban junto con los negros, latinos y asiáticos contra una minoría empresarial blanca que controlaba a las policías, la fuerza represiva que controlaba las tensiones raciales. La lucha tenía a Los Ángeles como escenario de una batalla decisiva en la década de los sesenta.

Su obra más famosa, Ciudad de cuarzo, es una crónica de más de 400 páginas construida con teorías marxistas de Gramsci y Marcuse para explicar disparidades e injusticias en los sistemas urbanos y barrios de Los Ángeles. Los villanos son alcaldes corruptos, jefes de policías racistas y desarrolladores como Harrison Otis y su yerno, Harry Chandler, quienes compraron a finales del siglo XIX más de 17.600 hectáreas de terrenos a lo largo de la ciudad (que después multiplicaron su valor con la finalización del acueducto) mientras manipulaban a una corrupta clase empresarial con su periódico, Los Angeles Times. El libro explica también cómo organizaciones vecinales impidieron que la ciudad creciera a lo alto, como Nueva York. Los NIMBY (Not in My Back Yard), pusieron un freno a los desarrolladores evitando que se construyera vivienda popular. Este elemento terminó por depreciar el centro y aceleró la crisis de los sin techo durante los 80, mientras los suburbios y los barrios de ricos se convirtieron en el modelo urbanístico a seguir.

Ciudad de cuarzo se convirtió en un superventas cuando se publicó. Fue calificada en su momento de obra de excesivo pesimismo, pero su alcance y visión es hoy incuestionable. Su primera lectura hizo que algunos críticos de la costa este le acusaran de cierto provincianismo. “A veces escribe como si Los Ángeles, protegida por el mar, las montañas y el desierto, existiera sola”, escribió Bryce Nelson en The New York Times, en 1991. Se convirtió en lectura obligada poco después, en 1992, cuando estallaron los disturbios raciales tras la paliza a Rodney King, que tuvieron como combustible todas las dinámicas opresivas que Davis esbozó en su libro. Con el paso de las décadas se ha convertido en un éxito noir de la sociología. “Me sorprendió absolutamente que la gente se tomara la molestia de leer este libro”, dijo Davis en un podcast de 2020.

Ganador en 1998 de la famosa beca para genios, la MacArthur, Davis nunca ocultó su pensamiento provocador. Control urbano: la ecología del miedo, publicado el mismo año en que obtuvo la ayuda gubernamental, incluye el ensayo El caso para dejar que arda Malibú, donde argumenta cómo inexplicables políticas de vivienda del Ayuntamiento y la corrupción de los desarrolladores ha permitido urbanizar una zona donde hay muchos incendios forestales. Algunos urbanistas críticos llamaban a Davis un “radical que odia las ciudades”.

Un adolescente que leía a Gandhi y a los poetas beatniks, fue invitado por primera vez a los 16 años a un mitin en San Diego en favor de los derechos civiles. Fue una epifanía ver la inversión vital que muchos hacían por luchar contra el sistema. Después de aquello se unió a una organización política, Estudiantes por una Sociedad Democrática. Tuvo que abandonar los estudios cuando su padre enfermó. Fue carnicero y camionero. El sindicato de carniceros lo becó para que estudiara Economía e Historia en la Universidad de California en Los Ángeles. Al graduarse, editó publicaciones de izquierdas y dio clases de Teoría Urbana en el Instituto de Arquitectura del Sur de California, donde formó parte de sus académicos durante décadas.

Desde el inicio de la pandemia se confinó en su casa de San Diego, donde vivía con su esposa, Alessandra Moctezuma (hija de un director de cine mexicano de culto) y sus dos hijos. Además, tenía otros dos hijos, nacidos de uno de sus cinco matrimonios anteriores. “He tenido dos cánceres”, dijo a EL PAÍS hace un par de años. “Mi sistema inmune está prácticamente destruido. Básicamente, considero esto una sentencia de muerte”, dijo entonces, cuando pensaba en la batalla final. Este verano, su esposa Alessandra comunicó en Facebook que Davis había abandonado los tratamientos de cáncer y pasado a los cuidados paliativos. En julio, durante unas de sus últimas entrevistas, a Los Angeles Times, dijo que lamentaba que su muerte no había sido en las trincheras, luchando.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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