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COLUMNA
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‘Furias’, la serie que une violencia y espectáculo

En esta superproducción, los centenares de muertos y los miles de disparos, una vez asumidos, no impiden contemplar una serie entretenida y, en ocasiones, deslumbrante

netflix, furias, series
Las protagonistas de 'Furias', serie de Netflix.
Ángel S. Harguindey

Una sugerencia para todos aquellos que consideran que hay demasiada violencia en la televisión: no vean Furias, la serie francesa creada por Jean-Yves Arnaud y Yoann Legave. Una recomendación para todos aquellos que consideran que en cualquier telediario hay más violencia y crueldad de la aceptable, desde Ucrania y Gaza hasta los crímenes machistas: vean Furias, una superproducción en la que los centenares de muertos y los miles de disparos, una vez asumidos, no impiden contemplar una serie entretenida y, en ocasiones, deslumbrante.

Todo empieza en el seno de una familia acomodada. Sentados a la mesa en la hora del almuerzo, Lyna, la joven hija de la feliz pareja, contempla cómo un disparo le vuela la cabeza a su padre. De la inicial estupefacción pasa a un irrefrenable deseo de venganza: quiere saber quien le mató, por qué y, naturalmente, matarle. Es el comienzo de una historia de ocho capítulos que exhibe Netflix. La vida, ya se sabe, da muchas vueltas y Lyna lo comprobará por sí misma: tras las primeras investigaciones descubrirá que su padre trabajaba para las mafias de París, en plural porque son siete las que cubren todos los negocios ilegales en una sociedad desarrollada, desde la prostitución a las drogas, los robos, las estafas y los asesinos a sueldo. Y en una de esas vueltas conocerá a Furia, una especie de mediadora en los posibles conflictos que se puedan producir entre las bandas, y que solucionará con la violencia que crea necesaria, con una excelente interpretación de Marina Foïs, el mejor personaje y la mejor actriz de la serie, que protegerá a la joven Lyna de todos y de sí misma y a la que enseñará todo lo necesario para sobrevivir en esa jungla de asfalto con un propósito no confesado: convertirla en su sucesora.

Con una realización eficaz, una interpretación coral muy correcta y unos decorados espectaculares dignos de una superproducción —al fin y al cabo Francia es la tierra de Moebius, por ejemplo, que bien podría haber inspirado el grandioso burdel de Mama (la actriz Anne Azoulay)—, la serie sigue generosamente lo que el visionario Jean-Luc Godard resumió en su día: “Lo único que se necesita para hacer una película es una chica y una pistola”. Añádanle otra vuelta de tuerca en el guion hasta descubrir a otro peso pesado de la interpretación como es Mathieu Kassovitz, y el resultado final es Furias, sexo, violencia y espectáculo.

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