Videos virales de “condiciones inhumanas”, solicitudes para ser deportado y muerte en el centro de detención para migrantes Krome de Miami
Los crecientes reportes de hacinamiento y malos tratos en la mayor instalación de las autoridades migratorias en Florida han precipitado protestas y son un ejemplo más del despliegue de la crueldad como estrategia disuasoria


“Estamos prácticamente secuestrados”. “Los tratan como a perros”. “Este es el infierno en la tierra”. Los testimonios de las condiciones que soportan los migrantes detenidos encuentran la manera de salir del centro Krome, ubicado en el borde de Miami, donde la ciudad se funde con los inmensos pantanos de los Everglades. En la mayor cárcel migratoria de Florida —que originalmente fue una base de misiles de la Guerra Fría y que desde que funciona como prisión temporal para inmigrantes es conocida por sus malas condiciones— no se permiten cámaras ni teléfonos móviles personales. Los representantes legales de los detenidos son las únicas personas externas que pueden entrar y las comunicaciones oficiales son escuetas. Pero en las últimas semanas, videos virales en redes sociales, denuncias de familiares, abogados y activistas, y hasta un par de muertes en el centro desde finales de enero han puesto los focos sobre Krome. La situación es tal que algunos detenidos están solicitando ser deportados en lugar de pasar más tiempo detenidos allí. Es un ejemplo más del despliegue de la crueldad como estrategia disuasoria.
El pasado fin de semana hubo las primeras protestas en la calle de acceso a la instalación y decenas de personas dejaron claro su rechazo a las “condiciones inhumanas” de Krome, que se han ido conociendo recientemente. La indignación empezó a crecer precisamente con la información de la muerte de Maksym Chernayak, ucranio de 44 años que estaba en el país gracias al programa de parole humanitario, el 20 de febrero. Al trascender esa noticia, también lo hizo la muerte de Genry Ruiz Guillén, hondureño de 29 años, que había fallecido el 23 de enero. Ambos murieron en custodia del Servicio de Inmigración y Aduanas de los Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) y habían estado detenidos en Krome antes de ser trasladados a un hospital donde no pudieron ser salvados. Los detalles de cada caso son limitados —en el caso de Ruiz Guillén ni siquiera hay una causa de muerte oficial— y los familiares y abogados están intentando esclarecer la secuencia de hechos que terminó en el par de muertes para saber si habrían sido evitables.
Las sospechas sobre posibles irregularidades en los protocolos no son gratuitas. Desde hace años, los abogados migratorios de Florida saben de la mala fama de Krome, aunque la situación actual es claramente diferente. En declaraciones a una estación de televisión local, la abogada migratoria Katie Blankenship aseguró que nunca se podría borrar de la cabeza las imágenes de las mujeres detenidas en Krome —que ha comenzado a recibir mujeres más de 20 años después de una investigación sobre abusos sexuales por parte de guardias en el año 2000—. ”Cada vez que entraba allí, había literalmente un grupo de mujeres sin espacio para moverse, golpeando la ventana, suplicando, porque veían a alguien que no era un agente. Veían que yo era abogada y decían: ‘Por favor, ayúdenos. Por favor, ayúdenos. Por favor, ayúdenos’”. Blankenship agrega que sus clientes, con quienes ahora se reúne en habitaciones diferentes, pues los cuartos de reuniones se han vuelto celdas colectivas para decenas de personas, están durmiendo en los baños: “Sus caras literalmente debajo del inodoro”.
Otros testimonios de mujeres recogidos por diferentes medios locales relatan cómo las obligaron a pasar horas, hasta 16 en algún caso, con cadenas apretadas en las muñecas, el pecho y las caderas en autobuses afuera de las instalaciones sin agua, comida o acceso a baños. Los relatos, que corresponden a diferentes fechas, coinciden en que los guardias dieron la instrucción de orinar o defecar dentro de los autobuses y que algunas mujeres no tuvieron más remedio que hacerlo.

Pero, tal y como están las cosas en el 2025, la situación en Krome solo encendió las alarmas cuando un video se hizo viral a finales de marzo. En él, el ciudadano mexicano Osiriss Azahael Vázquez Martínez, graba clandestinamente el cuarto en el que está detenido con decenas de otros migrantes. Las imágenes muestran a hombres durmiendo en el suelo, en sillas de sala de espera o incluso sobre una mesa. Los sujetos hablan en voz baja entre ellos y una brillante luz blanca que reemplaza a los rayos del sol hace imposible saber la hora del día. Luego Vázquez Martínez se esconde debajo de la mesa y habla a cámara: “Estamos en el centro de detención de Krome, aquí en Miami, Florida. Estamos secuestrados. Estamos en un proceso de deportación pero llevamos más de 20 días, hay personas que llevan más de un mes que no se pueden comunicar. Por favor ayúdenos”, dice, mientras las lágrimas comienzan a desbordar los párpados y la garganta tiembla con cada palabra. De acuerdo al periódico Miami Herald, que logró hablar con Vázquez Martínez, fue deportado el 14 de marzo, tres días de publicar el video en TikTok.
Desde que ese video y otros tres publicados por Vázquez Martínez fueron vistos millones de veces, los reportes de las condiciones deplorables del centro de detención de Krome comenzaron a ocupar los titulares noticiosos locales del sur de Florida. En todos ellos, las voces de abogados, familiares o personas detenidas y ya deportadas, concuerdan en varios puntos: el hacinamiento, la extrema escasez de comida y líquidos, la falta de suficientes baños, la higiene deficiente, los crecientes contagios de enfermedades y la pobre y lenta atención médica para quienes la necesitan.
Para Octavio Pérez Rodríguez, un cubano que volvió a Estados Unidos en 2022 después de ser deportado en 2019, la situación ha llegado al límite. “Titi, me estoy muriendo, tengo un dolor... no puedes imaginarte lo que estoy pasando”, le dice en una llamada a su esposa Midalys López Corrales, según se puede escuchar en un reportaje de la televisión local de Miami. Lleva más de un mes detenido después de ser arrestado cuando se presentaba a una supuestamente rutinaria cita con agentes migratorios. Ahora Pérez Rodríguez ha pedido oficialmente ser deportado, pues no aguanta más en Krome. De acuerdo a varios informes diferentes, parece que hay numerosos detenidos más que preferirían ser expulsados del país a pasar más tiempo en el centro de detención floridano.
El exceso de ocupación del que todos hablan, aunque no pueden dar cifras porque no las tienen, ha sido aceptado, pero muy minimizado por ICE. De acuerdo con sus cifras oficiales, en Krome hay 605 personas detenidas, aunque la capacidad es de 581. Cuando ICE está buscando la manera de aumentar su capacidad de detención actual, de 40.000 a nivel nacional, hasta los 100.000, los abogados y activistas estiman que el número real es mucho más alto. Algunos hablan del doble de la capacidad, otros de hasta 4.000. Asimismo, ICE ha asegurado en un mensaje genérico que tienen unos estrictos estándares médicos, de salud mental y de higiene, así como de las condiciones de la detención, que incluyen representación legal, prevención de abusos y acceso a intérpretes.

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