El día de la ludopatía nacional
El espectáculo será celebrado como si asistiéramos a una política de justicia redistributiva y no a una obscenidad patrocinada por el Estado


Las asociaciones que ayudan a los jugadores a rehabilitarse calculan que puede haber hoy medio millón de personas en España cuyas vidas han sido destruidas por la ludopatía. Los estudios alertan sobre la incidencia entre los jóvenes, donde crecen los trastornos por adicción, y por eso el Gobierno español, en sintonía con otros gobiernos de Europa, ha aprobado en los últimos años leyes restrictivas para alejar las casas de apuestas y la publicidad de los centros de enseñanza. Los ministros de Podemos y de Sumar hicieron de esto una cruzada moral de grandes aspavientos propagandísticos, como Nixon cuando les declaró la guerra a las drogas, pero hasta los más frívolos reconocen que el juego es un problemón grave ante el cual los poderes públicos no pueden bajar ni cruzar los brazos.
En consecuencia, esos mismos poderes públicos celebrarán el lunes su tradicional exaltación de la ludopatía navideña, con un sorteo con niños cantores y picos de audiencia máxima en radios y televisiones. El Estado que tan preocupado está por la suerte de los adictos recaudará una media de 72 euros por habitante, quedándose con un dinero que mucha gente arroja gustosa al Tesoro Público mientras se queja del precio de los huevos y de no poder pagar el alquiler.
El espectáculo será celebrado con los consabidos cuadros de vecinos regándose con cava en las puertas de las administraciones de lotería, y los comentaristas dirán aquello de que la suerte estuvo muy repartida y se pondrán dickensianos al contar los millones que han llovido sobre tal o cual barrio castigado, como si asistiéramos a una política de justicia redistributiva y no a una obscenidad patrocinada por el Estado.
España no dejará atrás su maldición de siglos mientras siga poniendo en escena cada 22 de diciembre esta barbarie hortera, esta exaltación de la vulgaridad que atenta contra todas las grandes virtudes que Natalia Ginzburg decía que había que enseñar a los hijos. Desde la mezquindad de los compañeros de trabajo que coaccionan al que no quiere comprar con el argumento persuasivo de cómo se sentirá si toca en la empresa (como si uno no se pudiera alegrar de la felicidad ajena sin envidiarla, presumiendo que todos somos rencorosos y pérfidos), a la sumisión a la providencia en forma de bombo donde se depositan las esperanzas de una vida, si no mejor, un poco menos mala. Todo lo que nos hace grandes como sociedad se desmorona entre pedreas y terceros premios. Menos mal que pasa pronto, aunque se hace eterno.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Archivado En
Últimas noticias
El Louvre, en su punto más bajo: ¿qué le pasa al museo más famoso del mundo?
Kate Winslet nos habla de su debut como directora (y de lo difícil que sigue siendo ser mujer en el cine)
La Administración de Trump publica (a medias) los papeles de Epstein: ¿cuáles son las principales novedades?
Todo lo que tienes que saber para seguir la jornada electoral de Extremadura
Lo más visto
- Uno de los promotores de la señal V-16 de tráfico: “Es duro oír el testimonio de víctimas que han sufrido amputaciones al poner los triángulos”
- Más de 40 congresistas demócratas piden por carta a Trump que cese en sus “intentos de socavar la democracia en Brasil”
- Cae una organización que enviaba camiones cargados de cocaína desde Marbella hasta varios países europeos
- La policía registra varios domicilios y las oficinas de la ministra francesa Rachida Dati por otro presunto caso de corrupción
- Manuel Castells, sociólogo: “El mundo está en un proceso de autodestrucción”




























































