El otro lado del espejo
A Antonio López se le ha calificado de pintor hiperrealista porque el término realista se le queda pequeño. No hay, en cambio, pintores hiperabstractos, como si la abstracción careciera de grados. Cabe preguntarse si la figuración, llevada a extremos hipnagógicos, no sería también un modo de abstracción. Lo cierto, en todo caso, es que cuando uno, en su propia vida, sufre una experiencia visual "hiper", la reconoce enseguida como excepcional y, en ese sentido, como alucinatoria. Puede ocurrirle en la visita a una tienda de Ikea, donde las diversas realidades domésticas alcanzan extremos lindantes con el sueño, o en un frenesí místico, donde el sueño linda con la vida. López, que siempre encuentra el modo de dar una vuelta de tuerca más al realismo, es un místico que utiliza la pintura para relatar sus visiones. Él diría que es un ascético, pues alcanza la revelación a lo largo de un durísimo proceso lleno de sacrificios y de reglas. Jamás se expresa como si le resultara fácil la conquista de esas experiencias contemplativas que cuelgan de las paredes de los museos; de hecho, casi nunca las da por terminadas. A nosotros, esclavos de una realidad normal, homologada, mostrenca, nos parece, en cambio, que nos hemos tomado un ácido cada vez que nos plantamos delante de uno de sus cuadros. En el de la fotografía, la ficción podría ser la realidad, y viceversa. Observen cómo el maestro intenta introducirse en esa ficción real creada por él mismo. Un día de estos pintará un cuadro desde dentro, en vez de desde fuera, y se quedará a vivir en el otro lado del espejo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.