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Series de televisión
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Domina’: la emperatriz republicana que dominó Roma

La serie de Movistar+ recrea la doble vida y moral de Livia Drusila, esposa Octavio e hija de una de sus víctimas

Los actores Kasia Smutniak y Matthew McNulty, en sus papeles como Livia y Octavio Augusto en la serie 'Domina'.
Los actores Kasia Smutniak y Matthew McNulty, en sus papeles como Livia y Octavio Augusto en la serie 'Domina'.
Vicente G. Olaya

Más allá de los espectaculares avances técnicos, la gran diferencia entre los tradicionales péplum de Hollywood (Kirk Douglas en Espartaco parece que acaba de salir de una peluquería de caballeros) y las producciones actuales sobre Roma (Russell Crowe en Gladiator, en cambio, se había topado con la barbería cerrada), es que estas últimas se ruedan desprovistas de cualquier atisbo de moralina. De hecho, la crudeza de las imágenes a veces resulta excesiva, aunque refleje perfectamente ese desaparecido mundo sin piedad.

Domina (Movistar Plus+), que se estrenó el martes, es un claro ejemplo. Reconstruye el universo de Livia Drusila, la tercera esposa del emperador Octavio Augusto y con el que convivió 52 años. Livia fue, sin duda, la mujer más importante del imperio. Madre del emperador Tiberio y del general Druso, fue abuela de Claudio y Germánico, bisabuela de Calígula y tatarabuela de Nerón. Hizo, deshizo y decidió cuanto deseó, incluso el encumbramiento como emperador de su hijo Tiberio, aunque este fuese fruto de un anterior matrimonio con el republicano Tiberio Claudio Nerón.

El enfrentamiento entre República e Imperio marca el inicio de esta serie de ocho capítulos, que arranca con el asesinato de un personaje principal en la trama, aunque su perfil alopécico no aparezca nunca en pantalla: Julio César. Tras la muerte del político, se desató una guerra sin cuartel entre los republicanos y los monárquicos. Livia, hija y esposa de republicanos, sufrió las consecuencias de la sangrienta división que costó la vida a su padre, que se suicidó tras una batalla perdida. El matrimonio debe huir, esconderse de la brutal represión emprendida por Octavio.

En el año 39 a. C. se firma el llamado pacto de Miseno, que supone el fin de las hostilidades y el perdón para los huidos. Livia y su marido regresan a Roma para recuperar casas, tierras, dotes, poder... A partir de ahí, el personaje que interpreta Kasia Smutniak sufre un cambio radical. De mujer sumisa y obediente a su esposo, pasa a convertirse en un animal político. Utilizará todos los medios a su alcance para atrapar a Octavio. Y lo conseguirá, pasando de ser ferviente republicana a emperatriz de Roma, traicionando sus más profundas convicciones.

El personaje de Livia Drusila recorre Roma tras una matanza de senadores republicanos.
El personaje de Livia Drusila recorre Roma tras una matanza de senadores republicanos.

Se ha especulado mucho sobre el carácter de Livia: ideal de las cualidades romanas o malvada sin escrúpulos. Sea como sea, bien es cierto que le pidió a su nieto Claudio que la convirtiera en diosa para evitar el horror del infierno. Algún remordimiento tendría.

Domina es un Juego de tronos, pero de hechos reales. La recreación de los escenarios resulta espectacular: la miseria y la riqueza de la mayor urbe del momento, la reconstrucción de los rituales mágicos o mundanos de esa sociedad, la crueldad de las relaciones personales o políticas, las inmisericordes matanzas, los asesinatos, las conjuras y las guerras... Además, simplifica bien la complejidad de los numerosos personajes que fueron protagonistas de esta apasionante historia. Los convierte en personajes cercanos, casi humanos.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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