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Reportaje:

El viejo Gainsbourg ha vuelto

Nuevas ediciones, filmes e inéditos recuerdan dos décadas de la muerte del cantante

Antonio Jiménez Barca

Basta acercarse a su casa parisiense de siempre, vacía desde hace 20 años, en Saint-Germain-des-Prés, para darse cuenta de que Serge Gainsbourg sigue contando: las persianas, la verja, las paredes, la puerta... todo está abarrotado de pintadas, de grafitis, de dibujos, de frases ("eras el mejor, eras guapo, eras un artista"). Muchos son recientes, y todos pertenecen a seguidores de este artista feo y orejón, que sedujo a las mujeres más bellas de la época, Brigitte Bardot entre ellas, tímido hasta la enfermedad en sus comienzos y provocador obsceno y chabacano al final de su carrera, que murió solo mientras se echaba la siesta en esa misma casa el 2 de marzo de 1991. Francia se prepara para celebrar el 20º aniversario: todas sus canciones se editarán de nuevo en una serie de 20 CD que saldrá a la venta el 28 de febrero. Antes, una antología de sus textos se publicará en un volumen de 700 páginas llevada a cabo por su biógrafo de referencia, Gilles Verlant. Paralelamente se exhuman y se radian viejos temas pretendidamente inéditos: una versión en la que acompaña en un ensayo a la cantante Dani, para la que compuso la canción Como un boomerang.

Todas sus canciones se editarán en 20 discos que saldrán a la venta en febrero
Cinco imprescindibles del mito feo y orejón

El viejo Gainsbourg ha vuelto, pues, con su Gitanes y su cóctel de algo en la mano, al lado siempre de la más guapa. La verdad es que Gainsbourg ya estaba ahí. El año pasado, una película del cineasta Joann Sfar (Gainsbourg, vida de un héroe), le devolvió parte de su fama y desde entonces, como en los buenos tiempos, no se ha bajado de las páginas de los periódicos franceses o de las pantallas de la televisión.

Gainsbourg, conocido en España sobre todo por su célebre -y escandalosa en su tiempo- Je t'aime... moi non plus, interpretada junto a Jane Birkin, el tema más explícitamente sexual que se ha compuesto nunca, nació en París, en 1928. Su territorio de infancia fue Montmartre. Quiso ser pintor, pero para ganarse la vida tocaba el piano en un tugurio de travestís de Pigalle. Obsesionado por triunfar, por ganar dinero, fama y reconocimiento, comenzó a componer. Por entonces ofreció a Juliette Gréco una joya en forma de canción titulada La Javanaise, que él también interpretó en su tiempo con su estilo algo acomplejado y timorato de entonces. Su primera grabación en televisión data de 1957 y al recordarla, en un documental emitido hace meses por France 2 titulado Gainsbourg caras ocultas, Gréco se echaba las manos a la cabeza, asegurando: "era espantoso". Tras algunos años de aparecer a lo Jacques Brel, sin ganar ni fama ni dinero, abandonó el escenario y se dedicó a componer canciones para otros. En 1965 escribe para la casi adolescente France Gall Poupée de cire, poupée de son con la que esta gana el Festival de Eurovisión de 1965. Adiós a los trajes y al existencialismo: bienvenido al mundo yeyé, mucho más lucrativo y alegre

En 1967 conoció a Bardot. Se enamoraron en un restaurante. Ella le pidió una noche, según la leyenda, que le compusiera la canción de amor más bonita del mundo y él rescató una melodía que había utilizado años atrás para una banda sonora y escribió Je t'aime... moi non plus. La grabaron juntos. La versión de Bardot es más explosiva que la de Birkin. Tanto que la actriz, casada por entonces, al ver el escándalo monumental que se organizó en la Francia de la época, rogó a su amante que la retirara del mercado. Gainsbourg, tan feo como caballeroso, accedió. Dos años después lo volvería a grabar, esta vez con su mujer de entonces, la cantante y actriz Jane Birkin. La canción les catapultó a los dos para siempre.

Gainsbourg grabó más de 19 álbumes, dirigió cuatro películas, participó como actor en muchas más, compuso cientos de canciones y vivió un momento extraño de gloria y redención: en 1979, en un recital en Estrasburgo, un grupo de militares franceses y miembros de la extrema derecha más feroz ocuparon las primeras filas de la sala. Venían dispuestos a impedir que Gainsbourg interpretara su último éxito, Aux armes et caetera, una versión reggae de La Marsellesa, considerada por muchos un ultraje. Al ver el panorama, el cantante ordenó a sus músicos rastas que no se bajaran del autobús. Subió al escenario solo a pesar de que el dueño de la sala le advirtió del peligro. Y dijo: "los que han impedido el concierto han devuelto a La Marsellesa su sentido inicial". Después, este hombre apolítico, con fama de chulo y de degenerado, probablemente borracho, levantó el brazo derecho -el del cigarro- y adquiriendo una dignidad y una grandeza inesperada, comenzó a cantar, en solitario, el himno de Francia. Los militares que le observaban atónitos no pudieron hacer otra cosa que cuadrarse.

Alcoholizado, hundido psicológicamente, abandonado por Birkin, deprimido, enflaquecido, sus últimos años fueron una pesadilla a veces retransmitida por televisión, donde seguía interpretando el personaje provocador que se había creado: llegó a quemar un billete de 500 francos en directo para protestar por los impuestos que pagaba o a proponer a Whitney Houston que se acostara con él.

Murió a los 63 años, en su casa de siempre, la que compró para vivir con Brigitte Bardot y en la que vivió con Jane Birkin, después de haber tratado inútilmente de deshacerse del alcohol y el tabaco. Ya entonces sus admiradores escribían frases en su puerta.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.
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