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Un taquillazo a la francesa

Llega el fenómeno de 'Bienvenidos al norte', el filme galo más visto de todos los tiempos

Antonio Jiménez Barca

Dany Boon (Armentières, 1966) ha escrito, dirigido y copotragonizado la película más exitosa de la historia del cine francés, Bienvenidos al norte. Ya la han visto más de 20 millones de franceses, casi uno de cada tres habitantes. Sólo Titanic, la cinta más vista jamás en Francia, aguanta aún el empuje de esta comedia que cuenta las aventuras, penurias, miserias y descubrimientos sentimentales de un cartero cascarrabias residente en el sur francés trasladado forzosamente a la remota región de Pas-de-Calais, a un paso de la frontera belga.

Al principio va aterrado, porque muchos franceses del sur creen que la vida en el norte es una mezcla de frío, lluvia, oscuridad, mal genio y personas alcoholizadas por la depresión que hablan con un acento ininteligible. Pronto descubrirá que no es así. Boon, doblador de dibujos animados, mimo callejero, cómico y actor antes que guionista y director, que nació en Pas-de-Calais, conoce de sobra los prejuicios que sobre su región flotan en determinados lugares de Francia. Su película, que se estrena mañana en España, es una suerte de "pequeña revancha" sobre esos prejuicios. El director-actor es simpático y amable. Contestó en español al telefonillo de la puerta: "Mi casa está en el cuarto". El salón de su casa, un lujoso piso parisiense situado cerca de los Campos Elíseos, cuenta con un piano, una guitarra eléctrica, un puñado de enormes libros de arte y una pantalla plana de televisión del tamaño de una pared.

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-¿Alguna vez pensó en un éxito semejante?

-No, nunca, jamás.

-¿A qué cree que se debe?

-Es una película muy francesa. Tiene que ver mucho con nuestra identidad. Pero también es una comedia que no renuncia a utilizar los sentimientos: la ternura, el amor...

Según explica Boon, que eligió ese nombre artístico tras interpretar en televisión a un hombre que se hacía llamar Daniel Boom, el inesperado y multimillonario secreto del éxito de su película también se esconde en que los personajes están muy próximos a la gente. "Intentamos decir que la felicidad no se mide por los números de la cuenta corriente del banco de uno sino por el de los amigos que uno tiene", añade.

La película es un viejo proyecto personal, ensayado a lo largo de una vida. Hace más de 20 años, cuando Boon se mudó a París y trabajaba, entre otras cosas, como cómico en salas de fiesta, comenzó a interpretar a un personaje singular: un hombre del norte, con el rudo acento característico de los hombres de esa zona. Ha llegado a vender 600.000 copias de algunos de estos espectáculos, a veces con subtítulos en francés.

Ahora ha transformado todo eso en una película cuyo título en francés es ya una declaración de principios: Bienvenue chez les Ch'tis, literalmente Bienvenido al país de los Ch'tis. No se refiere a ninguna secta extraña. El mote de Ch'tis procede de una derivación lingüística. Los habitantes de esta región, en vez de decir c'est mois (soy yo) o c'est tois (eres tú) pronuncian algo parecido a Ch'mis y Ch'tis. De ahí el apodo. Por eso es conveniente ver la película en versión original, pero siempre con subtítulos. Aunque se sepa mucho francés.

La película comenzó a exhibirse, en febrero de 2008, precisamente, en el país de los Ch'tis, en la región de Pas-de-Calais. Y en una semana, según explica Boon, la recaudación se convirtió en un taquillazo. Boon también recuerda que mientras se rodaba la película, en la localidad de Bergues, una multitud acudía, diariamente, a curiosear. Desde el director hasta el último de los actores temieron que un gentío como el que les rodeaba impidiera el trabajo. Pero no fue así: día tras día, en cuanto Boon gritaba "silencio", el pueblo entero enmudecía y permanecía así durante todo el rodaje. "Eso da una prueba del tipo de gente que habita el norte", dice Boon, con orgullo.

Interpretar un personaje similar durante 20 años le ayudó, pero Boon asegura que convertir eso en un guión y luego en una película no ha sido fácil: "Para empezar, hay que contar una historia. No se trata de intentar que la gente se ría a toda costa. Una comedia no consiste en acumular chistes, sino en poner a los personajes en situaciones fuertes que luego, en el fondo, acaban por hacer reír". Boon asegura que las mejores comedias, además, se encuentran a un paso de la tragedia, que en el fondo se alimentan de situaciones dramáticas filtradas por el humor.

Al espectador le llama la atención el desconocimiento que los franceses de las regiones ricas del sur tienen sobre las regiones más pobres del norte. Boon lo reconoce. Y recuerda que "no todo el mundo es así, claro", pero que a él, yendo de gira por el sur de Francia, le han llegado a preguntar si en el norte tienen luz en las calles o si para volver a su casa necesitaba el pasaporte.

La cuestión clave parece, en cualquier caso, otra. ¿Repetirá en el extranjero, en España, por ejemplo, el éxito de una película tan taquillera, pero a la vez tan francesa, tan particular?

El experimento ya se ha llevado a cabo en lugares tan dispares como China, Estados Unidos, Brasil o Australia. Y según atestigua Boon, el público ha respondido. Evidentemente, las escenas que basan su gracia en el acento pierden el chiste con la traducción. Pero la historia, "que en el fondo es una fábula universal sobre un hombre que va a un sitio donde no quiere ir", dice Boon, esconde sorpresas internacionales: "En Alemania se reían mucho con las escenas de la madre posesiva y de mi personaje. No me preguntes por qué. Pero se reían mucho. Mucho más que en Francia, para ser exactos".

Fotograma de <i>Bienvenidos al norte</i> con Dany Boon (tercero por la izquierda) y Kad Merad (segundo por la derecha).
Fotograma de Bienvenidos al norte con Dany Boon (tercero por la izquierda) y Kad Merad (segundo por la derecha).
Boon, en la multitudinaria presentación del DVD del filme en París.
Boon, en la multitudinaria presentación del DVD del filme en París.AFP

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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