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COLUMNA
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Primero la IA nos inunda de porquería. Luego nos convencerá de que es consciente

El documental ‘La era de los robots’ se pregunta cómo será nuestra vida enganchados a los asistentes personales de inteligencia artificial y cuándo nos superarán las máquinas

Un robot humanoide de Engineered Arts Ameca interactuaba con el público de la feria CES de Las Vegas en 2022.
Un robot humanoide de Engineered Arts Ameca interactuaba con el público de la feria CES de Las Vegas en 2022.PATRICK T. FALLON (AFP via Getty Images)
Ricardo de Querol

Por ahora, la explosión de la inteligencia artificial está dando pasos adelante en lo que el experto en computación y ensayista Cory Doctorow llamó “el enmerdamiento de internet” (‘Enshittification’ is coming for absolutely everything’, en Financial Times). Su tesis es que la colonización del ciberespacio por un puñado de grandes plataformas, ávidas de hacer caja a corto plazo, está llevando a un rápido deterioro de los contenidos. “Todos estamos viviendo una gran mierda, en la que los servicios que nos importan, de los que dependemos, se están convirtiendo en gigantescos montones de mierda. Es frustrante. Es desmoralizador. Es incluso aterrador”, escribió.

Doctorow se refiere a la estrategia de las Big Tech y pone como grandes ejemplos a Facebook, en claro declive, y a Google, en pánico porque su negocio se tambalea con la inteligencia artificial. El concepto del “enmerdamiento” puede aplicarse a la abundancia de contenidos generados sintéticamente, como se llama a lo que producen sistemas de IA sin intervención humana. Sobre esa idea, dos artículos recientes han repetido el mismo titular (en The Wall Street Journal y en The Atlantic): “Es el fin de internet tal y como lo conocemos”. El modelo por el cual unos humanos hacen llegar lo que han creado a otros humanos se va a ver perturbado, si no devastado, por los robots. Pero esos robots, ojo, evolucionan a paso acelerado. No solo va a ser el fin de internet.

Documentos TV (en La 2 y RTVE Play) estrenó el documental La era de los robots, en el que una serie de expertos tratan de mirar con las luces largas a dónde nos dirigimos. Josh Bachynski, filósofo y diseñador de sistemas de IA, ofrece algunas de las aportaciones más interesantes. Explica que el gran cambio en marcha es apartar a los humanos de los flujos de información. Porque, dice, según la información se va acumulando, y estratificando, se va convirtiendo en una inteligencia. Pasamos así de la era de la información a la era de la IA. Olvídate de navegar, todo lo harás susurrando a tu robot, y más te vale aprender a susurrarle bien.

El escenario en el que coinciden estos expertos que desfilan (todos hombres, eso chirría) es que cada persona como tú tendrá bien pronto, en esta década, un asistente personal de IA integrado en todo lo que hay alrededor. Te irá conociendo, sabrá tus necesidades y caprichos, acumulará una enorme cantidad de información sobre ti. ¿Prefieres resistirte? Acabarás cediendo, porque verás cómo otros lo usan y les resulta muy útil, y cuanto más compartas sobre tí, más atina en sus respuestas. Será “la democratización del talento”, en palabras de Bachynski; también un gran riesgo de multiplicar el efecto de errores, sesgos o fugas de datos.

El documental incide en nuestra manía, tan propia de primates con tendencia a socializar, de personificarlo todo, como quien pone nombre a su coche. Tratar tanto con robots nos llevará a verlos como amigos, a depender de ellos no solo por su utilidad, sino emocionalmente. Las personas débiles, se dice, se encerrarán con sus amigos virtuales, si es que eso no está pasando ya. Habrá múltiples “daños colaterales” en nuestra sociedad. Vienen más cambios: las baterías casi infinitas (de un millón de horas, por ejemplo) darán una autonomía inaudita a los robots físicos, que harán la guerra, gestionarán los paquetes de Amazon o serán tu mascota. Y la computación cuántica multiplicará tanto la capacidad informática que un sistema podría encriptarse de forma imposible de salvar por los humanos. ¿Mandaría sobre ellos?

Una gran pregunta que planea todo el documental es si llegará la singularidad, el momento en que la creación supera a su creador. Un paso hacia ello será que los sistemas de IA sean capaces de producir software tan avanzado que los ingenieros humanos no lo entiendan. Hay quien lo ve cerca, a 15 años vista como mucho. Pero varios pensadores señalan que hay algo de pensamiento mágico en la fe en que las máquinas tomen el timón y resuelvan todos nuestros problemas. Que se espera algo así como “un dios digital, alguien que observa lo que haces y que siempre está ahí para darte consejos”, en palabras de Bachynski; “alguien a quien adorar”, según el neurocientífico Anil Seth.

De la mano con la singularidad hay otro gran debate: si las máquinas serán algún día conscientes de sí mismas. Eso traería otro problema: que sus intereses puedan entonces divergir de los nuestros. Aquí volvemos al pensamiento mágico, a la idea de que una serie de circuitos de información se convierten en una persona. Lo inquietante es que la IA quizás no sea nunca autoconsciente, si ni siquiera sabemos bien qué significa eso, pero lo aparentará muy bien. Y viviremos rodeados de robots que se comportan tan fielmente como seres conscientes que los trataremos como si lo fueran. Engañar a los primates sociales, en realidad, nunca fue difícil.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).
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