Los rostros de dos cómicos hondos
Lo era incontables veces en el cine del Hollywood clásico, pero ha dejado de ser cosa frecuente en el cine de ahora: una película sostenida por la conjunción mágica de dos rostros. Puede estar mejor o peor compuesta, tener más o menos vuelos, quedarse a medio camino o llegar hasta el fin de lo que potencialmente contiene, puede -como conjunto- ser equilibrada o, por el contrario, desequilibrada, pero la pantalla se sostiene porque dos intérpretes de excepción quieren y logran sostenerla. Es lo que ocurre en esta Sol de otoño argentina, una recia, viva, bonita y delicada película que si uno intenta imaginar privada del juego (por lo demás, cine convencional, nada propicio al riesgo) de roces, miradas y palabras que tejen el idilio que en ella entablan, a modo de batalla dulce, Norma Aleandro y Federico Luppi, la pantalla se difumina, se hace imprecisa, se emborrona y se ennegrece.Dos excepcionales artistas, Federico Luppi y Norma Aleandro, se vacían en Sol de otoño sin dar la menor sensación de esfuerzo en un trabajo que sin duda lo requiere, y mucho. En este su refinado ejercicio de interrelación, de diálogo deslizante a través de ondulaciones y de vaivenes en los que, sin saltos ni sobresaltos, a lo largo de una rectitud suavemente inclinada a lo indirecto, Norma Aleandro y Federico Luppi (a quienes oír, simplemente oír, es glorioso para quien ame este idioma) nos mueven y conmueven entre destellos de elegancia, brillantísimos unas veces, otras escorados a lo irónico, otras acompañados de incursiones llenas de mesura a lo patético y finalmente siempre con rasgos de gran dominio del coloquio de noble estirpe lírica intimista. Federico Luppi y Norma Aleandro (que ganó con este trabajo el premio a la mejor intérprete femenina en el festival de San Sebastián) atestan la pantalla con su vaciamiento. Es una delicia verles y compartir con ellos la leve trama (pues son ellos quienes la llenan de densidad, de oro cinematográfico) de Sol de otoño.
Sol de otoño
Dirección: Eduardo Mignogna.Guión: E. Mignogna y Santiago Carlos Oves. Fotografla: Marcelo Camorino. Argentina, 1996. Intérpretes: Federico Luppi, Norma Aleandro, Cecilia Rossetto, Jorge Luz, Gabriela Acher, Roberto Carnaghi. Estreno en Madrid: Cid Campeador, Acteón, Roxy, Canciller, Princesa y Renoir Cuatro Caminos.
Cada uno de sus gestos y sus réplicas, su presencia misma, son alardes de coordinación individual y recíproca; y también, obviamente, de conocimiento personal y entrelazado de los entresijos de su tarea de cómicos hondos. Y también algo más que todo eso: una nueva muestra de que persiste el genuino cine de autor-actor, pues todo gira alrededor de las presencias de ellos y, se intuye que sus presencias son más que fachadas, pues son ellas las que gobiernan las tripas del filme y lo conducen a la plena existencia como cine. De ahí que esta notable Sol de otoño -película correcta y bien construida, hecha con esmero y con ganas de hacerla- alcance lo que alcanza a través del arrollador talento de estos dos aristócratas de su oficio. Ellos hacen que Sol de otoño acaricie pero no resbale, agrade pero no trivialice la mirada, que se quede agarrado a la piel de los ojos y allí siga después.
Babelia
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