Una marea blanca canta por la paz
Unas 100.000 personas acuden al concierto organizado por Juanes en la frontera de Colombia y Venezuela - El puente Simón Bolívar une a siete ídolos musicales
"Debemos constitucionalizar el derecho a vivir en paz". Lo dijo Juanes, cantautor colombiano, todo vestido de blanco, al terminar el concierto Paz en la Frontera, que ayer unió en el mismo escenario a siete grandes de la música iberoamericana: Carlos Vives, Juan Luis Guerra, Juan Fernando Velasco, Ricardo Montaner, Miguel Bosé, Alejando Sanz y el propio Juanes.
Todos ellos se autoproclamaron "cancilleres de paz" para superar la crisis que vive Colombia con sus vecinos Ecuador y Venezuela. "Hay que darle un salida a este problema ", dijo Miguel Bosé, "siempre estaremos ahí cuando sea necesario", añadió el músico español, que fue de los que más alzó su voz. "Es la hora de exigir, como ciudadanos", dijo.
Tres días de trabajo convirtieron un basurero en explanada
Fue un concierto inmenso: por la calidad de los participantes, por la marea humana (unas 100.000 personas) que se reunió debajo del puente Simón Bolívar, lugar fronterizo que une Colombia y Venezuela, situado frente a la ciudad de Cúcuta, punto más importante de una larga frontera de 2.600 kilómetros, a oriente del país.
Juanes, convocante del evento, fue el último en subir al escenario. Enloqueció al público con sus canciones (A Dios le pido, La camisa negra...) y sus frases: "Este es un concierto de ciudadanos por la paz; no se trata de presionar a los presidentes sino de motivarlos".
Durante tres días, decenas de personas han trabajado para convertir en una explanada lo que un día fue el lecho del caudaloso río Táchira y hoy es un basurero. Un espacio que, por lo insólito, resultó especialmente hermoso. Desde el escenario, adornado con sábanas y miles de claveles blancos, se veía -literalmente- un río de gente.
"La música une a los pueblos". Con este argumento en la mano, Juanes convenció a amigos y colegas músicos para unirse contra el último conflicto entre tres países enfrascados en un rifirafe del cual no se han cerrado del todo las heridas. El detonante fue, el pasado primero de marzo, el ingreso del ejército colombiano a territorio ecuatoriano para dar muerte a uno de los jefes de las FARC. Luego vinieron las denuncias de Colombia contra sus vecinos. Según las autoridades colombianas, por las fronteras (la de Ecuador, al sur, de 580 kilómetros) viene y va coca, armas y guerrilleros.
"Para Simón Bolívar, libertador de cinco países latinoamericanos, no hubo fronteras, y por eso nuestra música tampoco las tiene", dijo el cantautor colombiano Carlos Vives, encargado de abrir el concierto. "Vengo de un país pequeño que quiere ver a Latinoamérica unida", añadió el segundo en subir a la tarima, el ecuatoriano Velasco. El espectáculo tuvo un bello abrebocas: unos niños interpretaron música llanera, cuyo origen nadie sabe a ciencia cierta si está en los llanos de Colombia o de Venezuela.
El concierto (la gran ausente fue Shakira) alborotó Cúcuta, la ciudad más importante de la larga frontera con Venezuela. Del otro lado está San Antonio, una pequeña población donde, hasta hace poco, los colombianos iban a comprar alimentos. El puente fue cerrado desde un día antes. Desde la madrugada se vio una verdadera romería de personas que querían llegar temprano para asegurarse un buen sitio. "Caminé dos horas para llegar; no me importó el calor, ni la multitud, vengo para escuchar a mis ídolos, pero también para pedir la paz; no queremos soldados ni policías en la frontera", dijo una mujer que asistió con toda su familia.
Los comerciantes se dedicaron a vender camisetas alusivas al evento. Todas blancas, con la frase Paz sin Fronteras y estampados los mapas de los tres países y sus tres banderas. Banderas casi idénticas porque, a comienzos del siglo XIX, Bolívar armó con los tres un gran país: la Gran Colombia. De ese sueño, que duró apenas 11 años, quedaron las banderas con sus tres franjas de colores: amarillo, azul y rojo. Fue un concierto sin mensajes publicitarios, sin mensajes políticos.
El presidente Álvaro Uribe tenía la intención de ir como un espectador más. Fernán Martínez, representante de Juanes, le llamó y le pidió que no asistiera. Era un día para la paz, no para crear tensiones ni conflictos.
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