La edad adulta del 'dubstep'
La influencia de este género musical se consolida e invade el apartado de música electrónica del Primavera Sound
Fuera de las Islas Británicas, el dubstep solo comenzó a cuajar con la irrupción del primer álbum de Burial, ese misterioso productor inglés que revolucionó el género hace cinco años. Tuvo el don de llegar justo en el momento en que la música electrónica, anclada en los mismos ritmos 4x4 de las últimas dos décadas, necesitaba abrazar un sonido nuevo que la sacase del repetitivo discurso del techno. Ahora, casi nada de lo que se produce para la pista de baile escapa ya a la influencia de los sonidos oscuros, las líneas de bajos y los ritmos rotos del dubstep. El Primavera Sound ha programado este año algunos de los principales nombres de esta comunidad musical. Y se ha podido ver como todos ellos han inclinado su sonido hacia vertientes distintas convirtiendo aquel germen inicial en multitud de subgéneros.
James Blake, el último gran príncipe (solo tiene 22 años) surgido de esta escena actuó el viernes acompañado de dos músicos más para mostrar su reciente primer álbum. Quizá el escenario (justo al lado del mar y a la hora de la fuerte brisa) no era el más adecuado para algo tan delicado, pero demostró cómo se puede evolucionar un sonido de baile y transformarlo en un pop de cuidadísima factura. Blake, músico de conservatorio, tiene una magnífica voz que modula como le da la gana. Lo que construye al final es una especie de soul electrónico que, en lugar de encontrar las bases en el jazz, lo hace en el dubstep. Su recital, ante unas 5.000 personas, fue impecable.
Pero Blake volvió al día siguiente al mismo lugar, y caída la noche lució sus dotes como DJ. Y ahí, la película tuvo otro argumento. No hubo ni rastro de los ritmos rotos y sincopados que dieron lugar al origen del dubstep. La selección musical, que incluía algunos temas de su producción inicial, mantuvo las texturas rugosas, las ráfagas de luz y las voces negras. Pero todo ello, como suele ocurrir ya en la mayoría de clubes londinenses, sonaba más a house que a wonky, dupstep Uk Funk o como quiera llamarse a la variante fundacional de todo esto.
La noche anterior, había hecho algo muy parecido en el mismo escenario el también imberbe Jamie XX. Este (mitad, o mitad y media de XX) es uno de los grandes productores y remezcladores del momento (tiene un magnífico álbum reinterpretando I'M new here, el último trabajo del ayer fallecido Gil Scot -Heron). El chaval puso a bailar como locos a la mitad del festival que se había acercado al escenario Pitchfork y le calentó el terreno al noruego Lindström, que trajo su electrónica cósmica para cerrar la noche del viernes en ese escenario.
Kode 9 (Steve Goodman), el fundador de Hyperdub, el sello más importante del dubstep (al que también pertenece Darkstar, otro de los artistas de anoche), también actuó en sus dos vertientes. Como productor y como dj mezclando temas del enigmático Burial. La idea era buena, porque el anónimo productor inglés nunca actúa ni suele haber ocasión para escuchar su música en los clubes. Kode 9, amigo suyo y máximo valedor de su obra desde el primer minuto, volvía a hacerle así de embajador ante la legión de fans que ha creado sin la necesidad de haber mostrado nunca su rostro. El resultado no fue tan bueno por tratarse de una yuxtaposición sin un encaje muy claro como sesión, pero la cantidad de temas inéditos que sonaron sirvieron de excelente anticipo de lo que será el próximo y prometedor álbum de Burial.
Que el dubstep ya es el género de la electrónica de referencia en los grandes festivales también lo apunta el hecho de que ayer Caspa cerrara el Primavera Sound (el año pasado, este productor ya hizo lo propio en Sónar). La última actuación, a partir de las 4.45 se reserva a un gran nombre con la sensibilidad y talento necesarios para tomarle el pulso al sonido del momento y poner a la gente a saltar. Y esta vez el señalado, no es casual, ha sido uno de los representantes de la variante más cruda y sincera del dubstep.
Babelia
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