Óscar Tusquets entona un réquiem emocionado por la escalera
Una exposición en Barcelona rescata el valor de un elemento arquitectónico en decadencia
Políticamente incorrecta -la rampa se impone-, mirada con tremenda suspicacia tras el atentado a las Torres Gemelas, la escalera amenaza con convertirse en vestigio de una arquitectura pretérita.El arquitecto Óscar Tusquets entona por ella un sentido responso en una exposición inaugurada ayer en el CCCB de Barcelona.
En 1998, en su libro Todo es comparable (Anagrama), Tusquets escribió que la escalera había dejado de ser un pezzo di bravura de arquitecto para convertirse en un espacio de servicio, marginal, aislado y estandarizado. Y ello por tres causas fundamentales: la popularización del ascensor, la rigidez de las normas de seguridad y la proliferación de rampas como solución alternativa y políticamente mucho más correcta. A partir de tales consideraciones, el arquitecto barcelonés lanzaba al peldaño el elogio más encendido. Josep Ramoneda, director del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), leyó ese escrito y propuso a Tusquets una exposición. Ayer, tres años después, se inauguró, y permanecerá abierta hasta el 27 de enero. Se titula Réquiem por las escaleras.
No se trata de una exposición de arquitecto, con muchos planos y documentos fotográficos. En absoluto. Tusquets asegura que no ha pretendido trazar una historia exhaustiva de la escalera como elemento arquitectónico. Más bien ha optado por 'sugerir antes que convencer, enamorar antes que informar'. Y esto lo consigue a través de documentos, maquetas, obras de arte y fragmentos de películas que ilustran cada uno de los 15 tipos de escaleras según él existentes: de tramo recto, de tramos paralelos, imperiales, suspendidas, adosadas a las paredes, imposibles, etcétera.
Un ejemplo: la escalera samba. Se trata de una escalera muy particular, originaria de la Edad Media, que consigue la máxima capacidad de ascensión con el mínimo ojo: en ella cada peldaño puede ser ocupado por un solo pie, de manera que recorrerla obliga a un contoneo al modo de un baile de samba. Arquitectos como Edwin Luytens y Carlo Scarpa han experimentado con este modelo en el siglo XX. Ahora bien, problema: ¿cómo ilustrarla con una obra de arte? Solución: con la Leda atómica de Dalí (1947), ese retrato de Gala desnuda y sentada en un pedestal con una extraña posición de piernas que evoca, efectivamente, el movimiento requerido para subir o bajar por la samba.
Selección de obras
En otros casos, la selección de obras, debida al catedrático de Historia del Arte de la Autónoma de Madrid Juan Antonio Ramírez ha resultado menos trabajosa. Ahí están las Cárceles de Piranesi, la Dona nua pujant l'escala (1937), de Miró, bocetos de Miguel Ángel, las escaleras imposibles de Escher y Vestido bajando la escalera (1976), de Eduardo Arroyo, para ilustrar otras tantas tipologías de escalera.
Pero la gracia del montaje es que cada uno de estos tipos ha sido reproducido para que el visitante pueda experimentar en vivo. Incluso con escaleras imposibles, como la de Jacob, que conduce al cielo por un lado y por el opuesto desciende hasta los infiernos. Un hábil juego de espejos recrea en este caso una escalera metafísica, infinita. Textos breves de escritores -Dante, Borges, Pessoa, Giordano Bruno: la selección se debe al profesor de literatura Raffaele Pinto- pespuntean el recorrido para convertir la experiencia en una aventura de los sentidos y del intelecto. A ello contribuye también una selección de fragmentos cinematográficos, preparada por Jordi Balló, para ilustrar el uso escenográfico que el séptimo arte ha hecho de la escalera: Vértigo y El acorazado Potemkin son cita obligada, pero los musicales norteamericanos no les andan a la zaga.
La exhibición concluye con un divertido guiño: la noble escalinata del Palais Garnier de París señalada con los diversos elementos que, debido a las estrictas normativas legales, hoy la convierten en una escalera imposible: peldaños demasiado estrechos de altura incorrecta, tramos inclinados demasiado largos... Réquiem por la escalera, sí. Aunque, como dijo Ramoneda, tal vez no haya que entornarlo tan aprisa: tras los atentados de Nueva York, es muy posible que las instancias de poder vuelvan a preferir el piso principal para alojarse.
Acotación final: el recorrido puede realizarse en silla de ruedas gracias a un juego de rampas. Lo cortés no quita lo valiente.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.