Las góndolas surcan Trafalgar Square
Los paisajes venecianos de Canaletto inauguran la temporada de la National Gallery - La muestra explora su relación con sus precursores y sus rivales
Las gruesas pinceladas, la teatralidad, el dominio de la magia de las luces y las sombras... el ojo atentísimo, en suma, con el que escudriñar los paisajes venecianos sirvieron a Canaletto para enviar a la inmortalidad postales de la Laguna, de la plaza de San Marcos, del palacio Ducal, del templo de Santa María de la Salute o de esos gondoleros agachados bajo los puentes que surcaban con sus embarcaciones. Fueron (y siguen siendo) muchos los que capturaron la belleza de la capital de los Duces, pero ninguno como Giovanni Antonio Canal, Canaletto (1697-1768). La National Gallery de Londres abre hoy una brillantísima exposición, Canaletto y sus rivales, que llenará Trafalgar Square de souvenires de otro tiempo.
La decadencia de la República convive en el XVIII con una explosión creativa
En concreto, del settecento, un siglo, el XVIII, en el que la decadencia económica y el final de la República véneta coinciden con un impresionante florecimiento creativo. Lo demuestran los registros, que hablan de la existencia de más de 350 pintores de la ciudad. Y si todos ellos pudieron considerarse rivales de Canaletto en el arte del vedutismo, los más sobresalientes fueron Luca Carlevarijs, Michele Marieschi, Bernardo Bellotto y Francesco Guardi.
Charles Beddington, comisario de la exposición, ha conseguido reunir 50 obras prestadas por instituciones de todo el mundo (30 de Canaletto y el resto de "sus rivales") para contar lo que este género paisajístico supuso en la historia del arte. La masiva presencia de artistas fue la respuesta a una impresionante demanda de obras por parte de ricos clientes procedentes de muchos países extranjeros, pero especialmente de la aristocracia inglesa. Las vistas venecianas formaron un mercado tan competitivo que los mayores talentos del mundo del arte se lanzaron a la captura de la luz y el color en una batalla sin precedentes. La ganó Canaletto, que alcanzó la gloria artística y una inmensa riqueza. En la muestra, la comparación con precursores y rivales solo sirve para agrandar su leyenda.
Los comienzos de Canaletto, recuerda Beddington, no están ligados al paisaje, sino a la escenografía teatral para la ópera de Roma. Pero muy pronto se entregaría plenamente a las postales venecianas. Las primeras pinturas, fechadas en torno a 1720, combinan la poderosa arquitectura de la ciudad con los personajes que protagonizan su vida diaria.
Estructurada en tres salas, la muestra arranca con una obra prestada por el Museo del Prado: El Molo desde la cuenca de San Marcos (1697), de Gaspare Vanvitelli, autor de 40 paisajes de la ciudad en los que la placidez cobra un protagonismo absoluto. En esta misma sala hay varias obras de Luca Carlevarijs (1663-1730), inspirador de algunas de las grandes obras de Canaletto, como La plaza de San Marcos, vista este (1723), propiedad del Museo Thyssen.
La segunda estancia es la de los más famosos paisajes, pintados en pleno apogeo del talento y de la fama de Canaletto, junto a obras salidas de un taller que tenía que trabajar a una velocidad desconocida hasta entonces para satisfacer la incesante demanda de los coleccionistas. Uno de sus ayudantes fue su sobrino Bernardo Belloto, que con solo 18 años asumió un papel fundamental en la producción.
En la tercera y última parte se muestra la influencia de Canaletto en otros artistas, como Francesco Guardi (1712-1793), gran rival de los últimos años del artista. La gran diferencia entre ambos reside en la presencia humana en los paisajes. Con Guardi, la que manda es la naturaleza, mientras que en Canaletto, los edificios y las personas (es célebre su afinado retrato de las clases sociales) son elementos centrales. Aquí, la sucesión de postales de lujo se hace sencillamente imparable.
La ciudad ya ha saludado esta inundación de settecento veneciano como la gran muestra del otoño expositivo. Se podrá visitar hasta el 16 de enero y luego viajará a la National Gallery de Washington, desde el 20 de febrero hasta el 30 de mayo de 2011.
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