Sólido drama con Oscar

Hay un macabro halo trágico en este drama sólido, de hechuras firmes, que sabe navegar siempre entre los hielos de una relación tremenda, la que establece un bastardo con su propio y despótico progenitor, siniestra sombra paterna que preside su entera vida, sin caer en ningún sentimentalismo; una confección antigua y de aliento poderoso que sirve, por una parte, para dar fe del buen hacer narrativo de su director, el realizador televisivo Mike van Diem; y por otra, para testimoniar que nuestro hombre ha sabido ver efectivamente bien el cine clásico. Ecos de la estética cultivada por directores como Fritz Lang, de la puesta en escena neoexpresionista de cierto cine negro cultivado por europeos en el Hollywood clásico -pienso en Robert Siodmak- se dan la mano, en el film, con sobriedad en la puesta en escena y un ajustado tratamiento del color y la música que hacen de Carácter un filme notablemente interesante. De hecho, detrás de su aparente sencillez, la película habla de muchas cosas: de las difíciles, casi innaturales relaciones entre un hijo y una madre soltera desprovista de la capacidad de expresar ningún afecto; de una educación sentimental marcada por una violencia no por invisible menos eficaz; de la búsqueda del ominoso, terrible progenitor, a quien el notable actor Jan Decleir otorga un aire de siniestra efectividad; pero también de la ambiciosa determinación de un joven por abrirse camino en la vida, en medio de los turbulentos años que siguen, en Holanda, a la crisis del 29, y del duro camino de aprendizaje sentimental.

A partir de estos ingredientes, van Diem busca logra un lenguaje austero, casi behaviorista; un concepto de puesta en escena deudor de un cierto academicismo, pero en todo caso capaz de lograr mantener el interés por una peripecia absorbente; con guiños genéricos que abordan desde el drama familiar hasta el cine de terror, con toques de cine criminal, no en vano la estructura privilegiada de la acción es una encuesta policial que facilita el largo flash-back que ordena dramáticamente la información facilitada al espectador. No es extraño entender por qué la Academia de Hollywood premió este film con el Oscar a la mejor producción de habla no inglesa: por una vez, los académicos supieron ver en su límpida presentación, en su sólida base literaria y en los conflictos que el filme evoca, la mejor tradición narrativa europea.