Cuerpo y Cabeza
Este hombre era hace cinco años (cuando tenía 29) la tercera persona más famosa del mundo, el mejor jugador de fútbol del mundo y uno de los deportistas jóvenes más ricos del mundo. Y no estaba loco. Al contrario, era también uno de los tipos más cuerdos del mundo. Hace unos días lloró al anunciar su jubilación. Decía que el cuerpo no le daba para más, que hasta subir las escaleras le producía un dolor insoportable. "Mi cabeza", añadió, "me mandaba jugar, pero mi cuerpo me pedía que parase". Cuando tenía 24 años, en plena gloria y en plena juventud, se rompió longitudinalmente (una rareza) el tendón rotuliano, indispensable para la articulación de la rodilla. Tras seis meses sin jugar, se lo volvió a romper en el partido de regreso. Su cuerpo le dijo que se retirase, pero él hizo caso a su cabeza y regresó con enorme éxito al cabo de un año y tres meses. Toda su carrera deportiva fue una lucha entre lo que le pedía el cuerpo y lo que le pedía la cabeza. Al final ha ganado la batalla el cuerpo (todas las batallas, tarde o temprano, las gana él). Se retira, se va, con su cabeza y con su cuerpo. ¿Pero adónde? A lo mejor a la cabeza le gustaría permanecer en un sitio y al cuerpo en otro. Tal vez viva ya siempre con la cabeza acá y con el cuerpo allá. Alguien, cerca de mí, en un bar, y observando esta foto, censuró que el jugador llorara. "Después de todo", dijo, "tiene la vida resuelta". ¿La vida? ¿Qué vida? ¿La de la cabeza? ¿La del cuerpo? ¿Le ayudará el dinero a construir una existencia nueva en la que por fin el segundo y la primera alcancen un acuerdo?
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