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“A la gente con casas modernas no le cuadra un ‘velázquez’”

Pérez vive el arte. Y la Fundación Arco le reconoce esta pasión con uno de sus premios al coleccionismo.

Miguel Ángel García Vega
El coleccionista Jorge Pérez, en Madrid, esta semana.
El coleccionista Jorge Pérez, en Madrid, esta semana.Carlos Rosillo

Jorge Pérez nació en Argentina hace 66 años. Quizá por eso su existencia ha sido una rayuela. Hijo de padres cubanos, criado en Colombia y de ahí a la madurez en Miami. Es uno de los hombres más ricos del mundo (la revista Fortune le calcula un patrimonio de 3.400 millones de dólares), su constructora (The Related Group) domina el paisaje de Florida e incluso un museo (Pérez Art Museum Miami, PAMM) lleva su cartografía. Es el primer edificio público en Estados Unidos bautizado con el nombre de un latino. Todo esto es Jorge Pérez y también alguien comprometido a donar la mitad de su fortuna a actividades filantrópicas. Pérez vive el arte. Y la Fundación Arco le reconoce esta pasión con uno de sus premios al coleccionismo.

Pregunta. ¿Es Arco una feria de segunda?

Respuesta. No. Es una feria de primer nivel y lo hace muy bien. Hay grandes galerías y excelentes piezas. El programa VIP es estupendo y hay eventos interesantes a su alrededor. Para mí, Carlos Urroz [director de Arco] es el mejor director de ferias del mundo. Tras Art Basel, la mejor es Arco.

P. Pero hubo un momento en que Arco pudo haber sido lo que hoy es Art Basel Miami, y de repente algo falló.

R. Claro, falló España. Se cayó completamente el país. La gente paró de comprar arte. La feria tuvo unos años donde era muy difícil traer a coleccionistas. Me acuerdo de pasear por los pasillos, entre los estands, y era una situación muy difícil. Los galeristas no vendían nada. Yo traté, entonces, de apoyar la feria porque de verdad lo necesitaba.

P. Nunca ha habido tantos coleccionistas con fundaciones o museos privados. ¿Es una cuestión de un ego colosal?

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R. Jamás he querido tener un espacio privado. Tenemos una fundación muy grande que compra muchas obras, pero para el museo (PAMM). Ahí va todo. El problema es que el arte se ha convertido en una commodity. Los precios han subido tanto que bastante gente está más interesada en el negocio que en el arte en sí. Muchos están comprando y revendiendo. Jamás se había vivido este fenómeno con tanta intensidad. Hoy existe una cantidad ingente de dinero en el mundo; la verdad: sobra. La gente no sabe dónde parquearlo. Por eso quien adquiere arte busca, además, estatus. Creo que esto ha influido en muchos a la hora de comprar. Hay amigos que me dicen: “Tengo cinco millones de dólares, cómprame arte para la casa”.

P. Pero estos días parece que la economía mundial amenaza con una nueva recesión. ¿Desaparecerán estos compradores decorativos o especulativos?

R. No. Lo que sucede en el mundo del arte es que tienes que saber escoger. Las grandes piezas siguen revalorizándose mucho. Y las que no llegan a ser reconocidas, nada. O sea, en la reventa no tendrían casi valor. Aunque para mí no es importante porque nunca he revendido una obra.

P. Esas grandes piezas de las que habla solo son accesibles a menos del 1% de la población del planeta. ¿El mercado del arte refleja la inequidad del mundo?

R. Desafortunadamente sí. En Estados Unidos la distancia entre el pobre y el rico cada vez resulta más grande. Es algo injusto, pero está pasando.

P. ¿Cree que se acabó la fiesta de que, por ejemplo, Damien Hirst cueste más que Rubens?

R. Lo cierto es que da qué pensar cuando uno ve pintores que ni pintan, que tienen un estudio de 200 asistentes y cuyas piezas valen más que un velázquez. Pero lo que pasa en el mundo es que la mayoría no quiere maestros antiguos. Digo la mayoría. A la gente con casas modernas no le cuadra un velázquez. Si se fija verá, por ejemplo, que los grandes coleccionistas actuales no atesoran arte del Renacimiento.

P. Con la nueva relación entre Estados Unidos y Cuba, ¿habrá una explosión de arte cubano?

R. Ya la hay. Todo el mundo habla de ese boom. Ha adquirido un auge increíble. Los coleccionistas y galeristas están yendo a La Habana sin parar. Los precios de los artistas más conocidos han aumentado una barbaridad. Incluso una de las mejores galerías del mundo, Continua, presente en Arco, ha abierto un espacio en la isla. Todo el mundo quiere abrir galería aunque no haya manera de hacerlo, porque no te dejan. El boom del arte cubano en los próximos años será muy fuerte.

P. ¿Viene a Arco con ganas de comprar? ¿Alguna pista?

R. Sí, con muchas ganas. He visto bastantes obras que me gustan. El arte no se puede comprar por teléfono ni por fotografías. Cuando lo ves en la realidad puede ser muy diferente. Hay grandes artistas cubanos exponiendo y viviendo en Madrid y voy a ir a verlos a todos. Me gusta adquirir obra a la gente que me cae bien.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.

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