Ángel Gabilondo cita a Gonzalo Anes para resolver la crisis del 'Diccionario'
Otra semana de espera. En la reunión de ayer la Real Academia de la Historia (RAH) aplazó la decisión sobre la creación de una comisión para revisar, rectificar o enriquecer -todavía no está claro que visión prosperará- el Diccionario Biográfico Español, una obra impulsada con la idea de convertirse en la gran contribución de la institución a la historiografía española y que lleva camino de quedar sepultada bajo la sospecha por la falta de rigor científico de algunas notables reseñas (se incluyen 43.000 en total en cuya elaboración han participado más de 5.000 autores).
El aplazamiento obedece a una petición del director de la RAH, Gonzalo Anes, que se reunirá el próximo lunes con el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, para tratar de zanjar la crisis abierta tras la difusión de algunas biografías como la de Franco -escrita por un admirador del franquismo, el historiador Luis Suárez-, la de Escrivá de Balaguer -también obra del anterior y donde se achaca a Dios la inspiración para montar el Opus Dei- o la de otros destacados militares golpistas, reseñados con un sesgo ideológico evidente. La dirección de la Academia ha esgrimido en los últimos días otros textos donde se describen episodios de tortura y represión durante la dictadura de Franco para tratar de contrarrestar las críticas.
Gabilondo reclamó a la Academia una rectificación inmediata de las reseñas escritas sin rigor científico durante la última sesión de control al Gobierno, en respuesta a dos preguntas formuladas por IU y PNV. Pero la mayoría de la RAH, compuesta por 36 miembros, se opone a una rectificación que consideran un ejercicio de censura sobre los autores. Solo algunas voces (Miguel Artola, Josefina Gómez, Feliciano Barrios y Luis Antonio Ribot) abogan por rectificar los errores.
A esta posición minoritaria se ha sumado también el académico Carlos Martínez Shaw, catedrático de Historia Moderna de la UNED, que no había asistido a la sesión de la semana anterior y que rehusa participar en una comisión "cosmética" para limpiar la imagen del Diccionario.
"Ha faltado un comité de edición que asumiera la asignación de voces y el control del contenido imparcial de las mismas. Algunas voces estratégicas han sido redactadas por personas que no tenían suficiente competencia en la materia y además estaban muy connotadas política, ideológica o religiosamente". El resultado de esto, explica, es que algunas reseñas "no son objetivas ni se ajustan a la investigación reciente en la materia". Incluso sin pretenderlo, precisa el académico, "la obra hiere muchas sensibilidades".
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