"Si Dios no agrada a todos, no les voy a agradar yo"
La cita es en Valdebebas, en la Ciudad Deportiva del Real Madrid. Es viernes, 14 de agosto, y Manuel Pellegrini, el entrenador, ha concluido el entrenamiento hacia las 12.15. Una hora después, por las instalaciones ya no hay rastro de ningún jugador, salvo de Xabi Alonso, que comparece en rueda de prensa porque al día siguiente
se producirá en San Sebastián, su cuna personal y futbolística, su debú como madridista en España. Pero en realidad sí queda un jugador, entregado a una de sus pasiones rutinarias: el gimnasio. Le encanta esculpir su hercúleo cuerpo y se machaca todo lo que puede, en la sala de halteras y en las camillas de los fisios. No tolera ningún desajuste físico y le gusta, dicen quienes le rodean que de forma obsesiva, que toda la maquinaria esté perfectamente ajustada.
"Hay gente que debe inventar mentiras. Estoy habituado al mundo rosa"
"A ninguno de mis sobrinos le gusta el fútbol. Es extraño"
Hoy los vestuarios del fútbol parecen camerinos. El jefe de prensa ya ha tenido tiempo de comprobar sus hábitos, así que, de forma amable y diligente, advierte al redactor y al fotógrafo que el chico aún tardará media hora. Hacia las 14.15, del ascensor de una zona VIP de Valdebebas aparece el futbolista con mayor eco en todo el planeta, pese a los últimos escarceos de Beckham en las pasarelas de Los Ángeles. De camino al encuentro con los periodistas, la nueva megaestrella del Real Madrid se ve de reojo en una gran pantalla de televisión, en la que sólo se sintoniza el canal de la entidad blanca. En ese momento se emite un reportaje sobre él con motivo de un viaje benéfico al corazón de África. "Esa cinta no la tengo", le dice al jefe de prensa, mientras esboza una sonrisa muy natural y estrecha la mano de los periodistas con gran firmeza. Sus chispeantes ojos examinan todo el escenario a su alrededor con la celeridad que se mueven sus pies sobre el césped. En el cuerpo a cuerpo, CR9 no destila artificialidad. Se muestra en todo momento cordial y muy confiado en sí mismo. Nada hace pensar que esté ante un mero trámite, ante un engorro mediático cualquiera.
A sus 24 años, domina la escena. No hay duda de que se gusta a sí mismo. Tiene motivos: a los 11 años dejó la madriguera, y desde entonces, todo han sido grandes desafíos. Pudo con todos y hoy es un triunfador. El Real Madrid es ahora el mayor reto de su vida. Ni los casi 100 millones de euros que se han pagado por su fotogenia y sus piernas, ni la heráldica de su nuevo club. Nada le abruma. Nadie cree más en Ronaldo que el propio Cristiano.
¿Le han explicado lo que significan aquellas torres del horizonte?
Sí, son las torres del presidente para Figo, Beckham, Zidane y Ronaldo.
¿Le pesan esas torres y la historia del Real Madrid, o con tanta púrpura a su alrededor nada le inquieta?
Cada uno tiene su tiempo. Todos los que han pasado por aquí han dejado su marca. Mi responsabilidad es hacer lo mismo o mejor, dejar una página bonita de recuerdo y hacerlo lo mejor posible.
Usted despierta mucha admiración y grandes envidias. ¿Es fácil vivir todo el día sabiéndose Cristiano Ronaldo?
Sí, sí, ya estoy adaptado a mi vida y hay momentos para todo. Hay momentos para estar concentrado en el fútbol, para salir por ahí, para estar con la familia... Estoy habituado y me siento muy bien siendo quien soy. Es cierto que a veces no es fácil, pero ésta es mi vida y estoy muy contento con ella.
Vamos, que el Cristiano íntimo convive bien con el Cristiano de las multitudes...
Ja, ja... Sí, los dos son compatibles. Somos muy amigos.
¿Y cómo lleva saber que usted vale casi 100 millones de euros, escuchar cada día que los futbolistas son unos privilegiados?
Bueno, hay personas que se quedan contentas y otras no. La vida es siempre así. Si Dios no agrada a todos, no les voy a agradar yo. Es normal. Entiendo y respeto lo que se dice por ahí, pero muchas veces no lo comparto. Estoy tranquilo, estoy en un gran club y voy a demostrarme a mí mismo, a mi familia, a la gente que me quiere y a las personas que me contrataron que sí valgo eso. No tengo nada más que decir. Sólo trabajar.
¿No le parece que el fútbol se ha desmadrado? A muchos les parece obsceno lo que se paga.
No, no me lo parece. Me parece lo justo. Las cosas son así.
¿Pondría un límite económico a los fichajes?
¿Qué? ¡Ah, no, no...! De esas cosas no hablo, cada uno tiene lo que se merece.
¿Es consciente de que quizá su mundo sea irreal, que fuera de esa burbuja hay un planeta terrenal?
Yo he vivido en un mundo real. En mi cabeza siempre pienso que soy una persona normal, una persona normal que hace cosas diferentes, sólo eso. Los jugadores sabemos que tenemos una profesión que nos da cosas muy bonitas, pero también unas responsabilidades. Tenemos que ganar siempre, la presión es grande. Pero somos profesionales y estamos adaptados.
¿Le preocupa esa imagen frívola que para muchos transmite? ¿Tiene alguna inquietud que no sea su estética y el fútbol?
Yo intento comportarme bien dentro y fuera del campo, aunque ya sé que a veces no es fácil por muchas razones. Intento dar una buena imagen sobre todo para los niños, es importante que crezcan con buenos ejemplos. Ésa es una gran responsabilidad para mí. Tengo sobrinos, y si algún día tengo hijos, me gustaría que crecieran sintiendo que aquellas personas que les gustan son un buen ejemplo para ellos.
¿La infancia es lo que más le preocupa?
Sí, son el futuro. ¿Qué ocurrirá cuando nosotros no estemos y queden ellos? Es importante que tengan los valores adecuados.
¿Qué queda de aquel crío que comenzó a patear el balón en el Andorinha de Funchal?
Han pasado muchos años, pero fue una experiencia muy bonita. Mi camino hasta aquí ha estado muy bien, he conocido muchas personas buenas que me han ayudado a estar donde estoy, tanto en el Andorinha como en el Nacional y en el Sporting de Lisboa. Tengo mucho que agradecerles. No ha sido fácil llegar hasta aquí.
Y eso que usted estaba predestinado a ser político, puesto que tengo entendido que la devoción de su padre por Ronald Reagan es la causante de su segundo nombre. ¡Quién le iba a decir a su padre que sería un futbolista brasileño el que popularizara el nombre!
Sí, sí, sí... Me llamaron así por Reagan, pero fue mayor el empeño de mi mamá que de mi papá. No sabían que iba a nacer un tal Ronaldo en Brasil. Mire, ayer precisamente lo hablamos en casa. Pero a mí me gusta mucho mi nombre, es muy bonito.
¿Se ha interesado alguna vez por la historia de ese presidente y descubrir así por qué su madre era tan devota?
Para ser sincero, no. Sé muy bien quién era, pero sólo es mi nombre y nada más.
¿Su infancia fue tan difícil como se sostiene en alguna de sus biografías?
Fue difícil, pero nunca me faltó de nada. Mi padre y mi mamá trabajaron mucho para que no nos faltara de nada. Pero no fue fácil irme a Lisboa solo con 11 años. No, no fue fácil irme de Madeira a vivir solo a una ciudad como Lisboa. Lloraba todos los días, pero me gustó la experiencia. Aprendí mucho, sobre todo a convivir con la presión.
¿Ya no llora?
Sí, sí, aún lloro de vez en cuando. A veces de alegría, o por tristeza cuando se pierde...
¿Y por algo que no sea el fútbol?
Sí, también, de vez en cuando. Pero hoy día me río mucho más de lo que lloro.
Ahora que ha mencionado a su familia, ¿hay alguien a su alrededor que la haga bajar a la tierra cada día, que le haga poner los pies en el suelo?
¡Mucha, mucha gente! Me rodean personas muy buenas y cuidan mucho esos aspectos. También hay gente en el club que ayuda a los recién llegados y eso me da estabilidad, por eso estoy tan bien psicológicamente.
He hablado de usted con muchos compañeros suyos. Lo primero que dicen todos me resulta sorprendente: "Es muy normal".
Quien me conoce sabe bien cómo soy. En muchas ocasiones me entristece un poco lo que trasciende de mí, pero los que conviven conmigo saben que soy una persona sincera, que sólo tiene una cara. Eso es lo que más me alegra.
Vamos, que no le preocupa la imagen que proyecta...
[interrumpe]. Me importa, claro que me importa lo que piensen de mí. Soy alguien sincero, nada más. Respeto lo que digan de mí, pero muchas veces no estoy de acuerdo. Dicen cosas de Cristiano que no son ciertas. Pero, en fin, la vida es así y hay que seguir.
¿Qué tal lleva el mundo rosa?
Es una situación normal. Para ganar dinero hay personas que tienen que inventar mentiras, montar polémicas inciertas. Estoy habituado y sé vivir con ello, pero no siempre me resulta fácil. Tenga en cuenta que detrás tengo una familia y gente que me quiere a la que no le gustan esas cosas, a la que no le gusta tener que vivir con ello. Desde hace cuatro o cinco años es así.
No deja de ser un afortunadísimo chico de 24 años que se divierte de vez en cuando...
Para la mayoría de la gente no soy un chico joven, sino una persona que siempre tiene que hacer las cosas bien y que si hace algo malo lo matan. Bueno, está bien, la vida es así, con sus cosas buenas y sus cosas malas. ¡Qué le vamos a hacer! Estoy plenamente adaptado.
¿Se puede ser CR y echar algo de menos?
Bueno, pequeñas cosas que hacía antes y ahora no puedo. Algo de privacidad. Por ejemplo, ir a un shopping, al cine, pasear o ir a la playa.
Si siguiera en el Andorinha o jugara en el Hull City, no tendría problemas.
Claro, claro, ya sé que al estar donde estoy y ganar lo que he ganado tengo otra vida, pero eso no quita para que eche de menos esas pequeñas cosas.
Cuando se repasa su biografía futbolística, resulta extraordinario comprobar que todo lo que le ha sucedido ha sido estruendoso, todo a lo grande. Veamos: siendo un niño se pelearon por usted los dos grandes clubes de Madeira, Nacional y Marítimo; debutó con el Sporting ni más ni menos que en un partido de la Liga de Campeones contra todo un Inter de Milán; su estreno en la selección no fue sustituyendo a un cualquiera, sino a Figo en un partido ante Kazajistán; el United pagó 18 millones por usted para que sustituyera a su gran icono, David Beckham, que ese año fichó por el Real Madrid...
Siempre me ha tocado asumir grandes responsabilidades, desde muy joven. Fue difícil, pero me dio un placer enorme que las personas tuvieran tanta confianza en mí. Eso me daba mucha fuerza. Mi vida ha sido siempre un desafío. Siempre me preparo para ganar, soy una persona ganadora, me encanta ganar y así seguiré. Independientemente de donde juegue, yo quiero ganar.
Se nota, porque destila un punto individualista tanto en el campo como fuera, quizá porque desde pequeño usted solo afrontó grandes retos.
Ahora no me veo tan individualista, no, de verdad que no me lo parece. Cuando era más joven, sí, porque tomaba muchas decisiones y algunas eran buenas y otras no. Ahora soy más maduro y tras haber ganado tantas cosas, a nivel individual y colectivo, tengo otra perspectiva para jugar mejor, para tomar cualquier decisión. Pero, bueno, no soy perfecto y tengo mucho que aprender y, claro, siempre estoy aprendiendo. Tengo que saber cuándo dar el pase adecuado, cuándo atrapar yo la pelota...
A usted le encanta hacer malabarismos a solas con la pelota, incluso cuando está en el salón de su casa.
Me gusta, me gusta. Cuando acabamos el entrenamiento o estoy en el gimnasio me gusta tener a alguien con el que jugar y hacer bromas con la pelota. Aquí, como en el Manchester, a algunos chicos les gusta. Y en mi casa, como a mis sobrinos no les gusta el fútbol...
¡Cómo dice!
Sí, sí, ya sé que es extraño, pero a mis sobrinos no les gusta el fútbol. Y no sé por qué... Bueno, no todos pueden ser jugadores. Así que en casa, donde haya un balón, juego yo.
Acaba de aludir al gimnasio. No acabo de entender su obsesión por las pesas y esculpir ese cuerpo culturista. ¿Lo hace por estética y lucir pectorales o realmente es necesario para jugar al fútbol, cuando no fue imprescindible para tantos y tantos grandiosos futbolistas?
No es verdad que sea una obsesión. Cuando era más joven sí, ahora no. Con el calendario que tenemos, tampoco tengo mucho tiempo para ir al gimnasio. Y claro que es necesario para jugar al fútbol, aunque también para tu autoestima, para estar más contento contigo mismo. En el fútbol hay contactos inmensos y hay que estar preparado.
¿Cuándo sintió que por fin ficharía por el Real Madrid?
No lo supe hasta hace poco, cuando se decidió hace poco más de un mes. En Manchester se hablaba mucho de ello, pero nada más.
¿Es cierto que tenía un acuerdo cerrado con Ramón Calderón, el presidente anterior?
No, eso no es verdad.
¿No?
No.
¿Florentino Pérez, además del dinero, por supuesto, utilizó alguna otra arma de seducción?
Es una persona muy inteligente. Para haber cambiado tantas cosas aquí hay que ser muy inteligente. Tenemos que respetarle por todo lo que ha hecho.
¿Le hizo firmar algo en una servilleta, como ocurrió en su día con Zidane?
Hum... No recuerdo muy bien. Me dio dos regalos.
¿Se puede saber qué tipo de obsequios?
Un reloj y una réplica de la Cibeles.
¿Antes de firmar o después?
Después... Pero todavía no me los ha devuelto.
No le entiendo.
Fue antes de la presentación en el Bernabéu. Me dijo: "Esto es para ti". Cuando acabó el acto se olvidó de dármelo... ¡Pienso reclamárselo! Ja, ja, ja...
Mientras tanto, hablemos de fútbol. ¿Qué tipo de juego le gusta?
Me gusta ganar, ganar y ganar. Y si puede ser con un fútbol atractivo, mucho mejor. Tenemos un equipo muy bueno y un gran entrenador, así que contamos con todos los ingredientes para ganar y ser atractivos.
¿Ve mucho fútbol?
Un poquito.
¿A qué equipos ha admirado últimamente por su estilo?
A muchos.
¿Al Barça, por ejemplo?
El Barça juega muy bien, y el Atlético, el Valencia... En España se juega muy bien. En la Premier, los equipos son muy competitivos, pero allí se juega de forma más física y en España predomina el balón. Al final de la temporada le podré dar más pistas.
¿Le ha sorprendido algún compañero al que no tuviera muy fichado?
Más o menos conocía un poco a todos. Lo que se ve es que hay mucha calidad, lo que para mí es muy bueno para seguir aprendiendo y seguir ganando títulos.
¿A quién le daría el Balón de Oro?
... No lo sé. Es una pregunta que... Tengo muchos amigos, y si digo uno u otro, habrá enfados. Ellos sabrán muy bien a quién dárselo.
A un tal Messi, ganador del triplete, quizá...
Bien, por qué no. Puede ser.
En la final de Roma ante el Barça a usted se le vio muy irascible.
Porque perdíamos. Ya le he dicho que no me gusta perder, y menos una final de la Liga de Campeones. Es normal que me enfadara.
¿Qué tal ha terminado su relación con Alex Ferguson?
Bien, muy bien. Para mí ha sido una persona espectacular que me ha ayudado mucho y a la que llevo en el corazón.
En el United coincidió con Giggs y Scholes, que llevan en el club desde el parvulario. En Madrid se encuentra con Raúl, Guti y Casillas. Cada vez hay menos futbolistas que se identifiquen de tal forma con su club. El dinero puede con los sentimientos.
No, independientemente de que un jugador se quede 15 o 20 años en un club, tengo la certeza de que los futbolistas defienden a sus equipos con toda su entrega. Yo, por ejemplo, di siempre lo mejor por el United, igual que haré en el Madrid, donde pienso hacer de todo con tal de ganar títulos. Los jugadores que crecen en el mismo club en el que acaban su carrera tienen mucho valor y se merecen un reconocimiento. Pero hoy día es muy difícil.
¿Sabe cuántas referencias sobre usted se contabilizan en Google?
No, ni idea.
Veinte millones ochocientas mil.
¡Muchas!
Tranquilo, Barack Obama tiene 81 millones.
¡Pero es Obama! Bueno, no estoy tan lejos. Pero dígame, ¿qué jugador tiene más?
Beckham, supongo.
¿Y quién más, quién más?
No sé, no he rastreado más.
Bueno, 20 millones no está mal. Me motiva mucho que la gente se interese por mí.
Un avance meteórico hacia el estrellato
La primera vez que
Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro (1985) comenzó a darle patadas a un balón fue a los ocho añ os en el Andorinha, un equipo de su Funchal natal. Era el hijo del utilero. Un chico de barrio que progresó rápido. El Sporting de Lisboa le fichó en 2001 y se instaló en la capital. Ese año debutaría en la previa de Champions. Ante el Inter. Asombró. Entonces pasó a ser titular.
Veloz y de fuerte físico, a Ronaldo le comparaban a menudo con Eusebio, legendario delantero luso. Y sustituyó también a otro icono del país, Luis Figo, en 2003 con la selección portuguesa absoluta (en la foto, con 19 años, en un entrenamiento de la Eurocopa 2004).
Con el dorsal 7 en el Manchester, ha logrado en 2008 los más importantes galardones, entre otros el Balón de Oro, FIFA World Player y la Bota de Oro.
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