Arte y artificio
Mientras se ve Fuera de juego se está viendo, sin que esté en la pantalla, lo que quiere hacer en ella Fernando Fernán-Gómez. Mal asunto que las intenciones del director sean visibles en la pantalla; mal asunto que no estén diluidas en la imagen de tal manera que ésta les haga transparentes. Suele ser indicio de que la elaboración se ha quedado en ese estado de andamio, de prearte, que es el artificio y, a nuestro juicio, Fuera de juego confirma esta sospecha.La idea argumental de la película es original e interesante: exagerada en el buen sentido, conscientemente disparatada, entre cómica y patética, Pero, en cambio, su desarrollo, formalmente comedido e incluso tímido, no funciona con soltura, ni responde plenamente (sólo a ratos) a las demandas que la idea le pide. El buen argumento conduce a un mal guión, y éste, a una película irregular, con momentos graciosos y vivos, pero en general fallida.
Fuera de juego
Dirección: Fernando Fernán-Gómez. Guión: José Truchado Reyes y Fernando Fernán-Gómez. Fotografía: Juan Amorós. Montaje: Rosa Salgado. Música: Mariano Díaz. España, 1991. Intérpretes: Fernando Fernán-Gómez, José Luis López Vázquez, María Asquerino, Luis Escobar, Tomás Zorí, Alfonso del Real, Gabino Diego, Manuel Alexandre, Eulalia Ramón, Antonio Gamero, Juan José Otegui, José María Escuer. Estreno en Madrid: cines Paz, Rialto y multicines Fuenlabrada.
Da la impresión de que el guionista Fernán-Gómez no ha convencido al director Fernán-Gómez; y la impresión, aún más aguda, de que el trabajo (apático) del director Fernán-Gómez tampoco ha convencido al Fernán-Gómez actor. Y da finalmente la impresión de que éste, contagiado de aquella apatía, lleva a cabo (cosa sorprendente en un actor de su genio) una actuación igualmente apática, plana y monocorde.
Que la responsabilidad de esta deficiencia de actuación viene de más, atrás, de las deficiencias del guión y de la dirección, lo pone de manifiesto que no es únicamente el actor Fernán-Gómez quien no resulta convincente en su Fuera de juego, sino que peca de esa falta de convicción el reparto -compuesto por intérpretes de más que probado talento- casi sin excepción.
Excepciones
Esta excepción es María Asquerino, que consigue dar vida a su personaje, esquemático hasta el punto de que tiene que decir ella misma que es una buena persona para que el espectador se entere de ello: tal es la tosquedad del guión, que no sabe reflejar con la imagen la ambivalencia de la mujer.
Y también puede verse esa excepción en destellos aislados y dispersos en el filme, como son la escena de la confesión entre Fernán-Gómez y Antonio Gamero; la del interrogatorio de Juan José Otegui a los ancianos delincuentes defendidos por Gabino Diego, y algunas otras, donde sale a la luz lo mucho que estos y los otros actores llevan dentro en talento y en oficio. Pero se trata de escenas, a veces sólo de instantes, aislados y poco abundantes. El resto es casi siempre apagado, opaco: la cámara busca gracia, humor, risa negra, y pocas veces encuentra lo que busca.
No se entiende bien la desgana que Fernán-Gómez pone de manifiesto en este Fuera de juego. Incluso en sus películas menos ambiciosas -y ésta es una de ellas- siempre sale a relucir algo del enorme escritor, director y actor que es: un simple detalle, un gesto casi transparente, una inesperada escena de relleno, son capaces de galvanizar al espectador y recordarle que aquello que está viendo es obra de uno de los talentos mayores de la historia del cine español. Pero esto no sucede en Fuera de juego.
Babelia
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