Entrañables ovejitas
Se anuncian novillos, pero salen ovejitas; bonitas y entrañables, pero sin codicia ni casta. Y todo se va al traste. Y las sonrientes caras de los chavales se vuelven largas, y se marchan con las cabezas bajas. Éste es el sino de los taurinos actuales, que hunden a sus novilleros en su vana intención de cuidarlos con exagerado mimo. Una novillada de lujo, dirían a los chavales, y se encuentran con animales podridos, lisiados, adormecidos pero, eso sí, tan nobles como las simpáticas ovejitas.
Y los novilleros no triunfan; y no lo consiguen, siquiera, ante este público tan moderno, cuyo desconocimiento y triunfalismo producen rubor. Un público que aplaude en el arrastre a novillos tan insulsos como el primero; que ovaciona a los picadores por no hacer sangre a las ovejitas (un encendido aplauso se ganó el picador -es un decir- del segundo novillo por acariciarlo con el palo); que hace saludar montera en mano por dos pares de banderillas que podrían pasar desapercibidos, y que pide silencio ante cualquier trapazo. ¿Y la banda de música? ¿Dónde ha aprendido a ver toros el nuevo director de la banda, por Dios? Duele pensar que en esta bendita tierra nació la grandiosa fiesta taurina, protagonizada por toros bravos y toreros valientes...
El Serrano / Nazaré, Soto, Rodríguez
Novillos de El Serrano, inválidos.
Antonio Nazaré: ovación y silencio. Oliva Soto: silencio y ovación.
Juan Luis Rodríguez: silencio y silencio.
Plaza de la Maestranza. 28 de marzo. Segundo festejo de feria. Media plaza.
Para ser torero hay que enfrentarse a novillos de verdad, jugarse el tipo y demostrar que se tienen agallas para cortar las orejas en esta plaza. Y lo más triste es que la terna de ayer mostró buenas condiciones. Nazaré tiene conocimiento y experiencia, y maneja con gusto los engaños, pero necesita toros para triunfar. Mantuvo el tipo, pero dijo muy poco. Soto nació en Camas y eso pesa. Dicen que posee el aroma torero de Sevilla, pero no basta. Se conformó con unas buenas verónicas y una faena de medios pases al quinto, el mejor novillo. Parece más preocupado por la mirada perdida y los andares paulistas. Y debutó el albaceteño Juan Luis Rodríguez, que quedó inédito por su mala suerte en el sorteo y su sosería.
Babelia
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