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Van Gogh: suicidio entre interrogantes

Una biografía cambia las tesis oficiales y apunta a una muerte accidental

Isabel Ferrer

Una nueva teoría sobre la muerte de Vincent van Gogh puede acabar reescribiendo la historia del arte. Toda la literatura producida sobre el artista holandés le presenta como el paradigma del genio incomprendido que acabó suicidándose. Ahora, la más reciente de sus biografías, titulada Van Gogh: la vida, y firmada por los estadounidenses Steven Naifeh y Gregory White Smith, propone un final aún más dramático, si cabe. Una bala, disparada por error por un adolescente burlón, habría acabado con su vida en Auvers-sur-Oise, cerca de París, un luminoso 29 de julio de 1890. Herido de muerte en un accidente fortuito, Van Gogh tuvo el gesto más generoso de su existencia. Dijo que había querido quitarse la vida, y se libró así de una acusación de homicidio imprudente al jovencito. Menos de dos días después del accidente, Vincent falleció mientras su hermano Theo le abrazaba susurrando que su tristeza no tendría fin.

Herido fatalmente, el artista dijo que había querido quitarse la vida
En el museo dedicado al pintor han acogido con mesura la teoría

Naifeh y White Smith han dedicado casi un millar de páginas y una década de sus propias vidas a reconstruir la trayectoria de Van Gogh. Según ellos, el relato del suicidio no cuadra y por eso decidieron reconstruirlo con detalle forense. En primer lugar, rescatan la figura de René Secrétan, un chico que veraneaba con su familia en Auvers y solía burlarse del pintor. Propenso a las depresiones y exagerado en sus filias y fobias, Van Gogh era una presa fácil. Venía, además, del sanatorio de Saint Rémy, en la Provenza francesa. Aunque durante su reclusión estuvo muy inspirado y pintó sin parar, fue un paciente de centro psiquiátrico y sus nuevos vecinos debían saberlo. Así que cuando Sécrétan se disfrazó un día de vaquero con pistola, el pintor le dijo que parecía Buffalo Bill. Una broma inocente que, según los biógrafos, acabó en tragedia. Bebidos y entre burlas y gracias, al cabo de un rato se oyó un disparo en un trigal del pueblo. A partir de ahí, el final se precipitó y Naifeh y White Smith creen saber lo ocurrido. "Van Gogh regresó a su casa tambaleándose y dando una versión inconexa y poco creíble de su supuesto intento de suicidio. Por otro lado, la pistola nunca fue recuperada", ha declarado la pareja de autores a la CBS, donde han presentado la biografía del pintor. En su opinión, que tiene algo del romanticismo del Hollywood más clásico, Van Gogh no buscaba morir, pero tampoco rechazó su destino. Su final, sin embargo, podía estropearle el futuro a unos chicos que jugaron con torpeza. Y sí, Naifeh y White Smith aseguran que no solo les perdonó como buen cristiano, aunque lleno de sombras en su fe, evitó que acabaran en un reformatorio por imprudentes.

Los autores defienden su teoría con fuerza, aunque admiten también que esta segunda muerte de Van Gogh que proponen puede eclipsar la biografía misma. Su esperanza es que el posible lector se acerque por curiosidad a Van Gogh: la vida, y descubra al ser humano detrás del artista y su discutida muerte. Porque el verdadero logro del libro radica ahí. Después de leer cientos de documentos, libros traducidos al inglés para ellos por el museo Van Gogh, de Ámsterdam, y recorrer la correspondencia del artista, dibujan a un hombre mucho más complejo de lo mostrado hasta la fecha.

El Van Gogh de estos autores era duro y sensible, manipulador cuando quería conseguir algo de su hermano Theo, el único que le apoyó siempre, y tierno hasta pintar un almendro florido cuando nació su sobrino. Un tipo entregado al arte que pintaba sin sosiego, pero que también abandonaba a su gente al sentirse traicionado o mal entendido. El pintor que huyó del opresivo norte de Holanda en busca de la libertad y la luz de Francia responde a la realidad. También el hombre que podía sembrar cizaña porque buscaba el bien supremo del arte.

Fieles a su pragmatismo, en el museo de Ámsterdam han acogido con mesura la teoría del homicidio por imprudencia. Y eso que los autores tienen a su favor una declaración del propio René Secrétan -no registrada en su época- contando lo ocurrido en el trigal. "Es muy interesante, pero faltan respuestas. Es pronto para modificar la causa de la muerte", dijo ayer Leo Jansen, su conservador. Sí que alabó el libro porque arroja nueva luz sobre la vida y familia del pintor.

<i>Autorretrato con oreja cortada</i> (1889), un año antes de su muerte.
Autorretrato con oreja cortada (1889), un año antes de su muerte.

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