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Crítica | Hunter Killer
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La entente Rusia-EE UU

El cine estadounidense, incluso el más convencional, siempre ha tenido los dones de la oportunidad y de la actualidad

Javier Ocaña
Gerard Butler, en 'Hunter Killer'.
Gerard Butler, en 'Hunter Killer'.

El cine estadounidense, incluso el más convencional, siempre ha tenido los dones de la oportunidad y de la actualidad, la virtud de ser reflejo en cada momento de su historia de las intenciones políticas de sus gobernantes, de saber convertirse en espejo de su estrategia global. Y a la pregunta sobre quiénes han sido los enemigos para el país de las barras y las estrellas, y quiénes sus posibles aliados, sobre todo en tiempos de paz o de guerra fría, siempre podría sucederle una posible película como respuesta.

HUNTER KILLER

Dirección: Donovan Marsh.

Intérpretes: Gerard Butler, Gary Oldman, Michael Nykvist, Common.

Género: bélica. EE UU, 2018.

Duración: 122 minutos.

Algo que reluce una vez más en la insustancial en lo cinematográfico Hunter Killer, prototípica película de submarinos con apuntes bélicos y políticos, de evidente corto alcance, que, sin embargo, sorprende por la elección de los villanos y de los posibles aliados en una nueva etapa de las relaciones internacionales entre Estados Unidos y Rusia, con Donald Trump y Vladímir Putin como gobernantes, en una inquietante relación de complicado pronóstico.

Así, en un momento del relato se define al presidente de Rusia como “un mal menor ante lo que pueda venir en su contra”, y su trama general, que pasa por ser un aparente delirio, acaba diciendo mucho como radiografía de una posible entente Rusia-EE UU: el jefe del Kremlin es secuestrado por un grupo de militares con aparentes maneras soviéticas, y es el ejército estadounidense, único conocedor del rapto, el que debe impedir un golpe de estado fatal para el mundo y para sus intereses.

Producida por los responsables de Objetivo: Londres (2013) y Objetivo: la Casa Blanca (2016), como Hunter Killer, productos de acción nacidos a partir de tramas gruesas y disparatadas, pero con evidentes connotaciones con la política y el miedo contemporáneos (el terrorismo cibernético, Corea del Norte, los daños colaterales del ejército estadounidense en su salvaguarda del mundo…), la película va a mostrar la honorabilidad conjunta de dos capitanes de sendos submarinos, uno de cada lado, trabajando conjuntamente para evitar el desastre mundial.

De este modo, lo que podría haber sido una más de las penosas presencias gritonas de un actor tan mayúsculo como es Gary Oldman (cuando selecciona sus trabajos), o una simpleza de acción comandada con cierto fuste por un director con ganas de currículo y oportunidades en Hollywood, en este caso, el sudafricano Donovan Marsh, se convierte en, al menos, una curiosa muestra de la habitual interpretación del cine estadounidense de la realidad nacional en torno a su poder.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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