Asesinas del sueño americano
‘Snapped’ explica mucho mejor la victoria de Donald Trump que cualquier capítulo de ‘The White Lotus’
Mientras el Pedro Ximénez causaba sus deliciosos estragos en el guiso, me dio por poner la televisión. Estos días son una proliferación de telefilmes con argumentos idílicos, en los que generalmente decenas de mujeres regresan a sus casas en Ohio por Navidad y ahí se reencuentran con un viejo amor del instituto que, 20 años después, las miran de otra manera, el muérdago hace de las suyas y triunfa el amor. Pero una necesita emociones más fuertes y el algoritmo me dio lo que necesitaba: Snapped.
Snapped es una serie de true crime sobre mujeres asesinas que lleva emitiéndose desde 2004. Llevo solo seis capítulos de las 34 temporadas, pero creo haber llegado, al menos, a un par de conclusiones. La más frívola es que hay peinados que creíamos olvidados que son tan aceptados en el Estados Unidos de 2024 como en el de 1992. La otra es que Snapped explica mucho mejor la victoria de Donald Trump que cualquier capítulo de The White Lotus, aunque es irresistible observar cómo sufren aquellos a los que nunca les parecen suficientes prendas de Prada en sus vestidores.
En Snapped ellas son malas, claro, pero casi todas las desgracias que les pasan son porque se las han buscado. A Lisa su psicólogo la violó en consulta cuando era menor de edad, pasó el tiempo, él se divorció y se casó con la paciente. Años más tarde, y después de tres hijos en común, a ella le dio por reabrir las heridas y lo mató a cuchilladas. A quién se le ocurre. Betty es enfermera y se casó con un médico mucho mayor que ella porque, dicen los testigos, ya se sabe del encanto irresistible de las sureñas. A pesar de la buena boda, parece que lo material no fue suficiente, le contó a su hermana gemela que no era feliz y ésta contrató a un sicario. Y tenemos a Katherine, que era un imán para atraer a los hombres, se casó con un ingeniero de origen suizo, pero como se aburría en casa se metió en un negocio de venta de perfumes que casualmente era una estafa piramidal y se enrolló con uno de sus empleados. Total, que le sobró el ingeniero y encargó a un pretendiente que se lo quitara de en medio. Da igual el caso porque el veredicto es siempre el mismo: son desagradecidas, insaciables, arpías. El egoísmo en vez de la abnegación. Tienen el castigo que merecen. Por intentar asesinar el sueño americano. Más Tory Burch que Miuccia Prada.
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