El cine que bajó de las favelas
La película '5 X favela' se convierte en una de las sensaciones de Cannes con su personal retrato de la marginación
El común denominador entre Wesley, Ademir, Marlon, Jota, Marcinha y Flávio es inventarse cada día el arte de vivir. No precisamente 'el arte de vivir' en cuanto hipócrita concepto parido por la sociedad del bienestar y recogido hasta la extenuación por esas páginas mágicas de suplemento dominical que tanto nos tranquilizan y nos alivian a este lado de la línea que separa el primer mundo de los demás. No. El arte de vivir así, en sentido literal: convertir la aventura de levantarse y afrontar la masa informe de los días en una obra de arte personal e intransferible, en un truco y en un ardid, en una caja repleta de tretas y de golfería, en un arsenal de picaresca que les dé de comer para que, al final del círculo, la cosa se titule ya de otra forma: 'el arte de... sobrevivir'.
Eso pasa en la sucesión de los días y de las noches allá arriba, en las favelas de Río, en auténticas urbes de hojalata encaramadas a las colinas que circundan la floresta de Tijuca, en ciudades de cartón que, como Rocinha, superan en habitantes a muchas capitales de provincia españolas. Eso pasa allá arriba y los productores brasileños Carlos Diegues y Renata de Almeida decidieron utilizar ese material humano y creativo para poner en pie un insólito proyecto sociocultural que, con el apoyo del gobierno municipal de Río de Janeiro, dio como resultado esta película, 5 X favela : un fresco de ficción sobre base desgraciadamente real firmado por cineastas jóvenes e inexpertos que saben de lo que hablan: guionistas, directores, operadores, actores y técnicos noveles que, tras haber pasado por las aulas de cursos impartidos por prohombres del nuevo cine brasileño como Ruy Guerra, Walter Salles o Fernando Meirelles, han acabado asistiendo incrédulos a lo impensable: aterrizar en la sección oficial del Festival de Cannes .
5 X favela navega entre cinco historias independientes, cinco cuentos cinematográficos sin complejos y plagados de sinceridad, valentía e incorrección política. Nada es lo que parece, o mejor dicho todo es lo que no parecía que era, en esta película. Los corruptos policías sellan acuerdos con los sanguinarios jefes de clan, los niños bien de Copacabana o Ipanema encargan a sus compañeros de facultad menos 'favorecidos por la vida' que les traigan el paquetito de coca que otorgará el pasaporte a la felicidad, la exclusión no sólo va por razas, países, ciudades o favelas, también va por barrios... y los finales de la vida, y por lo tanto de estos cuentos, no son siempre 'happy ends' sino todo lo contrario. Como ese tremebundo último plano de 'Un concierto de violín', en el que el jefe de la policía acaba brutal pero piadosamente a tiros con la vida de sus dos amigos del colegio para ahorrarles un final mucho más espantoso.
Las amistades de infancia rotas por el curso del tiempo, el amor filial en medio del desastre, la puñetera dictadura del destino -que, no hay duda, existe según en qué casos- las ilusiones en forma de cometa volando por el aire... estos son algunos de los temas que tratan estos 'meninos da rua' reconvertidos en cineastas en 5 X favela . Los productores han puesto a su alcance medios similares a los que hubieran tenido directores profesionales. Si a esto se une la originalidad y calidad de las historias y la inacabable frescura en el planteamiento de estas cinco pequeñas películas -la frescura inherente al recién llegado- el resultado es una pequeña joya de hora y media hecha cine. Un diamante en bruto, no tan en bruto, en medio del festival más grande e influyente del mundo.
Babelia
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