El Grial, en la montaña rusa
Precedida por la promoción de rigor en estos casos, que nos recuerda los millones invertidos, la lucha abierta con los otros dos colosos del box office estival norteamericano (Batman y la execrable Arma letal 2), las dificultades técnicas de un rodaje plurinacional y el gancho de un elenco en el cual aparecen actores que merecen tan noble apelativo (Sean Conery y Denholm Elliot), llega a las carteleras españolas la tercera entrega de las aventuras de Indy Jones. Y llega antes que a ningún otro país europeo (¿estaremos realmente tan colonizados cinematográficamente como para merecer tan dudoso honor?), y con mecánica previsibilidad.
Nazis de tebeo
Indiana Jones y la última cruzada
Director: Steven Spielberg. Guión: Jeffrey Boam, según argumento de George Lucas y M. Meyjes.Fotografía: Douglas Slocombe. Música: John Williams. Productor: Robert Watts para Lucasfilins. EE UU, 1989. Intérpretes: Harrison Ford, Sean Connery, Denholm Elliott, Alison Doody, John Rhys-Davis, River Phoenix. Estreno en Madrid: cines Excelsior, Lido, Gran Vía, Multicines Pozuelo, La Vaguada, Proyecciones y Bellas Artes (en versión original subtitulada).
A nadie puede asombrar que una criatura que ha demostrado su inefable capacidad para arrasar plateas (y el arqueólogo del sombrero lo ha hecho sobradamente), continúe beneficiándose del mismo esquema (argumental, narrativo, genérico) de sus entregas anteriores, y sobre todo del modelo canónico impuesto por la primera (y la mejor, sin duda), En busca del arca perdida.
Así las cosas, Indy III emprende la búsqueda de un objeto sagrado y cargado de profundos contenidos míticos y religiosos (en la primera, el Arca de la Alianza, en ésta el Santo Grial, el vaso en el que José de Arimatea recogió la sangre de Cristo), se enfrenta con idénticos enemigos (unos nazis de tebeo), y demuestra su valor, su inteligencia y su indestructible capacidad para hacer frente al peligro. La película se abre con un prólogo intenso, que sirve como presentación del personaje (a la manera acuñada por las numerosas aventuras de James Bond), que esta vez está narrado con la misma planificación, montaje y estilemas del western.
Con todo, y habida cuenta que ninguna continuidad, cinematográfica o no, puede tener el éxito asegurado sólo con la recurrencia a los elementos del original, hay aquí algunas variaciones, mínimas si se quiere, que ayudan al funcionamiento de la intriga y, sobre todo (y en abierta contradicción con la afirmación de Spielberg de que ésta es la última entrega de las aventuras del doctor Jones), a la concreción biográfica del personaje.
Aquí se le asignan una infancia, un conflicto latente provocado por un padre excesivamente desafecto, un origen para su sombrero y su látigo infalible, incluso un tratamiento paterno que lo desviste de sus atributos dehéroe. Y una aventura amorosa compartida con su progenitor, un planteamiento genérico que, más allá de la indispensable presencia de la acción trepidante, bordea la comedia.
Todo esto servido con la habitual habilidad de Spielberg, que, desde el comienzo, obliga al espectador a subir a una especie de montaña rusa lanzada a toda velocidad, con obligatoria vista al frente, para sólo recuperar la noción de realidad con los títulos de crédito.
Montaje
Otra cosa es que, para llevar a cabo su propósito, Spielberg, como casi siempre, no dude en emplear recursos que impiden al espectador fijar la atención en ningún lugar del encuadre que sea diferente al asignado. Así, el empleo sistemático de un montaje que privilegia el plano de corta duración, el empleo de grúas y travelines y la práctica ausencia de planos fijos se constituye en las mejores bazas para lograr sus propósitos.Sabedor de que su público está compuesto mayoritariamente por adolescentes formados en el hábito del consumo televisivo, el hábil Spielberg se muestra ante ellos como un prestidigitador un tanto ampuloso, y tiene en la espectacularidad de la puesta en escena su principal resorte. No le sale mal.
A buen seguro, algunos incluso llamarán a esto "maestría narrativa". Otros, en cambio, creemos que es sólo artificio y pirotecnia efectista.
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