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Yurisan Cordero, sobre el precio del éxito en el periodismo: “Dormía con dos celulares en mi pecho”

La periodista puertorriqueña, que lleva más de 25 años produciendo ‘Primer Impacto’, el programa de noticias más longevo de la televisión hispana, sobrevivió a un cáncer y un aneurisma

La periodista puertorriqueña Yurizán Cordero, vicepresidenta y productora ejecutiva de 'Primer Impacto'.
La periodista puertorriqueña Yurisan Cordero, vicepresidenta y productora ejecutiva de 'Primer Impacto'.Prensa Yuri Cordero
Ana Vidal Egea

Yurisan Cordero (San Juan, Puerto Rico, 1969) es vicepresidenta y productora ejecutiva de uno de los programas más longevos en la televisión estadounidense en español, Primer Impacto, transmitido por Televisa-Univision. Con más de 33 años de experiencia en la industria, Cordero reflexiona sobre cómo la resiliencia y la constancia han sido esenciales para consolidarse como líder, pese a las muchas adversidades a las que se ha enfrentado.

Con un ritmo de vida imparable, apenas reserva tiempo para el ocio o el descanso. Incluso en sus momentos libres, se dedica a estudiar, ofrecer conferencias, colaborar con ONGs y escribir libros motivacionales. Actualmente trabaja en su segundo libro en español, tras la publicación de La virtud del proceso (2021), donde relató su experiencia al enfrentarse al cáncer de mama. Desde Miami, donde reside con sus tres hijos de 27, 24 y 19 años, Cordero conversa con EL PAÍS por videoconferencia.

Pregunta. ¿Qué la llevó a dedicarse al periodismo?

Respuesta. En séptimo grado nos mandaron a escribir un poema sobre una persona significativa en Estados Unidos, Y yo escribí sobre John Wilkes Booth, que me parecía una figura muy interesante porque era un actor famoso que se metió en política y acabó asesinando a Abraham Lincoln. ¡Un poema sobre un asesino! Al terminar la clase mi maestra me dijo que tenía que hacer algo con ese poema, y me hizo saber que tenía mucho talento. A partir de entonces supe que quería dedicar mi vida al periodismo. Ya en college, estudiando en St. Thomas University (en Florida), uno de mis maestros me dio la oportunidad de trabajar como becaria para la sección dedicada a noticias latinoamericanas de la CNN. Después hice otra beca en Telemundo y, a partir de ahí, conseguí mi primer trabajo a nivel local en una estación bilingüe. Durante muchos años fui reportera especializada en política y crimen, pero mi sueño era ser corresponsal de la Casa Blanca. Me propuse llegar a una cadena nacional en un plazo de 10 años y lo conseguí en seis años y medio.

P. Ha conseguido llegar a un puesto de liderazgo en televisión y compatibilizarlo con su vida personal. ¿Le costó mucho la conciliación?

R. Siempre he tenido posiciones de liderazgo en mi carrera profesional y eso implica sacrificio. Todos pagamos un precio por lo que tiene valor. Te pongo un ejemplo. Recuerdo acabar de llegar a Orlando de vacaciones con mi familia y de repente mi jefa me llama porque necesitaban no sé qué para ese mismo día. Y le dije, “yo me vuelvo”. Dejé a mis hijos con mi familia, tomé un avión y me volví a trabajar. Muchas personas criticarán mi decisión pero yo no lo hacía solamente por mí, sino por mi familia. Es una cosa que aprendí en la primera clase de periodismo: cuando uno trabaja en las noticias uno tiene hora de entrada pero no de salida. Y si surge algo de último momento, hay que dejarlo todo para cubrirlo. Pero yo quería ese mundo, era lo que a mí me gustaba. Aún así yo me esforcé mucho por no ser una madre ausente. Era de hecho lo que llaman ahora “madre helicóptero”, estaba metida en todo y planificaba al milímetro todas las vacaciones familiares.

P. ¿Pero esa entrega al trabajo se la demandaba la televisión o se la imponía usted misma?

R. Univision no me pedía que yo trabajara 24 horas al día, siete días a la semana; eso era yo queriendo ser perfecta y todos sabemos que la perfección no existe. Era una workaholic. Dormía con dos celulares en mi seno derecho porque no quería perderme un mensaje, un email o una llamada. Estaba siempre conectada.

P. ¿Y pudo mantener ese ritmo?

R. No. Me pasaron muchas cosas que me hicieron replantearme qué es el éxito. Para algunas personas el éxito son los logros profesionales que he conseguido en mi carrera, pero ahora también es priorizar la familia. Me dio cáncer de pecho precisamente en el seno donde me ponía los dos celulares cuando dormía. Eso no quiere decir que los celulares den cáncer, yo tenía antecedentes genéticos que me disponía a ello y llevaba una vida de mucho estrés. Pero eso pasó. Fue a principios de 2014, cuando tenía 44 años. Era la etapa inicial de un cáncer y los doctores me aconsejaban una tumorectomía solo en ese seno, pero yo decidí hacerme una mastectomía completa porque el tipo de cáncer que tenía regresaba del 25 al 35% de las veces al mismo seno y me obligaba a revisarme cada seis meses. Fue terrible.

P. ¿Cómo le afectó psicológicamente?

R. Tuve muchas complicaciones, entre ellas que uno de los implantes no funcionaba y fue muy difícil. Pero me enojé muchísimo porque al mandar a analizar las mamas que me habían quitado no encontraron cáncer. Previamente habían confirmado que tenía cáncer a través de cinco pruebas distintas, pero al quitármelas no lo encontraron. Yo no podía creer que me hubiera mutilado para nada. Me bloqueé por completo.

P. ¿Qué cree que pasó?

R. Que no tuve fe. Cuando me hicieron el MRI yo estaba muy asustada y lloré y le pedí a Dios que si me sanaba yo hablaría por él el resto de mis días. Y el día antes de la operación fui a misa con toda mi familia y me declararon sana en la iglesia en el nombre de Jesús. Él me sanó pero yo no lo creí. Yo lo veo como una prueba, pero el dolor era parte de mi sanación y de mi historia. Mi proceso es mi progreso. Desde entonces soy una de las líderes de mi iglesia. Y aunque he tenido otros sustos, me he librado.

P. ¿Cómo?

R. Hace unas semanas me operé de un aneurisma que me encontraron por casualidad, cuando me hicieron un MRA y un MRI porque sentía unos mareos extraños, que no estaban relacionados con eso. No tenía ningún tumor cerebral pero sí que vieron el aneurisma y decidí quitármelo antes que monitorearlo. Mi madre murió de un aneurisma a los 65 años.

P. ¿En qué ha contribuido su programa a ayudar a la sociedad?

R. Primer Impacto es el magazine de noticias más longevo de la televisión hispana, por detrás de Don Francisco. Damos noticias duras en el primer bloque, porque no podemos tapar el sol con un dedo, pero tenemos segmentos para ayudar a los demás y para inspirar a nuestra comunidad. Además, organizamos un premio que se llamaba “héroes de impacto”, para premiar a las personas comunes y corrientes que no recibían nada por su labor. Al recibirlo, lloraban felices de ser reconocidos internacionalmente, porque Primer Impacto se ve en un montón de países. Pienso que tenemos la capacidad de hacer cambios sumamente positivos, no en la vida de todo el mundo, pero podemos empezar a hacer el cambio en nuestros hogares.

P. ¿Cree que hubiera tenido una carrera periodística de éxito en un medio que no fuera hispano?

R. Sí, totalmente, porque soy disciplinada, consistente y entregada, tres cualidades ejemplares de todo líder en cualquier ámbito, así que yo creo que también habría tenido éxito. La clave es consistencia y disciplina.

P. ¿Qué le aconsejaría a los hispanos que quieran dedicarse al periodismo?

R. Que las redes sociales han transformado el mundo y el centro de las noticias ya no es la televisión. Así que hay que saber utilizar las nuevas herramientas, saber editar, no limitarse a los canales tradicionales. Pero lo más importante de todo es que tengan integridad, las relaciones que se tienen con los demás son muy importantes. Es un mundo muy pequeño y todos nos conocemos, no se puede tener mala reputación. Hay que ser muy trabajador. Las puertas se van a abrir, pero toma tiempo.

P. ¿Qué le queda por conseguir?

R. Me han nominado a un Emmy en cinco ocasiones. Con que me den uno, soy feliz.

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Sobre la firma

Ana Vidal Egea
Periodista, escritora y doctora en literatura comparada. Colabora con EL PAÍS desde 2017. Ganadora del Premio Nacional Carmen de Burgos de divulgación feminista y finalista del premio Adonais de poesía. Tiene publicados tres poemarios. Dirige el podcast 'Hablemos de la muerte'. Su último libro es 'Cómo acompañar a morir' (La esfera de los libros).
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