Mucho frío, mucha estrella y poco encanto
Penélope Cruz acaparó todas las miradas del público que esperaba la llegada de la primera actriz española candidata a un Oscar
La suerte estaba echada. La Academia de Cine tenía ya decididos los Premios Goya de este año, pero cada uno de los nominados que pisó ayer la alfombra verde del Palacio Municipal de Congresos de Madrid lucía sonrisa de ganador en los momentos previos a la gala. Pese al frío. Pese a los nervios, pese a la presión de servirse observados por cientos de aficionados que se agolpaban en el exterior del recinto y miles de espectadores por televisión. ¿Pero cuándo va a llegar Penélope? La actriz más esperada, la primera española aspirante a un Oscar a la mejor interpretación femenina por su papel de Ramona en Volver, se hizo esperar.
Eran las 21.05 cuando hizo su entrada en el Palacio de Congresos, vestida con un diseño gris de tirantes de Carolina Herrera. Todas las miradas estaban puestas en ella. Avanzó tímidamente y sin grandes alharacas hacia las televisiones. Pedro Almodóvar no la acompañaba. Era lo previsto. El director, que esta misma semana ha visto caer Volver de las nominaciones a los Oscar, ya había anunciado personalmente a la presidenta de la Academia, Ángeles González-Sinde, que no asistiría por su fobia a este tipo de acontecimientos. La actriz caminó sólo unos metros. Enseguida se dio media vuelta para saludar a su padre, Eduardo Cruz, que había llegado al recinto minutos antes, igual que su hermana, Mónica Cruz, con un vestido negro de Miguel Palacios. Luego continuó con su paseíllo, sonriente, por una alfombra verde, con lemas publicitarios, poco apropiada para la fiesta del cine español.
Viggo Mortensen, el rostro masculino del glamour de la noche de ayer, llegó poco después, también ataviado con un traje negro de Hugo Boss, una corbata a rayas azul y negra y el pelo totalmente engominado hacia atrás.
La gran ausencia fue Almodóvar. El resto de los equipos artístico y técnico de las mejores películas del año se presentaron en la gala dirigida por José Corbacho casi al completo. Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón, Maribel Verdu, vestida de beige, Sergi López y otros miembros del reparto lo hicieron al mismo tiempo. También se dejó ver Víctor García León, director de Vete de mi, acompañado de Juan Diego Boto, y otro de los grandes protagonistas de la noche, Juan Diego. "Aquí vienes a un casting de entrega de premios", ironizó. "Te aprendes las frases, los gestos, y luego subes y todo eso no te sirve para nada". Para algo le debió servir porque luego subió al escenario a recoger el premio a mejor actor.
En los prolegómenos de la entrega, que el año pasado perdió millón y medio de espectadores y ayer se emitió en falso directo (con media hora de retraso), se vieron muchos rostros conocidos. Por ejemplo, el de Estrella Morente, que llegó acompañada de su marido Javier Conde, vestida de Victorio &Luchino, para cantar en la gala. O el de Leonardo Sbaraglia, el de Óscar Jaenada, de blanco perla. También se pudo ver a Leticia Dolera, María Valverde y a las predecesoras de González-Sinde en la presidencia de la Academia, Mercedes Sampietro y Marisa Paredes. Y hubo tacones, espaldas descubiertas, piernas de vértigo, moños estilo Audrey Herpburn y mucho negro. Pero faltó encanto, atractivo. La magia del cine.
Babelia
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